Esta semana El Pejerrey Empedernido se mete con unas verduras al horno que – asegura – son un manjar. Claro que si te resultan muy livianitas te propone acompañarla con una tabla de quesos y un rosado de los buenos.
En fin, Recienvenido empieza a sulfurarse y los increpa: -¡Yo estaba aquí antes que ustedes y mis informes son más anticipados! Voy a darles un resumen publicable: “Yo caí. Fui derribado por el golpe de la orilla de la vereda; sin embargo, no necesitaba ya serlo, pues mi cabeza salió a recibir el golpe yéndose al suelo. “Caí; fue en ese momento que me encontré en el suelo. Ninguna persona había. -¡Estaba yo! -Y yo. -Y yo -dicen los reporteros. -Muy bien. No imaginando que hubieran tantas personas en torno mío que me precisaran, invertí unos minutos de desmayo en estarme quieto sin apresuramiento. Cuando desperté, me supuse o que había recibido parte de la vereda en la cabeza, o que había leído algún capítulo de Literatura Obligatoria del Mío Cid o el Cielo del Dante. Rodeado, en las cuatro direcciones de la instrucción pública, N. S. E. y O., por infinitas personas en número de setenta que habían abandonado importantes negocios para formarme un cinturón zoológico suburbano, se llamó a la Asistencia Pública para que me trajera un vaso de agua que nunca llegó. -Retardo de la Asistencia Pública -anota un cronista. No pregunten desde qué hora estaba como Pejerrey Empedernido que soy, leyendo y releyendo al gran Mecedonio, cuando, zás, se me ocurrió una idea, ¡por fin una!: (re) escribir ciertos Papeles de Reciencocinado, para lo cual debí escurrirme entre la marejada barrosa de la memoria, en la cual los anzuelos se engarlopan y las redes se pegotean, para mi feliz sobrevivencia y la de mi parentela escamosa. Y miren lo que encontré, aunque no fue lo único sino que a otros asuntillos haré viajar hasta el presente, en entregas sucesivas, como lo eran los capítulos de los Pérez García y El amor tiene cara de mujer, por ejemplo. Fuimos tan giles que ni imaginamos que un tránsfuga de mala lacra y leche cortada como Macri pudiese llegar a la Rosada y barrer con los argentinos, en este ditirambo de afano a mansalva que nos lacera – si no hay cárcel y expropiación para todos aquellos que dejaron al país en ruinas ni nos atrevamos a cantar volvimos o cosa parecida, por amor a la vergüenza -; pero bien, avancemos. Sucedía a fines del 2008, sí en La Manzana de las Luces, de Buenos Aires, y gracias a una mina que siempre recuerdo con cariño y admiración, Leticia Maronese, a quién mi amigo Ducrot siempre le agradecerá que le diera aquella oportunidad. La cocina es cosa de pobres. Pasen, lean y prueben, decía y dice el título que encontré en la alacena, junto a los frascos con ajíes y con alcaparras que se encurten en vinagres, con laureles y pimientas, juntitos ellos pero no entreverados. Y decían y dicen porque eso es lo santo de la escritura, su probable permanencia: Que me disculpen los de la tribu paqueta gourmet. Entre las (pre) ocupaciones de toda reflexión gastronómica no puede estar ausente lo que quizá sea el motor de la historia: la eterna lucha de la Humanidad por comer, que quiere decir alimentarse y disfrutar. Si el poder de cierta academia no hubiese inventado la idea de pensar a la filosofía como ser sólo a partir de Sócrates, o mejor dicho de lo que escribieron Platón y otros sobre los que dijo e hizo Sócrates, todo hubiese sido distinto. Porque si hubiesen sido mejor reconocidos los pensamiento de Epicuro, Lucrecio y los materialistas, por ejemplo, quizá no resultase necesario repetir con insistencia que nunca como en la actualidad el mundo sufrió tanta hambre por razones ajenas a la guerra y a las catástrofes, pese a ser ésta la etapa histórica más rica en recursos de todo tipo para una alimentación justa, equilibrada y gozosa para todos sus habitantes. ¿Entonces, qué sucede? ¿Será que nunca antes fueron tantos los que debieron trabajar y comer mal o no comer para que tan pocos coman mucho y bien? ¿O será simplemente que éste es el mundo del llamado neoliberalismo, el del capitalismo global en el que la experiencia es reemplazada por el símbolo, en una suerte de religiosidad a lo Benjamin, en la cual la ecuación fetichista es la única que gana? Será, pero sigamos. Quienes no comen o lo hacen en forma insuficiente por ser víctimas de un modelo social excluyente también pierden su palabra, confiscada por el poder y sus instituciones. Sin embargo ellos resisten y tienen mucho que decir, decían y dicen los papeles en cuestión, y así fue que el 14 de noviembre de 2008 acontecía lo siguiente que paso a encomillar porque a esta altura es documento histórico: “la citada Manzana recibió a distintos movimientos sociales para que expresen sus propias perspectivas acerca del comer y del no comer. Allí estuvieron, en diversas mesas y paneles organizados por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad (de aquél entonces, por supuesto) integrantes de la agrupación Movimiento Tupac Amarú en el Frente Popular Darío Santillán, para debatir sobre Cocina piquetera, la culinaria vista desde los movimientos sociales. Presos, presas, miembros de la organización Radio La Cantora y otras que expusieron sobre La culinaria del castigo, Cocina tumbera; Comer de la basura; Cómo se come en las cárceles y en las calles. Ciudadanos que vivieron muchos años privados de su libertad cocinaron allí un guiso tumbero, para que el público y la prensa que concurrió a la Jornada pudiese degustar las delicias de una culinaria sometida a la violencia cotidiana. Por supuesto que no faltó El pajarito, una suerte de aguardiente que los detenidos y las detenidas elaboran en sus celdas, con lo que puedan conseguir. También se comprobó que La cocina es cosa de locos, gracias a la participación de internos del Borda y colegas de radio La Colifata. Representantes del Movimiento Nacional de Trabajadores Cartoneros y Recicladores (MNT-CAR) se refirieron a Cómo comen quienes sufren condiciones de semiesclavitud en la gran ciudad del siglo XXI”. Claudia Pia Baudracco, de la Asociacion Travestis Transexuales Transgénero Argentinas (ATTA), reflexionó sobre La culinaria vista por las y los discriminadas por género y sexo. La secretaria general de la Comisión, Leticia Maronese, tuvo a su cargo la apertura de la Jornada y Ducrot actuó como moderador de los debates, y expuso sobre El no comer y la lucha por el comer en la agenda gastronómica”. Decía de comillas porque es Historia, y ella nos enseña con dolor aquello del corsi e recorsi del gigante de las ideas, Giambattista Vico. ¿O no? Pero, y llegamos al final; este textillo verá la luz en una nueva primavera que nos estalla y para celebrarla tengo pensado un celebremos que te brindo con mi escritora preferida: un pimiento rojo, otro verde y por supuesto uno amarillo; unas cebollas de verdeo, ciertos zucchini con berenjenas enamoradas del orégano, la pimienta y beso lento de ajos, y al horno, con el respeto y cuidado de los diferentes puntos de cocción en zarabandas como las del siglo XVI, para luego sales, oréganos, caricias de aceite de oliva y refucilos de tomillo; y claro, algunos quesos que nos miran desafiantes desde la tabla, cerca del cuchillo y los panes. A la mesa, que para usted mi señora, hoy un delicioso rosado en frescos de primavera. ¡Salud!
¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?