El Pejerrey Empedernido pensando ya en las festividades se manda con un elogio a la albahaca, nos ilustra sobre sus orígenes y devenires y, de yapa, nos ofrece una receta, no sin antes recomendarnos encarecidamente nuestro propio cultivo y el uso del mortero.
Porque son estas épocas difíciles, tanto que a veces me pregunto qué joraca festejan mis amigos los humanos de las argentinas tierras cuando se aprestan para los brindis de los decembrinos crepúsculos, en una país en el que las estadísticas se hacen las distraídas pero cierto resulta que más de la mitad de sus habitantes está en la malaria total, donde morfar un chegusán de aire comprimido viene a ser más dispendioso que untar al que haya que untar para que nada chifle si en noches retozonas se ponen bravos los saturnales; en un país, trataba de decir, en el cual todo lo que los fifiolos de la política dicen que es no parece y lo que parece no es, en el mismo que a los F(ilibusteros)M(equtrefes)I(nfecciosos) alcobas, ajuares, zagales e inocentes se las va a rendir a título de gabelas insalvables…Aunque digo y ya me contradigo porque por venturas de truques y barajas, los humanos de credos cual fueren, y los Pejes del Tuyú también, hasta en situaciones de túmulos y coronas de calas siempre hemos sabido darnos ese segundo que nos mantiene vivos, para galas y enhorabuenas…Además, y como si tales capacidades propias de un acróbata del alma no bastasen, todos, fieles y apóstatas, la tenemos a ella, a la reina del aire perfumado, tan conocida como al-Habaqa; seguro que una protegida por el mismísimo Al-Qaum, dios de la guerra y la noche, guardián de las caravanas y los camelleros en la Kaaba, antes de la llegada del profeta, y del cual podemos esperar que al verdor que todo perfuma y da sabor, y que dice cuando florezca la albahaca, colla, te voy a llevar a los bailes y a las carpas, colla, para el Carnaval; que a ese verdor le otorgue el don del conjuro, del desmadeje de cuanto filisteo nacido en Ekron y adorador de Baal quiera embozarse con el ropaje propio de los malignos emisarios que nos envían cuales ángeles caídos, sí, aquellos, los F(ilibusteros)M(equtrefes)I(nfecciosos)…Y lean lo que encontré acerca de nuestra salvadora: Bartolomeo Decotto, capitán de la primera cruzada (1095-99), comprobó los efectos medicinales de la albahaca en la Jerusalén de entonces. Volvió a Génova con una bolsita de semillas en el bolsillo. Para Decotto era una planta medicinal. La cultivó como en Medio Oriente. Un día se le volcó en una rodaja de pan la mezcla que hacía de hojas de albahaca con aceite de oliva para un emplaste. Ebrio de placer por el perfume, la probó (…). En el Caribe la albahaca ahuyenta espíritus oscuros y atrae luminosos. El aceite esencial de albahaca es antiveneno, eficaz para la caspa y las picaduras de garrapatas. En África protege contra los escorpiones. Símbolo de Satanás, llegó (antes) al Mediterráneo de la mano de los griegos. Medicina en India, China, Grecia y Roma. Plinio il Vecchio, que murió en el 79 en Pompeya por haber inhalado las exhalaciones de El Vesubio, era un fan de la albahaca por afrodisíaca. En Galia, los cosechadores debían someterse a rígidos rituales de purificación. Fue sagrada porque curó las heridas de arcabuz. Elisabeta da Messina, heroína del Decamerón de Boccacio, sepultó la cabeza de su amante en una maceta de albahaca que regó con sus lágrimas. Alivió depresiones, curó verrugas y resfríos. Arnau de Vilanova, alquimista y médico de reyes y papas, en su libro Thesaurus pauperum dice que alivia los dolores de parto. En la India se la reverencia porque simboliza al dios hinduista Vishnu. También es basílico, en griego basilikon o Basileus, que significa rey, real o regio. Potente carcinógeno. La albahaca combate gases, dolores menstruales, favorece la lactancia, cura los problemas digestivos y es un óptimo antídoto contra las drogas…La autora de los dichos que acabo de afanar (no le digan a Ducrot porque es su amiga), es una escritora sabia acerca de las cocinas y sus menesteres, y ni se imaginan lo que sobre pestos y otros asuntillos sabe. Doña María Josefina Cerutti se llama y los publicó en papiros ya de antaño, en los octubres del ’09 en una Página que por número ella misma se anuncia como 12. Sin embargo no me atrevo a tanto, a más choreo quiero referir, y es por eso que la que sigue pertenece al mío coleto y recetario: cultivad os ruego en forma encarecida, vuestras propias albahacas, si es necesario en macetas y sobre un balcón de esos que dan de barandas a las calles urbanas; y cuando bien entrada la primavera sus verdores acrecienten en intensidad y talle, pues entonces al mortero de piedra o a cuchilla sobre tabla, pero no me vengan con eso de la minipimer o qué sé yo, le dan a la picadura que resuelta y con donaire, en entreveros refulja con otra de ajo. Y abrasadas entonces por el unte generoso hasta que rebose, del mismísimo sí, aceite de oliva, para que aguarden por el parmesano rallado y los piñones triturados. Danza real y guardiana de las causas únicas, para los mejores espaguetis que podáis conseguir, claro que los italianos son los mejores aunque para ellos la dote o el tesoro de la coemptio, según los casos, quizás ni alcancen…Y qué podría añadirles además de sentenciar sin apelo posible, que el Malbec nos estará esperando; y todo gracias al viejo Al-Qaum. ¡Salud!