El Pejerrey Empedernido te cuenta de bodegas y de vinos – tintos, blancos y rosados – y de yapa te cuenta cómo preparar un tomaticán para acompañarlos. ¿Qué es? Bueno, dejemos que él mismo lo explique.

En el Antiguo Testamento, ayudó a Tobías a cocer unos mejunjes con triperíos de pescados, para curar la ceguera de su viejo. ¡Oh bondadoso y guía espiritual!, yo te invoco como el patrón de aquellos que están afligidos por la enfermedad. Si es la voluntad de dios, dignate a sanar mi enfermedad, o al menos, concedeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia, ofreciéndola por el perdón de mis pecados y por la salvación de mi alma. Medicina de dios, guiame en este viaje de aprendizaje y purificación, ayudame a reconocer las lecciones que me liberen de todas mis culpas, preocupaciones y pensamientos negativos. Amante patrono de aquellos que buscan un compañero para el matrimonio – o al revés, y como amante también, digo yo El Peje -, ayudame en esta decisión suprema de mi vida, como padrino de boda. Vos que todo lo podés, te pido que veles por mi salud…Pavadita de oraciones recibe desde siempre el quía de marras – con todo respeto por los de la fe, pero para mí es literatura y así la reboleo debute -, reconocido por los cultos abrahámicos, es decir judaísmo, cristianismo e islam, como el gran sanador… Se llama San Rafael y es uno de los arcángeles que la yuga; y para que no haya confusiones, qué bueno si para curaciones, protecciones y bendiciones, contra los males del cuerpo, pero también para conseguir rejuntes refulgentes de amor, para todo ello se me ocurre como pecador consuetudinario y concupiscente, lo admito, que no nos vengan con aguas sino con vinos, rojos, blancos, rosados y claretes si prefieren, siempre los más benditos entre todos los beberes, tanto que los frailes, que de dobolus no tienen ni ostias, a la hora de la misa se zampan un par de vasillos, y amén…. Pero en qué quilombo se está metiendo me dijo el meterete don Ducrot, al enterarse que esta semana me dedicaría a una bodega y a cierto vinos suyos de ella, que por gracia concebida de correos informales llegar me hicieron hasta la cueva donde habito, queridísimos, entrañables, amigos mendocinos (ella y él), que rumbearon por merecidos descansos hacia sus propios sures, con más precisión hasta San Rafael… Conocida desde jovencita como “la sueca”  por su dones al volante de automóviles ariscos, (ella) que como (él) periodistas con lujos y truques del oficio sin fin, vean lo metió entre las llatebos, tal cual papiro de bibliotecas tan antiguas como la palabra bodega, toda una damajuana hasta su cuello de señora fatal de decires que hacen a la historia del vinacho argento y de la ciudad y la región que llevan el nombre del arcángel, puesto que, como otras en el mundo magnánimo del jugo de uvas, nacieron de él, y de una bodega…Rodolfo Iselín, inmigrante francés llegó al sur de Mendoza en 1883, en el mismísimo tiempo  post revolución industrial. Compró novecientas hectáreas, aproximadamente la superficie actual de San Rafael, plantó viñedos y construyó morada con mirador para alargar la vista hasta los confines de su propiedad… Tuvo dos hijos, Roberto y William y a Juana, la hija… En 1888 obtuvo su primera cosecha, y sus vinos llegaron en carretas, incluso hasta Buenos Aires… Para mejorar técnicas y enologías promovió la llegada de franceses e italianos…La saga transcurre como toda saga, con encuentros y soledades, viajes y pertenencias, pero saltemos en el tiempo y los sucedidos hasta mediados del siglo pasado, cuando la familia Ripa se convierte en propietaria de la actualidad La Abeja, tal como desde hace mucho se conoce a aquella original del francés, que fundara copas de felicidad y villa, y bautizara territorios… Su vino estelar es un blend, que le dicen al corte, de Malbec varios con dos años en barricas: L’ Abeille, y os lo recomiendo, sobre todo si juntos nos entonamos con dos o tres perlitas del vaso lleno, que son el Iselín Espumante – concebido a la Champanoise – y el rosado de Tempranillo y el Sauvignon Blanc con etiquetas Finca La Abeja… Así es, pero aquí la corto, muy a mi pesar, porque, siendo muchos más los vinillos de aquellos fundos, apenas si me animo a perorar noblezas acerca de los que pudieron disfrutar mi gola y gaznate…Claro que antes de despedirme hasta la próxima, les cuento que, para que todos esos vinos se sintiesen acompañados y bien queridos sobre mi mesa; aquella noche, Pejerreina y escriba se zambulleron en el placer del tomaticán, platillo sublime y de origen mestizo del siglo XVI, entre conquistadores, huarpes y mapuches, trenzados en la Capitanía General de Chile y por el Cuyo, sobre el cual ahora paso a contarles, al menos como con decencia a él llego cada vez que en la cocina me da por el acometimiento y sin pretensiones de ortodoxia, porque seguro o por las dudas, alguien saltará jugándola de contreras: que cruja con ese brillo que deslumbra, el sofrito de cebollas, ajos y pimientos en aceite de oliva; luego, a la sartén misma y en trocillos, los tomates frescos despellejados y desemillados como en tarde de chismes; sal, pimienta, orégano seco y ají molido; un jolgorio con medida de vino blanco sobre tantos primores; un algo de tomate pisado y que evapore para que entonces algunos huevos allí sepan de calores hasta el punto en blanco de sus claras; un toquecillo de sal para el vapuleado ajuste y festejos con picaduras de albahaca y cebollín… ¡Tened entonces pan tostado a babor y a estribor, descorchemos otra vez… y salud!

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