Rubén Levenberg fue, desde que era apenas una idea que parecía irrealizable, uno de los principales motores y sostenes de este proyecto que se llama Socompa. Desde lo que aportaba con sus conocimientos del funcionamiento de las redes y los sitios online como el nuestro, hasta el compromiso en las tareas del día a día. Además del permanente buen humor y la cálida camaradería de alguien que fue un gran tipo. Ahora tenemos que seguir sin Rubén. Por unos días, hasta que logremos acomodar el corazón y la cabeza, Socompa va a tratar de mantener su periodismo de frontera, tratando de continuar con la misma eficacia que garantizaba la presencia de Rubén. Esperemos que nos acompañen.
Un adiós inesperado