La Justicia confirmó la reincorporación de los últimos trabajadores de TELAM con sentencia pendiente y así todos los despedidos que llevaron su caso a los tribunales volvieron a sus puestos. Fue el resultado de cuatro años de lucha, resistiendo el vaciamiento de la agencia de noticias estatal que perpetró Cambiemos. (Foto de Portada: Alejandro Amdan)
Informaron poco y mal, redujeron servicios y vaciaron contenidos y recursos, persiguieron por ideología y participación sindical, echaron a mansalva, de una sola vez e ilegalmente al 40% de la plantilla, apretaron jueces para torcer sentencias desfavorables y recurrieron al blindaje mediático de los amigos de siempre: acaso en ningún ámbito público el Gobierno de Mauricio Macri tuvo una conducta tan salvaje como la que desplegó en TELAM, la agencia oficial de noticias. Pero perdió igual.
Desde los más profundo de esa caverna insondable y oscura en la que, dicen, suele vivir la señora de los ojos vendados, brotó un mensaje: “Estamos bien, los 357”. En las proximidades de la Navidad de 2019 la Justicia confirmó la reincorporación de los últimos trabajadores con sentencia pendiente y así todos los despedidos que llevaron su caso a los tribunales volvieron a sus puestos. Todos.
Contados en pocas palabras los hechos parecerían un mero trámite. Hubo detrás una tenaz resistencia de los damnificados, una huelga de tres meses y una organización gremial representativa, audaz e ingeniosa. Se construyeron consensos y se edificaron apoyos políticos amplios. Y, sobre todo, se ganó la pulseada contra los fabricantes de sentido común: no prosperó aquí lo de la grasa militante ni lo del Estado bobo.
Esteban Giachero, miembro de la Comisión Interna del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), cuenta que cuando recibió el fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo que -literalmente- sentenciaba la consigna original del “Todos adentro” recordó cómo había empezado la pesadilla: “En el último instante me acordé del primero. Eso me pasó. Quince días antes de los despidos a los delegados nos había llegado la información que algo grande iba a pasar. Confirmamos con dos fuentes el rumor y decidimos comunicarlo a la asamblea. Había preocupación, sí, pero también incredulidad. Una tercera fuente nos dio la triste certeza. Fue un sábado. Pero el domingo no pasó nada y tampoco el lunes, que había un paro de la CGT. El martes 26 de junio el país estaba ocupado en el partido Argentina – Nigeria, en el que se jugaba el pase a la segunda ronda del Mundial. Me estaba bañando y me empezaron a saltar alertas de whatsapp. Estaban llegando los telegramas. Me quedé paralizado, desnudo con el celular en la mano. Vino mi compañera y me dijo ‘¿Y qué? Ustedes ya lo sabían’. Y fue como un cachetazo que me hizo reaccionar. ‘Cambiate y andá”, me dijo. Agarré el auto y desde la zona a sur a la agencia me vine escuchando Los Redondos al palo. Con el fallo, lo primero que se me vino a la cabeza fue todo eso, el principio. Y sentí la tranquilidad de haber hecho las cosas bien”.
Esas cosas bien hechas tuvieron el sustento jurídico de un equipo de abogados. Uno de sus integrantes, León Piasek, cuenta cómo reaccionó ante el fallo: “Sentí una gran alegría no solo por la tarea profesional sino por los trabajadores despedidos, discriminados, degradados e insultados. Ellos llevaron adelante un conflicto con mucha paciencia e imaginación. La reincorporación se dio en un contexto dramático general y particular para la actividad. Fueron capaces de organizarse y estar unidos en la diversidad. Enfrentaron a un gobierno autoritario y a funcionarios despiadados. TELAM será, sin dudas, un faro para otros conflictos”.
Todas las respuestas favorables a las medidas cautelares tuvieron como raíz la resolución del magistrado Ricardo Tatarsky el 13 de julio ante las primeras cinco presentaciones. El juez consideró que el plan de reestructuración presentado por la dirección de TELAM (sic) excedía todo marco de razonabilidad y que la desvinculación generalizada fue realizada de manera “intempestiva”. Argumentaba además el incumplimiento del llamado Proceso Preventivo de Crisis, instancia que le ley prevé ante suspensiones o despidos por fuerza mayor, razones económicas o tecnológicas.
Sin sonrojarse, ni los periodistas que lo entrevistaban ni él, Macri había dicho a Clarín en junio de 2017 que si algunos jueces no se alineaban a su noción de verdad y justicia “buscaremos otros jueces que nos representen”. Y con TELAM cumplió. Los camaristas que confirmaron la resolución de Tatarsky recibieron un jury de enjuiciamiento. El Gobierno buscó entonces reformar el sistema de sorteos y asignación de causas en la Justicia laboral para manipular la ruta de las presentaciones. De manera absurda se pretendió que esos cambios de modalidad rigieran en las causas que ya tenían jueces asignados, con retroactividad. Otros magistrados que habían fallado a favor de los despedidos abandonaron sus actuaciones, para deslindarse de las presiones o, tal vez, a causa de ellas. Tras extensas jornadas de acampe sobre la calle Lavalle, los trabajadores lograron que las maniobras oficiales no prosperaran.
“Nosotros aprendemos de todos. Podemos aprender de la TV francesa, la BBC o la TV Nacional de Chile, que son modelos distintos entre sí, pero que se pueden adaptar a la realidad y la idiosincrasia argentinas”, expresó en diciembre de 2015 el entonces flamante Ministro de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi. Desde el punto de vista administrativo, después de los despidos TELAM se quedó sin cobertura en seis provincias y en otras catorce solo quedó un solo corresponsal; cerraron también las oficinas en Chile, Estados Unidos y el Reino Unido. Para funcionamiento durante 24 horas del sector audiovisual quedaron solo cuatro cronistas, cuatro editores y cuatro camarógrafos. Las redes sociales quedaron a cargo de una sola persona para todos los días de la semana. Despidieron también a la única persona que se encargaba de la temática de Derechos Humanos y recortaron a personal con experiencia y trayectoria en cuestiones de género e infancia. Desmantelaron además todo el sector de publicidad y asignaciones de pauta, que trasladaron a la órbita de la Jefatura de Gabinete.
Desde el punto de vista profesional el vaciamiento se notó apenas iniciado el Gobierno. La muerte de Fidel Castro se informó varias horas después del resto de las agencias por reducciones en el turno noche; como TELAM decidió que era caro mandar enviados al recital del Indio Solari en Olavarría la agencia levantó información de redes sociales y publicó falsamente que hubo siete muertos -y no dos- tras el show. Durante el conflicto Lombardi montó una “TELAM paralela” en Tecnópolis, de triste desempeño: copiaban -robaban- materiales textuales de otros medios, no actualizaban noticias durante trece horas y demoraban hasta la cobertura de partidos de fútbol (el cable con un Boca Cruzeiro se emitió ocho horas después del pitazo final). Como apostillas a la “BBC de Latinoamérica” o al “Ganó el periodismo” con el que Lombardi comunicó los despidos por Facebook, el archivo de la agencia devuelve la nota “El perro mascota del presidente Macri recorrió parte de la Casa Rosada”.
Para pretender justiciar el desguace, se echó a rodar sobre TELAM la idea del exceso de personal, la super población que sufría atribuida al reclutamiento militante de los últimos años del kirchnerismo. Lombardi dijo al asumir que recibía la agencia con 926 empleados contra los 479 que había en 2003. Olvidó decir que la cifra post gobierno de la Alianza tenía 150 puestos menos. En 2002 fue Rodolfo Pousá el encargado de los despidos masivos, el mismo Pousá que Lombardi eligió en la segunda avanzada, la de 2015. En su primer paso por TELAM, Pousá -funcionario político- enjuició al Estado tras perder su puesto y se llevó 60.000 dólares. Entonces no estaba preocupado, se ve, por cuidar las arcas públicas. Ahora tampoco: el 10 de diciembre, cuando Alberto Fernández asumía la presidencia, el titular saliente de TELAM recibió un depósito de 1.034.145 como indemnización encubierta autorizada por el viejo Ministerio de Modernización. El hombre que decidió dos veces echar periodistas indiscriminadamente se aseguró además una jubilación de privilegio de 320.000 pesos mensuales.
Respecto al análisis de la dotación, aun contando desde los 479 de 2003, la agencia incorporó en años subsiguientes nuevos departamentos digitales y audiovisuales, agrandó el archivo y retomó la administración de la publicidad oficial hasta que Marcos Peña se la llevó consigo.
Apenas caídos los 357 no hubo tiempo para lamentos. El mayor impacto lo logró una novedosa manera de romper el cerco mediático a través de la campaña #SomoTelam en redes sociales y la consigna #AcáFaltaTelam que se colaba hábilmente en coberturas de la prensa hegemónica y en actos públicos, eventos deportivos y artísticos. El mensaje provocó adhesiones sorpresivas. Mirta Legrand, por caso, se solidarizó con los despedidos y dijo en su mesa que “han echado a una cantidad enorme de personas, es una barbaridad, una tragedia, me solidarizo con ellos. Hay cosas que (los funcionarios del Gobierno) no pueden decir. ‘Ganó el periodismo’, eso no.” Muy valiosas, aun sin ser inesperadas, resultaron las palabras de apoyo de Diego Maradona y Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Hubo un aporte material decisivo para los trabajadores en huelga. Como el Directorio resolvió descontarle los días de paro, el SiPreBA afrontó los dos primeros meses de salarios caídos y un conjunto de organizaciones sindicales se hizo cargo del tercero.
Las huellas de la lucha están trazando un nuevo horizonte. Es que los trabajadores se dieron espacio y tiempo para diseñar el proyecto de ley 3961-D-2018, que ubica a TELAM como una agencia pública no gubernamental con control parlamentario. La norma estipula una Comisión Bicameral que, entre otras funciones, tendrá que “asegurar que la información emitida sea profesionalizada, plural e imparcial”. Deberá además designar por concurso “la totalidad de los integrantes del Directorio entre las personas de más elevada calificación en materia de comunicación social y que posean una clara y reconocida trayectoria”.
No, no es #SiSePuede. No se puede. Y no se pudo. Los trabajadores de TELAM custodiaron su dignidad bajo las peores circunstancias. En Socompa fuimos testigos de la epopeya y nos llena de orgullo haberla seguido de cerca. Por eso, entre tantas notas, publicamos un día lo que escuchamos decir a Daniel: “Y llegó el telegrama nomás. Firme y digno. Para atrás solo para tomar impulso”. Por eso replicamos a Rodolfo: “Dos veces impedimos el cierre de la agencia. Lo vamos a hacer de nuevo. ¡Viva la lucha de los trabajadores de TELAM!”.
Tuvieron razón, compañeros.
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