¿Por qué CFK decide comunicar en de las redes sociales y no a través de los medios masivos de comunicación? ¿Por qué Alberto Fernández no utiliza él también las redes sociales y en cambio hace uso de la opción clásica de recurrir a los medios tradicionales?
En el mes de abril, visitando a su hija enferma en Cuba, CFK anunció el lanzamiento de su libro Sinceramente. La senadora nacional publicó en twitter la tapa de su texto que ella misma iba a presentar en la 45° Feria del Libro.
El sábado 18 de mayo –día de la escarapela- bien temprano, CFK volvió a publicar a través de twitter un video de doce minutos que tenía por título: En la semana de mayo, reflexiones y decisiones. Sinceramente Cristina. El video fue el medio de comunicación que la ex presidente eligió para anunciar a través de las redes sociales que Alberto Fernández sería precandidato a presidente y que ella misma lo acompañaría como vice.
Estos dos episodios políticos pusieron de relieve que existe una estrategia comunicacional que contrasta fuertemente con la opción utilizada por Alberto Fernández quién ya el sábado por la tarde de ese día patrio recibía en su departamento a Nora Veiras y Mario Wainfeld periodistas de Página/12 para que le realizaran una entrevista.
¿Por qué una política y funcionaria de la talla de Cristina decide comunicar a través de las redes sociales renunciando a hacerlo a través de los medios masivos de comunicación como la gráfica, radio y/o TV? ¿Por qué Alberto Fernández no utiliza él también las redes sociales y en cambio hace uso de la opción clásica de recurrir a un medio como Página/12?
En dos notas que fueron publicadas por La Tecl@ Eñe este comentarista ha tratado de analizar qué pudo estar sucediendo entre Cristina y los medios; pero, ha sido un texto de Eduardo Blaustein –Los errores cometidos creo habértelos pagados– publicado en Socompa lo que nos empujó a repensar el tema.
Blaustein elogia a Néstor Kirchner “por haber sido -en 2006- lo suficientemente corajudo como para enfrentarse con el poder de fuego de los medios de comunicación aunque su gobierno no avanza en una construcción cultural y comunicacional”.
El planteo del autor permite entender que la vinculación con el periodismo no es una cuestión personal de CFK, algo también le sucedía a Néstor Kirchner; lo cual nos lleva a pensar en un fenómeno comunicacional que va más allá de lo que pueda suceder puntualmente con sus actores.
Blaustein plantea de manera osada; pero con fundamentos precisos que intentaremos analizar, que la deuda comunicacional del kirchnerismo tiene relación con que:
- “No ha concebido una política cultural-comunicacional que no sea la de las necesidades crueles y urgentes de la política y las de una tendencia propia al encapsulamiento y la rabia”.
En el campo de las ciencias de la comunicación, como en las de la salud, muchas veces es necesario llegar a las causas a través de los síntomas que son los emergentes de esas causas que todavía no se visualizan y/o no se entienden. Los síntomas están en la superficie, en lo manifiesto; inclusive, son atemporales. Cristina retoma la escena pública con dos más que interesantes movidas políticas dignas de un ajedrecista internacional que son comunicadas a través de las redes sociales dejando completamente al margen al periodismo.
¿Por qué CFK no utiliza los grandes medios para comunicar? Respondemos: porque sigue peleada con el periodismo. Pero, Alberto Fernández no está metido en la misma pelea. ¿O sí? Él había sostenido públicamente que se terminaba el periodismo de guerra. Suponemos que por eso no tiene inconvenientes en convocar a Página/12 para darles la primicia acerca de su precandidatura a la presidencia.
El impacto social de la movida política de CFK fue muy importante; pero, la estrategia comunicacional resulta espasmódica y queda subsumida –como sostiene Blaustein- a las urgencias de la política, resultando contaminada por el aislamiento de los actores (Cristina no tiene en cuenta al periodismo y Alberto sí) y una rabia de la ex presidente que –suponemos- se retrotrae al momento en que Néstor enunciara aquel famoso: “¿Qué te pasa Clarín, estás nervioso?”.
- “No ha permitido –continúa Blaustein- o no ha visto la necesidad o no cree necesitar la apertura de una discusión social acerca de construir una comunicación desarrollada con y por la presencia de otros actores culturales o sostenida en otras lógicas económicas”.
Entendemos que esa apertura se esbozó (sólo eso) en agosto de 2009 cuando la entonces presidenta CFK envió al Congreso de la Nación un proyecto de ley para reemplazar la anterior Ley de Radiodifusión del gobierno de facto. Este proyecto fue debatido y perfeccionado durante un año en 24 foros que se llevaron a cabo en distintos lugares del país.
La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual conocida como Nueva Ley de Medios al establecer un nuevo marco de regulación de las empresas periodísticas iba a permitir avanzar sobre la caracterización y diferenciación de los derechos de la empresa periodística (libertad de prensa), los del periodista (cláusula de conciencia) y los del público (derecho a la información). Esta caracterización resultará sumamente importante a la hora de evaluar que los sujetos de la comunicación son estos tres que se detallan.
- “Como en otros temas de discusión, -concluye Blaustein- dado siempre el encierro broncudo, incluso en sus mejores facetas este gobierno sencillamente no se deja ayudar o se solaza en el ancestral grito simiesco del macho alfa: tengo el poder”.
En 2017 CFK pasó por el Parlamento Europeo que sesionaba en Bruselas y criticó duramente al presidente Mauricio Macri y a los medios de comunicación. Sobre los medios dijo: “Estamos frente a una sociedad que no está capacitada para leer lo que pasa detrás de las noticias, que no tiene los instrumentos como para poder leer todo lo que le dicen y le cuentan. Estamos ante un fenómeno comunicacional y de información muy diferente al que conocimos nosotros a través de los libros”.
Si bien CFK intenta alertarnos, ella misma parece haber experimentado y padecido el fenómeno mediático al meter en una misma bolsa a las empresas periodísticas y a los periodistas.
Luego de haberse impuesto en las PASO de 2011 y con el tremendo rédito político obtenido después de haber soportado de manera estoica el bombardeo informativo de Clarín con sus 347 tapas adversas, CFK decidió darle la espalda al periodismo al no brindar más conferencias de prensa ya que en ellas sus interlocutores son los periodistas de los diferentes medios y ellos sólo podían intermediar y distorsionar lo que la entonces presidente pretendía informarle a su pueblo. Esta opción comunicacional toma el nombre de Presidencia inmediata.
Entendemos que CFK está suponiendo que los periodistas encarnan los intereses ideológicos y comerciales de las corporaciones mediáticas y ello no siempre es así. Existe una breve historia del periodismo que lo pone en evidencia: a mediados del siglo XIX los empresarios periodistas –dueños de las imprentas- se convierten en el motor de lo que será el mercado capitalista moderno y amparados por la libertad de prensa suponen que de lo que se trata es de vender un producto sobre el que la gente no tiene ninguna injerencia.
Mientras tanto se va gestando el oficio –y más tarde la profesión- de periodista; pero, éste no posee un capital, se trata de un asalariado que se va especializando en conseguir la información y producirla. Para el periodista la información es un bien social y no una mercancía. La cláusula de conciencia es el derecho que lo ampara en este cometido.
La aspiración de CFK de llegar a los ciudadanos de una manera clara, transparente, uniforme e inmediata se alimenta de la ilusión positivista de suponer que al dejar de lado a los periodistas que producían intermediación, distorsión y condicionamientos en los mensajes determinaba que la comunicación estuviera asegurada.
La opción comunicacional denominada Presidencia inmediata está basada en la célebre y siempre cuestionada teoría de la aguja hipodérmica que supone que es posible crear un estímulo, un mensaje generado por el emisor tan fuerte que se inyecta en el receptor (de ahí el nombre de hipodérmica). Claro si esto fuera posible ¿qué rol desempeñarían los periodistas?
Sucede que está teoría está seriamente cuestionada a partir de los descubrimientos que se generaron con lo sucedido en un radioteatro emitido por la CBS llamado La guerra de los mundos. Ocurrió que el radioteatro ficcionalizaba un programa periodístico que informaba sobre la llegada de los extraterrestres a la tierra.
En ningún momento existió la intención por parte del emisor de provocar semejante fenómeno de masas que puso en fuga a miles y miles de norteamericanos; este fenómeno fue analizado por comunicadores y sociólogos y se explica por la carga afectiva de los radioescuchas; es decir, los receptores del mensaje.
A partir de ese momento no se puede ignorar que los mensajes ya no dependen sólo de su emisor; sino que están prestos a ser interpretados por los receptores de los mismos, cuestión que se denomina resemantización del mensaje.
Una de las primeras críticas serias y con holgada argumentación que se le empieza a hacer a la comunicación fomentada por la tecnología que circula por las redes sociales es la degradación que se produce respecto de la verdad del mensaje en aras de que se le habla a los amigos (sostiene facebook).
A las comunicaciones virtuales les resulta inconcebible un fenómeno como el de La guerra de los mundos, porque allí se pone en juego algo que habla de la naturaleza humana: el malentendido. Las comunicaciones virtuales están construidas sobre la ilusión del entendimiento, de la armonía y de la adecuación, valores estos inobjetables pero insostenibles en el ejercicio cotidiano de la comunicación.
Si para muestra basta un botón, resultó elocuente la desilusión de CFK cuando en 2012 –plena vigencia de la Presidencia inmediata– dio unas conferencias en las universidades de Georgetown y Harvard y se encontró con unas preguntas letales de los alumnos porque justamente no se acomodaban a esos códigos de las redes sociales donde todo es inmediato, armónico y amigable, cuestión que la enojó de tal manera que terminó respondiendo que los cuestionamientos parecían más propios de La Matanza que de Harvard. Entendemos que el exabrupto de CFK más que un intento de descalificar a los alumnos de La Matanza expresan el deseo de encontrarse con gente de un lugar que para el peronismo siempre ha resultado más que amigable.
Adenda
Hicimos mención a las disertaciones realizadas hace unos años por CFK en las universidades Georgetown y Harvard. El candidato del Frente de Todos acaba de disertar en la madrileña Universidad Camilo José Cela. Resulta pertinente citar a Alberto Fernández en esta adenda ya que el tema que el presidenciable desarrolló en el claustro académico fue justamente el de la comunicación en la política. Quisiéramos resaltar una de sus ideas. Él sostiene: “En verdad yo creo que los medios, en materia política, tienen que ejercer muy baja influencia”.
¿Por qué el candidato a presidente hace esta afirmación? ¿Es una expresión de deseos? Desconcierta la afirmación porque los medios oficialistas han tenido una influencia importantísima para que Mauricio Macri pudiera llegar a la presidencia de la Nación y mucho más influyentes han sido para pudiera arribar a las postrimerías de su mandato.
A.F. descree que la política quede reducida a ser una cuestión de propaganda, de publicidad, de big data. De allí que afirme categóricamente: “yo descreo de todo eso y mi mensaje es decir que el secreto de la política es la política”. Es válida la crítica a las campañas; inclusive, a los actos de gobierno basados únicamente en el marketing político; pero la afirmación de A.F. le da actualidad y vigencia a la cuestión de cómo darle entidad a la comunicación en tanto ciencia y cómo ubicarla interdisciplinariamente respecto de la política. Por último, cómo caracterizar al periodista y a los medios como dos entidades con similitudes y diferencias. Suponemos que estas cuestiones cobrarán dimensión si el Frente de Todos asume el futuro gobierno.
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