A 49 años del Cordobazo, la hija del dirigente de Luz y Fuerza que fue uno de sus principales protagonistas de aquel levantamiento popular contra la dictadura de Onganía, dialogó con Socompa.
Hija del histórico dirigente de Luz y Fuerza, Agustín “El Gringo” Tosco, Malvina recuerda a su padre como “Un tipo íntegro, cariñoso, que nunca estaba quieto. Era un lector voraz”, dice, “leía sobre historia, política, pero también todo lo que le caía en las manos. En casa había libros sobre salud o yoga, por ejemplo. Los libros de mi casa fueron desapareciendo. Mi papá no estaba y nosotros sufrimos no menos de nueve allanamientos, y en cada uno de esos allanamientos la policía se iba llevando los libros”.
Malvina es empleada municipal, dirigente sindical de los municipales en Córdoba (Suoem), y se encolumna detrás del sector político conducido por Leopoldo Moreau y Gustavo López en el radicalismo “yirigoyenista-alfonsinista” MNA-Forja, integrado con el kirchnerismo en el Frente Ciudadano de Córdoba
“Cada vez que llega esta fecha yo siento que mi papá vuelve a nacer”, no es un día más para Malvina, no es como cualquier otro recuerdo, “y cada 5 de noviembre (aniversario de la muerte de Tosco) siento todavía que mi papá vuelve a morir”.
En Córdoba, Tosco “es un héroe, junto a otros compañeros que hicieron el Cordobazo”, dice, y menciona una y otra vez a lo largo de la charla a Atilio López (UTA), a Máximo Mena (SMATA), a René Salamanca y a Elpidio Torres. Pero especialmente a López “el Atilio López, que fue amigo de mi padre, y murió como él, por defender sus ideas. Lo acribillaron a tiros”.
“Por eso”, cuenta, “cuando llegan estos días y se hacen homenajes, y se me acercan muchos chicos que no vivieron aquello, pero que tienen tanto cariño por mi papá, y también aquellos que eran jóvenes y que ahora ya son gente mayor, y lo recuerdan, hay que hacer un esfuerzo mental y anímico para poder sobrellevar esta fecha con hidalguía. Pero no es fácil”.
Detrás del dirigente emerge el hombre, el ser humano y el padre, tantas veces ausente.
“De los recuerdos de mi infancia yo tengo como una postal”, evoca Malvina, “Recuerdo cuando íbamos al pueblo, a Coronel Moldes, donde nació mi papá, a ver a mis nonos. Ellos tenían allá una pequeña porción de tierra donde mi abuelo cultivaba espárragos. En aquél entonces era campo, la inmensidad de la pampa, molinos, sembradíos y algunos pocos animales. Recuerdo que iba con mi papá y mi mamá, y recuerdo aquél encuentro, sobre todo de mi papá con mi nona. Es un recuerdo feliz, que guardo como una postal”.
Cuando Agustín Tosco llegaba a su casa “era una fiesta” sabe Malvina. “Yo sé que estuvo preso unas siete veces, si no me falla ahora la memoria. Y si no, andaba clandestino. No podía venir a casa como otros padres que regresan del trabajo. Era por sus denuncias constantes contra la oligarquía; él los denunciaba con nombre y apellido, y entonces ellos lo perseguían brutalmente”.
La clandestinidad llevó a Tosco a vivir en condiciones extremas. Contrajo una encefalitis de origen bacteriano, de la que no pudo ser atendido apropiadamente. El pronunciado deterioro físico que arrastraba aceleró el final. A fines de octubre de 1975 fue internado bajo un nombre falso en una clínica de Buenos Aires. Agustín Tosco murió pocos días después, a los 45 años de edad.
Malvina dice: “nunca nos faltó su cariño. Cuando no podía venir nos mandaba mensajes, y regalos para mi cumpleaños y el de mi hermano (Agustín Héctor); a escondidas venían a traerlos los compañeros. Pero yo viví todo eso con el mismo orgullo que tengo hoy. Mi mamá nos explicaba con palabras sencillas lo que él estaba haciendo; que estaba peleando por una sociedad más justa, nos decía. Eso era mucho más grande e iba mucho más allá del hogar”.
Otra imagen: “También me acuerdo de verlo inclinado sobre una radio a válvulas que teníamos, largo rato, tratando de sintonizar Radio La Habana”.
Agustín Tosco se definía como “filosóficamente marxista”, ideas que llevó al sindicato, a la calle, a los vecinos “Decía siempre la palabra ´pueblo´ ante todo; quería que los trabajadores vivieran con dignidad, que llegaran a fin de mes con el sueldo que cobraban”, explica Malvina.
Tosco, “El Hijo del Pueblo”, lo bautizó Osvaldo Bayer. Fue dueño de esa alquimia única que le permitió articular un universo de ideas (radicales, peronistas y amplios sectores de la izquierda) que se pronunció en el Cordobazo.
El rayo que no cesa
“El Cordobazo empezó como una protesta en la calle, como tantas”, resume Malvina; era 1969, dictadura militar de Juan Carlos Onganía. “Se organizó una movilización de los tres gremios más importantes en Córdoba, en cantidad de afiliados: SMATA (Mecánicos), con Máximo Mena; UTA (Tranviarios Automotor), de donde venía Atilio López, y Luz y Fuerza, a donde pertenecía mi padre. Aquello fue pensado como un paro activo de los trabajadores, que salieron a protestar contra la dictadura. Pero sucedió que cuando venían bajando las columnas de las automotrices un policía de a caballo le disparó a Mena y lo mató de un tiro en el corazón”.
Mena tenía 27 años. Trabajaba en la planta automotriz de Renault y era delegado del Sindicato. Fue asesinado al inicio de aquella jornada en la esquina de la avenida San Juan y Arturo M. Basu, de Córdoba.
“La gente ya estaba cansada”, continúa Malvina, “ya había habido otros asesinatos como el de Santiago Pampillón (estudiante, 24 años), entre otros, y ya no se soportaba más la represión con muerte. La noticia de que habían matado a un trabajador de las automotrices corrió como un reguero de boca en boca. La gente se enardeció, y entonces aquello pasó de ser una manifestación a ser una revuelta urbana”.
La angustia en la casa de los Tosco era un océano sin fondo. “Lo recuerdo perfectamente: mi madre nos abrazaba, estaba muy asustada, mientras veíamos todo lo que pasaba en un televisor chiquito, blanco y negro. Fue así que vivimos esos días”.
En otras ocasiones le han preguntado a Malvina Tosco si querría ahora un Cordobazo. Ella responde rotundamente que no, “no porque aquello fue de mucha violencia, y yo no quisiera toda esa violencia de nuevo”, pero añade, “se entiende sí, que esa violencia era la consecuencia de la violencia de un gobierno de facto, y que era por eso que luchaba mi padre, por la democracia, para no tener que ver más a la Patria arrodillada”.
– Creo que, humanamente, la rebelión es un derecho difícil de asumir cuando el precio es tan alto y doloroso. Esa violencia puede parecer a veces injustificable y hasta incomprensible; pero, a partir de lo que vos misma contás, no ha sido en vano, porque significó también el principio del fin de la dictadura de Onganía, que era la razón de la lucha; puesto en términos históricos.
– Claro que sí, ese fue el final de una dictadura. Y cuando mi padre habla del Cordobazo, habla de aquellos días gloriosos; habla de la gesta gloriosa que hizo caer a un dictador. Fue la lucha contra aquellos que estaban por intereses ajenos al pueblo.
Fijate hoy, a 49 años, tenemos un gobierno que nuevamente está arrodillado ante intereses que no son los del pueblo. Solo hay una diferencia que no es menor, y es que este gobierno fue elegido en democracia. Sí, debemos decir, que eso no le da derecho a este gobierno a actuar en contra del pueblo como lo está haciendo. El pueblo no vota a sabiendas en contra de sus intereses, acá el pueblo fue engañado. Eso también es violento, aunque no es lo mismo.
– ¿Te parece imposible entonces una reacción popular semejante al Cordobazo?
– Aquello no fue planificado. Aquello fue un paro activo, con movilización, y nadie podía prever que iba a desembocar en una revuelta urbana. Los cordobeses son como raros; la verdad es que son bastante extraños. ¿Si puede ocurrir otro Cordobazo?, no lo sé; pero si esto sigue así (por el Gobierno Nacional), nadie sabe lo que puede llegar a pasar.
– ¿Cuál es la situación hoy de los gremios históricos en Córdoba?
– Los gremios están fuertes, pero también están siendo atacados por el Gobierno Nacional. Atacan los convenios colectivos de trabajo. En EPEC (Empresa Provincial de Energía de Córdoba) amenazan los puestos de trabajo (la semana pasada la Legislatura cordobesa dio de baja una serie de beneficios, como los aportes a los fondos compensadores previsionales, del convenio de Luz y Fuerza, y la empresa planteó 800 retiros voluntarios), todo con el discurso de que hay que hacer el esfuerzo para que la Patria “crezca”. ¿Así que resulta que ahora, que han pasado 49 años del Cordobazo, cuando mi padre con otros compañeros consiguieron esos derechos, nos vienen a decir que hay que hacer el esfuerzo para que la Patria crezca?. La mentira es política de este Gobierno Nacional. Yo creo que más temprano que tarde la gente se va a dar cuenta de estas mentiras.
-Hoy se ve la defección de muchos de los grandes gremios a nivel nacional…
– Y en aquella época también se veía eso. Sin embargo surgió la CGTA, conducida por Raimundo Ongaro, que se integró con otros gremios, entre los cuales estaba el que conducía mi padre. Ellos cortaron lazos con la CGT tradicional, y eso también fue un factor que hizo que se produjera el Cordobazo. Por eso a veces a la unidad hay que pensarla; porque si la unidad te lleva a la quietud, a quedarte mirando y no hacer nada por aquellos a quienes representás, bueno…tal vez haya que hacer lo que hicieron aquellos gremialistas y empezar a tomar nuestras propias decisiones. Ahí está la CTA, ahora, por ejemplo. La unidad tiene que servir para desatar nudos, no para atarlos. Yo tengo la esperanza de que las bases les den un cimbronazo por fin a los dirigentes para que se hagan cargo del compromiso que asumieron. Hoy es claro que esta CGT no representa los intereses de los trabajadores.
– Escuché un mensaje de Mauricio Macri tratando a Cristina Kichner poco menos que de “loca”. ¿Qué pensás vos de Cristina Kichner y de los dichos del presidente?
– Siento una enorme admiración por Cristina. Es de una grandeza inconmensurable. Lo digo además porque aún hoy, después de tantas luchas y de tanto que se ha conseguido, nos es muy difícil a las mujeres llegar a lugares de decisión. Yo soy ama de casa, cuido a mis hijos, vivo de mi trabajo, y me es muy difícil sostenerme. Cristina posicionó al país internacionalmente. Cristina sostuvo todo lo que había hecho su marido durante su gobierno. Y lo perdió a él, e igual se sostuvo. Es difícil porque aun dentro del peronismo hay misoginia, y la atacan. Hay dirigentes de su propio partido que dicen que solo es posible la unión sin Cristina, y yo pienso que eso no tiene fundamentos y que también hay ahí misoginia. Cristina dio derechos y amplió derechos, y tiene millones de votos, pero muchos no la quieren ahí, no la quieren porque es mujer, no por fundamentos políticos.
Malvina explica su militancia en el Movimiento Alfonsinista liderado por Leopoldo Moreau: “el radicalismo fue la primera expresión popular en Argentina, y yo siempre tuve afinidades con el radicalismo. No con este radicalismo de Cambiemos, sino con el radicalismo de Abel Amaya (Amaya fue abogado, activista reformista en la universidad. Detenido-desaparecido en 1976, murió como consecuencia de las torturas a las que fue sometido), del radicalismo de esencia popular. Hay un punto de unión entre ese radicalismo y el peronismo. El doctor Illia era amigo de mi padre, venía muy seguido a mi casa, y como él hubo muchos radicales cercanos a mi padre que compartieron la lucha”.
– Te referís a un recorrido de ideas como las que expresaron los intelectuales de FORJA.
– Claro, ellos después se apartaron del radicalismo; porque también es cierto que el radicalismo tiene una inercia histórica a irse hacia la derecha. Pero en el fondo, en el origen, hay una lucha común con el peronismo. Por eso también formamos parte del FPV; y por eso valoro a Cristina, porque para Cristina siempre primero está la gente. ¿Qué los medios de comunicación y el presidente le dicen loca? Si ella es loca, yo también soy loca, y somos un montón de locas.
– ¿Sentís por dentro el mandato de tu padre?
– Siento un compromiso con él. Siento que es lo mínimo que le debo. No pretendo ser como él ni subirme a los homenajes. Él es inalcanzable. Pero siento como hija la obligación de defender su lucha, de traerla al presente, de hacerla conocer; que todos sepan que lo que hoy tenemos como trabajadores no vino solo, sino que es el resultado de la lucha de compañeros que perdieron la vida por esto, que fueron asesinados o perseguidos hasta la muerte como lo fue mi padre.
Fuente: https://www.enestosdias.com.ar/2333-el-hijo-del-pueblo