Nadie sabe si el cuerpo es de Santiago, los medios informan lo que no deberían informar, el juez no protege datos cruciales. La idea es que el hecho político de la desaparición forzada se transforme en otra cosa.

Esto está siendo escrito  a las 5 y media de la tarde después de que se difundiera la noticia de la aparición de un cuerpo en el río Chubut. Y de que Bullrich  y Avruj están viajando al lugar, lo que hace presumir lo peor. Pero no hay manera de saberlo. Lo que es noticia es la probabilidad de que sea Santiago. A eso apuestan La Nación y Clarín, que dan datos que no debieran trascender (como las ropas que cubrían al cuerpo) hasta que no hubiera una absoluta certeza de qué ha ocurrido realmente (algo que el juez también debió haber protegido, porque no se puede dejar el dolor librado a especulaciones y a especuladores). Dicho sea de paso, por lo menos La Nación cerró la noticia a comentarios de los lectores, con lo cual uno se evita toparse con el mensaje de un infame que celebra en Clarín la posibilidad de que sea Santiago porque sería “un plan menos”.

Lo que pasa a esta altura del desarrollo de la noticia es que ya hay una posverdad instalada: es Santiago, si no, ¿a qué vendría toda esta cobertura informativa a cielo abierto? De ese modo, ya no hay manera de desmentir que el cuerpo sea de Santiago, lo que deja a un costado, al menos por un tiempo, el hecho político de la desaparición forzada que es instantáneamente  reemplazado por el hecho policial de un asesinato. Y se abren las especulaciones a lo Carrió: fueron los propios mapuches, ya había muerto en el ataque al puestero, a un gendarme se le fue la mano, se ahogó porque no sabía nadar, etc. Tal vez se informe que el cuerpo no es de Santiago, pero la operación ya está hecha. Y empieza a perder sentido hablar de una política represiva, de Noceti, de encubrimientos.

Los hechos no hablan por sí solos como pretenden hacer creer los apóstoles del  periodismo de mercado. Se los hace hablar, incluso cuando se habla de aquello de lo que todavía no se puede hablar. Como sea, pase lo que finalmente pase, lo que hace esta política noticiosa es empeorar la vida, el oficio, la democracia.