Santiago Maldonado lleva 14 días desaparecido, desde que se lo llevó Gendarmería de la Comunidad mapuche Pu Lof, en Chubut. Mientras tanto, en Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta hace desaparecer su nombre de las paredes donde se reclama su aparición con vida.
Está circulando por las redes la foto de un empleado del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se ocupa de que quede “limpia” la pared donde alguien escribió el reclamo que compartimos tantos: que Santiago Maldonado aparezca con vida. La inscripción no debe ser de hace mucho tiempo, así que es evidente al apuro por borrarla, como para que no perdure el reclamo y de esa manera intentar que se esfume el recuerdo, lo más pronto posible. El empleado maneja, seguramente sin saberlo, un aparato de tapar la memoria. Como si desapareciendo las palabras se borraran para siempre los hechos. No es la primera vez que pasa. Imposible no recordar el anillo de metal que rodeaba al Obelisco con una inscripción que iba mucho más allá de una indicación de tránsito “El silencio es salud”. Claro que aquello pasaba en dictadura y esta limpieza a las apuradas sucede en una ciudad donde se vota a las autoridades. Autoridades que, al igual que muchos medios, minimizan cuando no ignoran la gravedad de la desaparición de Santiago. O tal vez se trate de la banalidad del mal. Importa más una pared impecable que la ausencia de un ser humano y la angustia por saber su paradero.
Como sea, una vez más, se trata de desaparecer al desaparecido