Si la industria editorial venía muy mal y en picada en los últimos años -sin políticas públicas ni privadas acordes a los tiempos-, la cuarentena castigó peor. De cómo una iniciativa en Facebook juntó a escritores para que luego se putearan. O para pensarlo todo desde casi cero.
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Pase lo que pase, las febriles plumas argentinas no se detienen. La peste es el tema de próximos volúmenes para leer sin barbijo y con alcohol en gel para dar vuelta las páginas.
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La relación con la lectura también está inevitable y dialécticamente atravesada por la relación con el mundo. No leer desde el poder es una de sus múltiples posibilidades.
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Un mercado librero cada vez más expandido, grandes emporios cinematográficos que se apoderan de las historias que pertenecen a todos, sitios musicales que interrumpen la escucha para pasar publicidades de autos. Hay algo que no terminar de encajar entre la dinámica capitalista y las formas de acceso a la cultura.
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El recuerdo de un librero emblemático de La Plata, a quien nunca le interesó entender que la venta de libros era un negocio, y un episodio (o dos en uno) que lo pinta de cuerpo entero.
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“En el placer el objeto se resiste y en la resistencia hay un crecimiento del sujeto”. No es lo mismo el placer de la lectura que el disfrute, que el consumo programado. No adelantamos “El relato macrista”, porque acaba de salir y y está disponible en las librerías, pero compartimos un capítulo del libro más reciente de uno de los lujos que nos damos en Socompa, el periodista y escritor Marcos Mayer, a quien tenemos acá nomás, a la vuelta de la esquina de las letras.
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Siempre las mis tradiciones: discursos inaugurales, pilas de gente, olor a hamburguesas, autores que se pasean por horas esperando se reconocidos, reportajes abiertos y cerrados, pilas de gente, y palabras, muchas pero muchas palabras. Pero hay algunas que estaría bueno escuchar y que hace rato que no entregan. Sugerencias para una feria que sucediera en un mundo bizarro, pero que no es este.
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Macri no suele incluir a la lectura entre sus hábitos favoritos. Y cuando nombra un título, los autores nacionales brillan por su ausencia. Es el que el líder de Cambiemos prefiere las historias inspiradoras y entre sus propios personajes predilectos brillan Mandela y Gandhi. Mucha paz y nada de amor.
Leer másComo en las películas americanas, incluso en buenos libros se muere fácil. Puede quedar una marca unos días, una noble melancolía a la distancia por la pérdida de un Tre-Mal-Naik, gran camarada de Sandokán, la desaparición...
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No tenía razón Heráclito con eso de que nunca nos encanutamos en la misma fase.