Se dice y mucho que la caña con ruda es una combinación milenaria que ya se mandaban al buche los pueblos originarios de nuestro subcontinente. Bueno, nada que ver, como se cuenta sin pelos en la lengua en esta nota.

No hay necesidad de ser un genio de la botánica, ni de la sociología y ni siquiera historiador de fin de semana, para darse cuenta de que los argentinos, como hijos de un país recién nacido, nos inventamos cuentos imaginativos que suplen la historia que nos falta. Me quiero referir a la costumbre “milenaria” propia de los “pueblos originarios” de tomar para estos días unos traguitos de caña con ruda. Lo que voy a resumir en esta nota se lo puede encontrar, con lujo de detalles, en la web. Claro, en páginas de ciencia, no de boludeo. Para eso también sirve la compu o el celular, aunque algunos no se enteren,

Para que la caña con ruda de los primeros días de agosto fuera, realmente, una costumbre milenaria de los pueblos originarios, tendrían que haber sucedido un par de cosas, en rigor cuatro, que no sucedieron.

La primera, que los europeos hubieran llegado a este continente unos 600 años antes.

La segunda, que en uno de esos viajes hubieran traído la ruda. Porque la ruda es una planta de origen asiático; no americano. Cuando los egipcios, para no abundar en referencias, levantaban sus primeras pirámides, tomaban cerveza con ruda, como desparasitante. La ruda, en cualquiera de sus múltiples variantes -más de veinte- tiene un componente tóxico que mata los bichos de las tripas. Y más, el aceite de ruda, según la dosis, puede matar a una persona.

Se supone que, merced al comercio en el Mediterráneo, la ruda pasó a Europa, donde se la usaba para el mismo fin. Un recuerdo de aquello es la costumbre italiana de beber un vasito de grapa con ruda como digestivo, luego de una comida copiosa.

La tercera, que para que la caña con ruda milenaria no fuera una superstición, en aquellos viajes, 600 años anteriores a Colón, trajeran también la caña de azúcar, que es originaria de la India. Lamentablemente la caña de azúcar llegaría recién con los viajes de Colón, con los que los cálculos milenarios se nos hacen humo.

Y la cuarta, que sería necesario que aquellos ignotos viajeros milenarios hubieran enseñado el arte de la destilación a los pueblos originarios. Algo que ninguno conocía ni practicaba. Porque lo suyo, como lo de los egipcios piramidistas, era la fermentación de lo que tocara, por ejemplo, el maíz, la algarroba o la mandioca.

No es difícil entender que la caña (un destilado) con ruda no tiene la menor posibilidad de ser milenaria y, si es practicada por pueblos originarios o sus descendientes, tiene un tiempo de inicio, la colonización europea de nuestro continente.

Bueno sí, hay una explicación posible. Que los atlantes, los fenicios, los selenitas o los marcianos aportaran la ruda, la caña de azúcar y la destilación. Cosa que, como buen ateo, me resulta difícil de creer.

Ah, una cosita más. Es sabido, lo que no quiere decir que sea cierto, que tener en casa una ruda macho es buena para alejar las malas ondas. ¿O era una ruda hembra? Lo mismo da. Lo cierto es que no existe ninguna ruda en versión macho o hembra, porque la ruda, en todas sus variantes, es una planta hermafrodita, es decir que en la misma planta conviven los órganos de los dos sexos. ¿Y entonces? Que las llamadas rudas macho o hembras son variantes distintas de familia de las rutáceas.

Por supuesto, la irracionalidad no le quita sabor a la invención, y nada impide que cualquiera se mande su vasito de caña con ruda, sintiéndose progresistamente milenario. Subrayo lo de progresista porque, cuando se despliegan las raíces del invento, está de moda tomarlo como un ataque a la sabiduría de los pueblos originarios. Digo yo: ¿No es suficiente que aquellos pueblos desarrollaran la papa; el maíz; el tomate; los ajíes; los porotos, el cacao y el maní; también llamado cacahuete, por su raíz náhuatl? No me parece poco.

Lo dicho al comienzo de esta nota anti supersticiosos: Como tenemos una historia muy cortita nos inventamos costumbres milenarias de todo a dos pesos. O sea que, si le vas a dar a la caña con ruda, que sea para los parásitos o, mejor, mucho mejor, de puro curda nomás.

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