Más de 450 delegados de la Corriente Sindical Federal se reunieron en plenario el viernes en la ciudad de Puerto General San Martín en un acto que cerró el ex ministro Carlos Tomada. Lo que sigue es la crónica de ese acto, o un intento de retratar un tipo de planeta que no aparece en la televisión.
Mundos que no se ven en la tele.
Son 450 a 500 delegados sindicales. Todos tranquis, casi se diría que seriamente sentados, muy atentos a los discursos que se suceden en un local todavía flamante, de grandes ventanales, que pertenece al gremio local de los aceiteros. 450 a 500 laburantes reunidos para discutir, con una cuota interesante de mujeres, pertenecientes a muy diversos gremios del departamento de San Lorenzo, en Santa Fe, y alguna cercanía. La ciudad que los recibe es Puerto General San Martín, 40 y pico de kilómetros pasando Rosario. Hay aceiteros, químicos, estatales, municipales, Luz y Fuerza, papeleros, SADOP y más. Las edades son también diversas aunque podrían promediarse en un sub 40 y poco o sub 50. Mayoría de rostros curtidos por el frío, el laburo o la vida, camperas muy usadas, algunas gorras con visera, no muchas pecheras con la identificación del sindicato. La calma es lo que prevalece en el plenario, una calma que es sinónimo de escucha y de diálogo tácito, también de alerta, por ejemplo cuando desde la larga mesa que preside el plenario, el dirigente aceitero Pablo Reguera resume el espíritu de la asamblea:
-Muchachos, tenemos que estar despiertos. Todos los días nos sacan alguna ley en contra de los trabajadores.
Esto, esta rrrrealidad, no sale nunca en televisión. Quizá es el mundo más desaparecido de los medios y su imaginario de publicidad clasemediera: el mundo del trabajo, sobre todo del trabajo fabril. Aunque el Gato Sylvestre tenga la sana costumbre de llevar a su programa dirigentes sindicales de segunda línea, delegados, dirigentes de izquierda o empresarios pyme, esta escena no sale en tevé y está prácticamente ausente en las discusiones políticas públicas, o mejor dicho, las mediatizadas.
En mayo pasado Pablo Reguera fue reelegido por los trabajadores del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros (SOEA) en el departamento de San Lorenzo. Los aceiteros de todo el país, el país de la soja, suelen obtener paritarias que otros gremios deberían envidiar. Su capacidad de presión es interesante: según cómo se planten en la pelea pueden detener filas de camiones, amarrar barcos, paralizar puertos, poner los pelos de punta entre la buena gente del agrobusiness.
Alguna vez el ex ministro Carlos Tomada, estando en funciones, tuvo que negociar con ese gremio. A Tomada no le faltaba muñeca pero esas peleas son bravas, como las que sucedieron con Camioneros. No es fácil para un funcionario que el listón de las paritarias quede muy alto. No todos los sectores empresarios tienen la misma rentabilidad.
Pero, caramba, justo cuando el compañero Reguera está en uso de la palabra, Carlos Tomada, ex ministro, llega al precioso local de los aceiteros, todo blancura, fulgor y ventanales. Entonces Reguera presenta a Tomada como el “campeón de los ministros”, los 450 delegados aplauden de buen grado y convencidos, sin fanatismo sino con respeto, y Reguera después la agarra para el lado de la joda: citando a aquel funcionario PRO que justificó la reforma jubilatoria “porque los niños de hoy van a vivir 200 años”, dice que “si vamos a vivir 200 años, que Tomada sea ministro otros doce años. Si nos vamos a jubilar a los 100… Ojála se haga, ¿no?”. Risas y aplausos.
Hora de decir que este plenario en la comuna Puerto General San Martín tiene que ver con una localización exacta del mapa sindical. Es parte del armado de la Corriente Sindical Federal, lanzada en agosto pasado en el microestadio de Ferro, en donde se habló de la necesidad de ”una CGT que confronte, que no sea cómplice ni tampoco gestoría del Gobierno nacional”. Ya llegará el momento en que se grite “¡Paro general!”; ya llegarán más broncas contra el estado semicomatoso de la CGT.
Lo interesante: de camino al plenario, sobre la ruta 9 y yendo en coche con Tomada, ni el ex ministro, ni sus colaboradores, ni el cronista sabían exactamente con qué se iban a encontrar. Aun cuando Tomada esté más que curtido en estas materias, también el cronista alguna vez viajó con un político ansioso por saber qué le esperaba en destino, particularmente a la hora de un acto. De modo que alguna leve ansiedad se respira. Llegan mensajes de uasap en el viaje que algo anticipan: quiénes llegaron al plenario, cuántos son, qué dirigentes, invitaciones para actos o actividades en Santa Fe a los que Tomada no podrá ir porque el día tiene 24 horas. Sí en cambio se sabe que finalmente el “Chivo” Agustín Rossi –precandidato con serias chances de ganar las PASO en su lista- no irá a este acto en particular. Con lo cual (secretamente), el cronista se alegra. Porque lo que quiere ver y relatar es lo que expresen los laburantes o sus dirigentes zonales y no un acto de campaña electoral. Hay por lo tanto en el viaje –Campana, Zárate, San Pedro, San Nicolás- una incertidumbre saludable que habla de cierta falta de control político del acto. Puede que se trate de un acto estilo “nueva Cristina” (con los testimonios de los golpeados por las políticas macristas pero sin cámaras), uno de campaña más o menos clásico o un plenario de autodefensa de los trabajadores. Terminará siendo más bien de lo último.
Ejemplo. Cuando Reguera finaliza su breve discurso, el dirigente que le sigue dice derechito, no sin aludir a cierto estado de confusión social en la previa de las últimas elecciones:
-Sabíamos bien quién era Macri. Quiere aplicar el modelo de Brasil: “Si un día te necesito, te llamo, y si otro día no, no te llamo”. Estamos totalmente destruidos en algunos lugares y lo que está haciendo el triunvirato de la CGT es la-men-table (aplausos). Las bases tienen que hacerse oír. Si no nos ponemos de pie, si creemos que no nos va a tocar…
Entonces salta un delegado al fondo que grita por primera vez:
-¡¡Paro general!!
Y luego un tibio rumor de “Vamos a volver” (acá, al sur de Santa Fe, junto al río Paraná y ante estos rostros, el cantito suena muy distinto que en Capital o en Facebook), que se disuelve pronto. El orador, prudente, alude a las elecciones con una frase sencillita: “Se siente un tufillo a victoria de la doctora”.
Dos observaciones: el acto durará algo así como una hora y media. Las alusiones al peronismo y su historia serán más bien contadas; lo mismo la identificación con el kirchnerismo, que está latente pero como en segundo plano y por ahora más racional que festiva o épica. Sin embargo, no por nada Reguera, al presentar a Tomada, habló del crecimiento de su gremio durante los años kirchneristas, a las primeras negociaciones paritarias, a la construcción misma del local todavía flamante en San Martín y a la compra de no pocas hectáreas por parte del gremio para construir 600 viviendas sociales.
Recuerdos del futuro
Antes, sobre la ruta 9, se habla un poco de todo. Amenazó Tomada con sentarse adelante para trabajar pero no. Deja los documentos que lleva para leerlos después. Se habla de los sindicatos (y sus finanzas) como una de las víctimas de las políticas macristas, entre otras cosas vía pérdida de afiliados. Se cuentan chimentos como uno venido del partido de Moreno según el cual Cristina tiene una intención de voto presunta del 50 por ciento. Se habla de Randazzo y de su apuesta. De los déficits comunicacionales del kirchnerismo a la hora de incidir en y exhibir hacia afuera lo que decíamos al principio: los mundos gremiales (la fábrica, la comisión interna, el mundo del trabajo). Habla Tomada del respeto, el cariño y el cierto temor que sentía Néstor Kirchner respecto de la capacidad de hacer quilombo de los petroleros de Chubut y del norte de Santa Cruz.
On the road, again, había dicho a las siete y minutos de la mañana Tomada al salir de su casa y subirse al coche, con el día apenas clareando. La expresión está buena para aludir a lo que despierta siempre la ruta cuando se viaja. Al ver los carteles que anuncian la cercanía de San Nicolás –ejemplo- el cronista pega un viaje hacia atrás en el tiempo, a los primeros años menemistas, y a una nota que hizo en esa ciudad tiempo después de la privatización de Somisa. Ya se habían repartido los retiros voluntarios, las indemnizaciones o lo que fuera. Muchos habían comprado su coche para hacerse remiseros, o habían puesto la rotisería, el kiosco, el parripollo. El cronista, trabajando para Página/12, llegó cuando todos se mataban contra todos. Porque ya no había demanda en San Nicolás. Menos aun para tanto remise. kiosco y rotisería.
Comparto el recuerdo con quienes viajan en el auto. Tomada da a entender que aquella oleada neoliberal agarró al país medio distraído o en bolas, que, en fin, había un presidente peronista y que, en fin, era medio simpático. La conclusión: aquello no puede volver a repetirtse.
Solo la organización vence al…
En el plenario le toca el turno a un dirigente de larga trayectoria, Jorge Hoffmann, de ATE Santa Fe. Hoffman fue en sus años mozos militante universitario, abogado recibido en el espantoso 1975, fundador de APDH, defensor de presos políticos. La frase breve que viene es valiosa porque connota una crítica y una autocrítica, a aplicar en tiempos macristas. Le dice a la audiencia de más de 450 delegados bien atentos que “por debajo de Cristina hace falta una gran organización y un sustento político y gremial. Cristina sola no lo puede lograr sino hay una fuerza social organizada pero fundamentalmente desde abajo”.
Después habla Martín Lucero, de SADOP. Vuelve a aludir al fantasma de la reforma laboral. Es interesante que a escasas semanas de que el gobierno y los medios conservadores hayan ventilado a medias ese proyecto oficial en las bases sindicales ya se discuta una respuesta de resistencia. Dice Lucero: “Para los trabajadores, que somos la parte débil de la relación con los patrones, no existe la ‘voluntariedad’ (N. de R: la voluntad presunta del trabajador de laburar cuándo y cómo se le cante a la patronal). Esa es la voluntad del patrón. No les crean nada, compañeros, no les crean nada. La grieta es con los poderosos; o el modelo de mercado o el Estado con los trabajadores” (aplausos).
Va de nuevo: se trate del fantasma de la reforma laboral o la jubilatoria, de una alusión a la posible truchez de las pruebas PISA con que se castiga a los docentes y la educación estatal argentina, de las recomendaciones de la OCDE al gobierno, es más que interesante asomarse a esta rrrrealidad en que estas cosas se discuten en un plenario de delegados sindicales en algún lugar muy, muy lejano de la galaxia porteña. Esto es también cultura del trabajo, mucho más rica, productiva y diversa que la expresión cultura del trabajo aplicada a un mandato bíblico sacrificial o capitalista, o a la insufrible frase de Perón: “de la casa al trabajo y del trabajo a casa”. Acá están los dirigentes sindicales zonales y los 450 delegados haciendo de correa de transmisión de ideas (acá está también, con perdón, cierto no lugar de La Cámpora u otros kirchnerismos posibles), llevando lo discutido al barrio y a la familia. Acá hay tipos grandes curtidos y delegados de poco más de 20 con arito y gorra y compañeras de diversos gremios. Acá también se jode con los spots de Cambiemos o lo que dice la tele. Acá la marcha peronista sonará discretamente, apenas al final del acto, con todo el mundo en otra cosa. Acá se habrá hablado de “Estado de Bienestar”, además de otras cosas más previsibles: blindaje mediático o “los medios no hablan del gobierno de Mauricio Macri”.
Ya se va agotando la lista de oradores y le toca a Alberto Botto, de Luz y Fuerza. Van nuevas puteadas contra el triunvirato de la CGT.
-No va a alcanzar con un paro general. Hay que exigirle a la CGT un plan de lucha que derrote este modelo. Acordémonos de lo que pasó en nuestra región en los 90s: todo parado, crecimiento de la desnutrición.
Caramba, Botto casi suena a FIT cuando proclama “Tenemos que derrotarlos en las urnas y en las calles”. Mientras que Claudio Leone, de los municipales de General San Martín, quizá un turno atrás, dijo: “Tenemos que llegar y reventar las calles en el acto del 22 de agosto y exigirle a la dirigencia un paro general y si no que se vayan”.
Los caminos de la soja
Comuna General San Martín, Toma 1.
Una nota en La Nación de altri tempi, de los años que comenzaban a ser prósperos para el país y para el agrobusiness. Julio de 2005:
“Alcanza con salir a caminar por Puerto General San Martín y ver esas filas interminables de camiones esperando para descargar cereales producidos en la pampa húmeda, los barcos que se alejan llenos y los que llegan vacíos, los enormes silos atestados y la gente trabajando en el puerto para saber que esta ciudad, Santa Fe y el país están creciendo al ritmo de la soja”.
De haber sido escrita cuando los quilombos desatados por la resolución 125 al redactor le hubieran impuesto escribir “el país está creciendo al ritmo del campo (que es la Patria)”.
A este otro redactor se le hace que el camino portuario es más bien un infierno. Es un infierno la entrada de miles de camiones diarios al puerto de San Martín por una calle simple y rota como de conurbano, destruida por el paso de camiones con y sin acoplado, camiones tanque o cargados de soja y acaso otros cereales. Modelo agroexportador: tanta soja, tanto camión, tanto silo y tan lejos de Dios. ¿Cómo demonios la comuna, la provincia, no tiene un acceso específico y bien construido para la caravana de camiones? ¿Y por qué tanto camión y no más tren?
Dice la humilde pero constructiva web oficial de la comuna General San Martín que la ubicación del puerto (iniciativa de un escocés venido a estas tierras) tiene que ver con la generosidad del Paraná: 600 metros de ancho y aguas profundas. Lo que se ve de lejos al llegar no es un dulce pueblo santafesino sino algo más bien pesadillesco: un pueblo o ciudad chica que no alcanza a prosperar con la guita de la soja, silos, oleoductos, un par de chimenas distanciadas entre sí, altísimas y delgadas, que exhalan humaredas feroces como las del paisaje nocturno de Blade Runner. De la pampa húmeda al caos o la mala planificación.
Este es el principal puerto exportador agro-industrial del país, dice con orgullo la página web, “exportando cuatro mil millones de dólares al año (…) A partir de 1997 ha comenzado a operar la Terminal de Embarque Minera Alumbrera Limited”.
Esto que –en la mirada muy superficial del cronista que fue-al-acto-sindical-y-volvió este pueblo/ ciudad/ puerto con bonita vista al río tiene algo de ribereño bonito pero más de derrame económico escaso. Dicen que los pescados son incomibles porque se morfan los porotos de soja que caen desde los barcos o muelles de descarga.
Comuna General San Martín, Toma 2.
Y sin embargo, la comuna tuvo su París pero del ’68. Aquí mismo, de la mano de un intendente llamado Lorenzo Domínguez, ligado entonces a la renovación peronista, se editaron entre 1987 y 1991 exactamente 32 Cuadernos de la Comuna. Se trataba de una revista -libro con finos artículos, ponencias y avances de tesis, en un tiraje que fue de los 1000 a los 3000 ejemplares. Los Cuadernos de la Comuna fueron dirigidos por Horacio González, en tiempos en que el fundador de Carta Abierta era docente de la Universidad de Rosario, cuando maduraba su noviazgo con Liliana Herrero, por entonces más docente de Filosofía que cantante. Fito Páez paseaba con ellos por Rosario. Paseábamos de Alfonsín a Menem.
Esto son otros tiempos. Soja, infierno de camiones, pavimento destrozado y macrismo. Pero la memoria y la historia se cuelan. Volvemos al plenario en el local de los aceiteros porque el que está por hablar es un histórico de aquellos. Será por eso que es el único de los oradores que se pone de pie para hacerlo (no lo hará Tomada cuando cierre el acto). Lo primero que dice ese señor histórico, cuyas barbas y pelo canos tienen algún matiz medio rubión como de gringo, es pedir la libertad de Milagro Salas “y de todos los presos políticos”. Repetimos: no es lo mismo escuchar el pedido de libertad de Milagro Sala entre la clase media K o lo que venga o en Facebook que ante 450 delegados de rostros curtidos por el trabajo y la vida.
El dirigente del que hablamos es Victorio Paulón, el que se bancó la represión feroz del cordón industrial que va del noreste bonaerense al sur santafesino a partir de 1975. El que hoy forma parte de la comisión directiva del CELS. El de las coordinadoras de Villa Constitución. Durante varios años fue secretario general de la UOM en esa ciudad, enfrentado con el antiguo poder oficial metalúrgico. Terminó sopre el 1º de mayo de 1975. La cárcel duró seis años y medio, luego el exilio, luego la reelección conmovedora en democracia. De nuevo dirigente de la seccional Villa Constitución de la UOM y secretario general entre 2000 y 2008. Paulón tenía un hermano, Pedro, que fue secuestrado el 19 de julio de 1976.
Todo eso y sin embargo Paulón tiene esa risa ancha y abierta al saludar, no sabemos si calificarla como sonrisa gringa o cachadora. Se pone de pie. Pide por la libertad de Milagro Sala y la hace corta: dice que va a leer un documento en construcción que recorrerá y acaso se nutrirá de muchos plenarios como este a lo largo del país. Cuando termina de leer el documento queda un cierto aroma a encuentros y programas de La Falda y Huerta Grande. El documento finaliza aludiendo a la memoria de los 30.000 desaparecidos (y ahora mismo, en la página web de la Corriente Sindical Federal, se pide la aparición con vida de Santiago Maldonado).
Cierra Tomada (tanto lo halagaron en el acto, tanto se multiplicaron las selfies al final, que uno piensa que de no haber sido Néstor y Cristina el centro de un sistema solar, el hombre pudo ser el coronel Perón de los tiempos de la Secretaría de Trabajo y Previsión). “Qué distinta sería la realidad del movimiento obrero –dice el ex ministro- si estas reuniones fueran más habituales, más continuas, más presentes”. Tomada hace lo que el rito y la nobleza obligan: felicita por el acto, a los dirigentes, a los delegados. Repasa cifras, alerta sobre los fantasmas de los que otros ya hablaron. Dice que “no hay forma de volver a la Argentina del Primer Centenario sino es fragmentando, cooptando, reprimiendo al movimiento sindical argentino”. Desmiente las cifras oficiales sobre un presunto crecimiento del empleo explicando que el 68% es cuentapropismo y el 25% tropa propia que el macrismo puso en el Estado tras desalojar trabajadores a mansalva. El cronista se distrae mal, justo cuando el ex ministro levanta el tono de la voz para llegar al crescendo y al clímax del final. Pero se ve que el calmado plenario de los 450 a 500 delegados sindicales esperaba un poco de fiesta y de polenta porque la gran mayoría se pone a aplaudir y a cantar.
Ya se dijo: el vamos a volver suena muy distinto en otros pagos.