El Pejerrey Empedernido empedernido se metió en la campaña y dice que a los ricos habría que sentarlos al borde de la sartén y quemarles el culo. Pero como falta para las elecciones por ahora se conforma con pasarte una receta de buñuelos, de los auténticos, los de verdad.
Porque habría que sentarlos al borde del sartén, para freírles el culo por los menos, o algo así. ¿Se imaginan? Pero no sé si les pasará lo mismo que a mí: siento que en nombre de la campaña para octubre, de las candidaturas y de los acuerdos entre los profesionales de la política, los de abajo y de a pié no mojamos ni un churro, como gustaba decir el mosaico anarquista y gaita de un viejo bar que ya no existe, allá por el barrio porteño de La Paternal. Es decir, en nombre de todo eso, a la tribuna le pintan debute votá en octubre pero ahora aguntatelás y mangale a tu tío para pagar la luz; no les des bola a los precios cuidados que son versículo rufián, no hay un puto churrasco en las góndolas para pobres pero los del Indec los usarán para mentir que baja la inflación. ¡Qué ganas de freír culos de gorilas! Y sí, por suerte para la humanidad existe el universo de las cocinas, de las culinarias, cada una de ellas patrimonio cultural intangible del pueblo; y el tango para los del río color dulce de leche, el que se traba en lucha libre y a los empujones, cuando no a los besos, con el mar, cerca de Samborombón. Porque unas y otro nos susurran acerca de casi todo, sobre qué hacer – volvé pelado, dale que la pregunta que hiciste libro sigue ahí, sin respuestas – a la hora de las elecciones sin perder la esperanza, aunque sea poética, de freírle el culo al turraje, para que queden como buñuelos en calzones. Si no me creen lean y escuchen, que para eso están estas máquinas digitales, para hacerlo a la vez, “Se viene la maroma”, ese tangazo de 1928, con letra del gran Enrique Delfino: Cachorro de bacán, andá achicando el tren; los ricos hoy están al borde del sartén. El vento del cobán, el auto y la mansión, bien pronto rajarán por un escotillón. Parece que está lista y ha rumbiao la bronca comunista pa’ este lao; tendrás que laburar pa’ morfar.¡Lo que te van a gozar! Pedazo de haragán, bacán sin profesión; bien pronto te verán chivudo y sin colchón. ¡Ya está! ¡Llegó! ¡No hay más que hablar! Se viene la maroma sovietista. Los orres ya están hartos de morfar salame y pan y hoy quieren morfar ostras con sauternes y champán. Aquí ni Dios se va a piantar el día del reparto a la romana y hasta tendrás que entregar a tu hermana para la comunidad.Y vos que amarrocás vintén sobre vintén, la plata que ganás robando en tu almacén.Y vos que la gozás y hacés el parisién, y sólo te tragás el morfi de otros cien. ¡Pa’ todos habrá goma, no hay cuidao…! Se viene la maroma pa’ este lao: el pato empezará a dominar. ¡Cómo lo vamo’ a gozar! Pedazo de haragán, bacán sin profesión; bien pronto te verán mangando pal’ buyón. Y dejen que les cuente, limeñas y limeños, así, sin celos ni malos entendidos, que los “sauternes” (por cierto vino dulce de los franceses, el Sauternes claro, muy al uso compañero del fois gras o paté de hígado de ganso), están de moda otra vez por nuestras tierras, con eso de los tardíos que le dicen; no me apetecen ni un poquito así, pero sobre gustos no hay nada escrito decía una vieja y…Las otras son inalcanzables pero cuando hay un sope en el sobolyi como las disfruta mi escritora preferida, al crudo y sólo con limón, mientras de fiaca en la catrera. Sobre el champán qué puedo agregar, helado siempre bien bruto y al estilo del viejo cura, que fermenta en botellas, claro para cuando vuelva un mango a la billetera. A no decaer, que salame de Tandil, para fin el picado fino o a estilo de los milaneses, con pan de panadería; no me vengan con la berretada esa en rodajas y en bolsa de celofán o cosa parecida, que es como para veganos, por tan sólo evocar alguna boludéz con zeta. Ahora sí, buñuelos pero en serio: los españoles les dicen “de viento” porque deben quedar infladillos, y seré preciso ya que, quienes saben, afirman que la repostería es la ciencia exacta de la cocina: 300 gramos de harina leudante, 200 centímetros cúbicos de leche, 100 gramos de manteca, 5 gramos de sal, 8 cucharadas postreras de azúcar, la ralladura de la cáscara (lo amarillo) de un limón, 3 huevos, una cucharada aceite de girasol y una sopera de azúcar común o en polvo. En cacerola bailarina la leche con la manteca y la sal, hasta que rompan las sacudidas del hervor, y entonces todo a un cuenco – ¡que hermosa palabra! –, enzarzada la preparación en un minué con la harina, sí ahora entre los huevos, el azúcar y la ralladura de limón; y a rebatir con entusiasmo hasta que las unturas de viento engalanen su consistencia cremosa. Se las arregla después a las cucharadas y si tiene manga pastelera mejor, para que nuestros buñuelos comiencen su mazurca de chirridos dentro del sartén con el aceite que si te agarra te escuece, y cuando colorean a la fuente pato y por arriba la lluvia de azúcar fría que te quiero fría. Eso sí a los enemigos ni uno, para que sufran. ¡Salud!
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