Blanco torrontés, rosado de malbec o un tinto merlot dice El Pejerrey Empedernido – que, como se ve es de catas amplias – que son ideales para acompañar su receta de hoy, para la cual no tuvo reparos en ejecutar a una prima suya, la lisa.

Ojo que no funca ni a caños ni miriñaques si creen que me voy a meter con la bagatela del Ludwig, que el monstruo ese a veces también compuso así, tanto que para joder un rato, como cuando lo hizo para Elisa, o Teresa, porque parece que a una y a otra las cacho un ataque de celos y el horno no estaba para bollos, de esos bien levados con harina de Castilla que le dicen por ahí sin que me importe cuántos ceros se ganó, por andar de francachela en lugar de darle a la trigonometría, por ejemplo, para citar menesteres del sufrir; azúcar, manteca y canela, fritos que bien fritos en la olla que te pela hasta los huesos. No, nada de bagatelas ni de Elisa, que tiene una e de más, porque hoy sí, pese a los que alguna vez criticaron mi pasión por la primofagia, es decir por cocinar y zamparme primas o primos, no números sino bichos del nadar, como el quía que acá les escribe, hoy sale una lisa muy especial, de esas que merodean bailarinas por la Bahía de Samborombón; y eso que le advertí a ella, mirá que si caés entre las redes de algún fulano de por la playa barrosa o el bote, ¡zas, en la sartén terminás! Por si no la cacharon todavía, sucede que Ducrot me llamó la otra noche que de lentejas con chorizuelos fue,  para pedirme un favorcito: que cocine para una profe colega, que se lo prometió (parlarme), y que mejor tenerla de amiga, porque parece, dicen, es la que lo salva cada vez que se embalurda, y tan seguido, en los pañoles de la Cátedra; y no me pregunten más porque ni idea tengo de qué se trata, sólo sé que soy amigo de los amigos, cumplo y dignifico. Pero antes, como es jueves 7 de mayo a eso de las dos de la tarde el día y la hora en que escribo, ya que los cosos de la edición me apuran, no puedo dejar de dedicarles unas gotas  de belladona, beleño y nuez vómica, algunas de las dulzuras que tuvo Cleoptara en su catálogo para amasijarse, antes de elegir por el áspid, todo ello a la banda de balconeros garcas y goncas que amenazaban por entonces – para cuando lean, si es que leen esto que escribo, ya sabremos que sucedió -, con eso de salir a romper el aislamiento que nos aleja de la maléfica bestezuela microscópica de moda porque, dicen se viene el comunismo. Pero no, mejor les dedico esta advertencia, así, si el bolchismo llega, les aseguro, aquí ni Dios se va a piantar el día del reparto a la romana, y hasta tendrás que entregar a tu hermana para la comunidad. Y como se trata de un verso afanado al tango “Se viene la maroma”, del ’28 y de Enrique Delfino y Manuel Romero, que suelo porque me gusta citar y tanto habla del morfi canyengue, es que ya sale de una y para que tengan. Cachorro de bacán, andá achicando el tren; los ricos hoy están al borde del sartén. El vento del cobán, el auto y la mansión, bien pronto rajarán por un escotillón. Parece que está lista y ha rumbiao la bronca comunista pa’ este lao; tendrás que laburar pa’ morfar. ¡Lo que te van a gozar! Pedazo de haragán, bacán sin profesión; bien pronto te verán chivudo y sin colchón. ¡Ya está! ¡Llegó! ¡No hay más que hablar! Se viene la maroma sovietista. Los orres ya están hartos de morfar salame y pan y hoy quieren morfar ostras con sauternes y champán. Aquí ni Dios se va a piantar el día del reparto a la romana, y hasta tendrás que entregar a tu hermana para la comunidad. Y vos que amarrocás vintén sobre vintén, la plata que ganás robando en tu almacén. Y vos que la gozás y hacés el parisién, y sólo te tragás el morfi de otros cien… ¡Pa’ todos habrá goma, no hay cuidao…! Se viene la maroma pa’ este lao: el pato empezará a dominar… ¡Cómo lo vamo’ a gozar! Pedazo de haragán, bacán sin profesión; bien pronto te verán mangando pa’l buyón…Hasta aquí el tangón y entonces ahora sí, manos a la olla para lo que me solicitara Ducrot, que la idea es hacerlo quedar bien y agarrensén porque lo de la lisa al horno es cosa muy seria y saldrá con papas fritas. Piantá de aquí mequtrefe del supermercado porque los orgullosos de ser de a pie a la pescadería del barrio concurrimos; fijensén lo que el otro día sucedió: un vecino entró silbando la marcha por lo bajo, para sorpresa del pescadero y la pescadera, a lo que este Pejerrey intervino, pues estaba de compras y no para ser comprado, no se inhiba don, metalé, a ver si la oyen los que tienen que oírla y hacen que los precios del yante bajen, porque si no miren jodidos todos los de arriba, que un día de estos…mejor no sigo; y, como adelanté, a lo nuestro que ya suena el deseo de comer. Como estamos en temporada justa, la doña lisa se veía más fresca que un ramo de algas en pleamar, perfumada, oronda, si hasta parecía con los ojos maquillados; vega dije entonces y rebusqué en la bolsa de los billetes. De ahí a lo de un hierbero y especiero secreto que circula encapotado entre las callejas de mi vecindad, por hinojos frescos, cebollas, limones, ajos, romeros, tomillos, ajíes de los que sacuden y pimentones dulces triturados, pimientas de Cayena y de la otra, negra en granos; y ya con todo eso y sin más, puesto que otras vituallas las recordaba en morada, para allí marche. A la doña lisa abierta y de cara al sol de la cocina, sobre una asadera apenas aceitada, toda la lluvia del aliño la agasajó, que para ello fue que de tantos olores y sabores me había hecho, y tan sólo me bastó añadirle un goteo de vino con vinagre y salpicaduras de sal gruesa; y que repose un rato, mientras elijo que si blanco Torrontés o rosado de Malbec o un tinto de Merlot, para el brindis y el bebe que te bebe, que para eso estamos aquí los Pejes y los humanos, aunque más no sea por un rato. Y siendo que todo está presto para que al horno viaje por no tantos minutos nuestra cena de ocasión, a ustedes les presento esta semana a cierta lisa, ésta para la Rodrigo, a quien antes le dicen Patricia, y que, me pidió Ducrot, le reitere muchas gracias compañera por tanto salvarme del balurdo en el pañol, tan él de Historia facultativa. ¡Salud!

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