Este sábado El Pejerrey Empedernido les mete mano a los espárragos y a los huevos, para sacarse la bronca nomás, que su gira por los comercios del barrio le resultó un atentado contra el bolsillo. Y sí, de eso habla también sin callarse nada.
Arranqué para la calle casi como maliciando la grela mala que me esperaba, porque desde ya les confieso que los Pejes proclamamos: la gilada que la juega de economistas en acción, y miren que los hay para todos los gustos, es pura cháchara, que nosotros, y los humanos de bien así como al boleo, de una sola de todas esas elucubraciones faroleras no ocupamos, y es la que se nos atraganta a la hora de hacernos con las vituallas para el morfi, para el nuestro, para quienes amamos y para todos los ellos y las ellas de buena voluntad con quienes provoca goce eso de compartir mi pan y mi gabán; porque la pobreza de los pobres dice que tengo razón, cuánta pobreza dijeran un cura y un sacristán, que sólo a Cristo le dieran la sacristía y el altar, tal cual candombea Zitarrosa, por las calles de la vida nos perdimos vos y yo, quién se va a olvidar las penas cuando esas penas son como antojos…Quién se va a tragar el llanto cuando ese llanto sube a los ojos, con gambetas de bandoneón y a lo Cadícamo. Sucedió que rumbié para los boliches del barrió porque andaban de amagues por llegarse hasta mi morada subacuática el amigo Ducrot y su escritora preferida, y no iba a ser yo menos que otros de los fulanos que cocinan, quería lucirme y de paso dejar todo dispuesto para la hora de enjaezar algunos pekeles con buen destino de casas amigas que aquí no mencionaré, pues no quiero generar odios ni deseos de venganza. ¿Serán del agrado de mis comensales, para bienes y disfrutes, unos huevos rellenos con palta, ciertos espárragos gratinados que les dicen, y para después que llegue el risotto de Portebellos y Gírgolas, con primero un rosado y luego un tinto de Malbec; y por último aldabazos dulces de Cuartirolo y mermelada de mandarinas, que tan poco dulce la señorita, que así sabe mejor… Ya les comentaré en algo, no todo, como parece, tan sólo parece, que los recetariosdantes por TV, pero antes lo que sigue. ¿Saben cuál fue el precio pagado en la semana del jolgorio con los acreedores por las viandas requeridas para esos comeres de cuatro comensales? Casi mil quinientos pesos, con provistas en comercios del barrio y en los cuales los bolicheros hacen esfuerzos para mantener los precios, porque es mandato divino de los ateos rajarles, por ahora nada más que rajarles, a supermercados y otros ámbitos más dañinos en cuerpo y alma que el propio COVID ese del orto; y sin contar los complementos – pues se utilizan sales, aceites, hierbas y otras cosillas para bailar La Bamba, por ejemplo -, ni las mermeladas, porque las mandarinas y el azúcar llegaron de regalo unos días antes…ni mucho menos los vinos, chan chan.
Ya sé, no faltará quien me diga qué quiere don Peje, usté se da algunos lujos en la cocina, y a ellos les contesto, lujos sí, si es que lo que leyeron les suena a lujos, claro, porque si alguien tiene derecho en la vida a comer rico somos quienes laburamos, en lo que fuere y si tenemos laburo, los que la yugamos, porque para los otros, y seré reiterativo, mierda mierda…Pero por la dudas: en las ferias municipales, las verdulerías, las panaderías, las carnicerías, las pescadería y los “chinos” del barrio porteño de Almagro, que no queda justamente ni frente al casino de Montecarlo ni en la puta Recoleta, en las últimas setenta y tantas horas – este Peje escribe el jueves 6 de agosto-, los aumentos en los precios del morfi rondaron entre el quince y el veinte por ciento, y lo peor del caso, en serio en serio, es que aquí nadie hace un pomo para ponerle fin al saqueo a esta especie martirizada que se llama pueblo argentino por parte de una burguesía que fue, es y será garca hasta que truene el escarmiento, o el esgunfie… ¿Sonará alguna vez? Y mientras tanto – sí, para después los amagues de recetas -, un recuerdo dedicado a los economistas parlanchines: en lo que llamamos Occidente los mercados como espacios de compras y ventas, al principio de trueques, fueron imponiéndose por desgracia y desobra de sus propias historias, tanto que habían nacido bajo la inspiración de Mercurio, el dios romano que protegía al comercio y era tan astuto y mentiroso que también se convirtió en patrono de los ladrones y, por unas bolsas, que le dicen, se encargaba de rescatar almas del Infierno y encenderlas en otros cuerpos…¿Algo más al respecto? Qué los aplaudidores aplaudan y los eunucos bufen; nosotros pasemos a lo nuestro: Hervid, partid y quitad la yema sancochada de los huevos, que convertida en relleno batido con palta pisada, jugo de limón, mostaza de la picosa y mayonesa, vestirá por dentro a las blancas claras que resultaron armaduras pare héroes y heroínas. Lo mismo, en otras aguas hirvientes, que acontezca para los espárragos, los que, escurridos y adornados con sal, pimienta y un sí que no de aceite de oliva, ingresarán al horno dentro de una asadera y cubiertos por parmesano hecho hebras. El risotto como todos los de su familia, aunque en caldo de verduras varias colado, y en un antes que si justo antes, difícil de medir, que esté a punto, a saltos batientes de crema espesa, con las Gírgolas y los Portobellos que remojados en vino con cebolletas y una pizca de ajo asado; y por último no se habrán olvidado de reservar un tantillo del parmesano, para que la justicia sea justa. A los vinos, a los Cuartirolos y a las mermeladas no me referiré porque…porque no quiero, sigo encabronado y un Pejerrey (si Empedernido) encabronado puede convertirse en piraña. Para mis amigos y amigas ¡salud!
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