Las detenciones arbitrarias de ex funcionarios kirchneristas merced a una causa judicial delirante y hasta impugnada por voceros de la derecha marcan un desafío para toda la dirigencia política democrática y para el kirchnerismo mismo, si pretende sobrevivir.

Escribo, como lo hizo Marcos Mayer para Socompa, en muy caliente. Re caliente y muy afligido y preocupado en serio por el país y nuestro futuro. Este posteo es solo para alimentar el fueguito de la alerta popular, de la movilización o de la resistencia, para contenerme, para hacer un aporte chiquito sobre lo grave de la situación desde Socompa, que entiendo levantará por la tarde estas líneas.
Lo que sucede con la detención en modo de razzia de varios ex funcionarios kirchneristas y otros excede muy largamente al propio kirchnerismo y pega a lo bestia –hasta herirlo de gravedad- en el sistema democrático y en lo que pueda aguardarnos como sociedad. Pega y amenaza mal, de cada a lo que muchos previmos y supimos largamente: el ajuste económico macrista no cierra ya sea sin cercenamientos gravísimos de libertades básicas, sin niveles de autoritarismo feroces, sin represión, con el solo apoyo del peor Poder Judicial, los medios conservadores y no todo el poder económico, que comienza a preocuparse.
Hasta voceros de la derecha política y económica de primer rango han dicho dos cosas esenciales.
Sobre el plan económico, hasta los ortodoxos están alarmados por el nivel de endeudamiento brutal (nuevo generador de lo que se pretende combatir, déficit fiscal) y porque la economía real no mejora, más bien empeora. Todo va a estallar en algún momento, más que seguramente en las provincias, cuando los gobernadores no tengan ni nueva deuda a tomar con la que pagar salarios. Volverán los oscuros papelitos, como fueron los Patacones y tantos otros.
Sobre la causa por la que se detuvo serial y casi hitlerianamente a ex funcionarios K, más el pedido de desafuero de Cristina Fernández, más la habitual y obscena puesta en escena de las detenciones, también voceros de la derecha –y no solo el Tuni Kollman, para citar a un periodista paradigmático- han dicho que la causa iraní inventada por el juez Claudio Bonadío con fogoneo del Ejecutivo es absolutamente floja de papeles, debilísima. Es en realidad un delirio absoluto (ver nota de Marcos Mayer en Socompa).
La consigna macrista es meter presos a todos los que sean, a descabezar, a inventar enemigos y lo demás no importa nada. Que el seudo patriota fiscal Alberto Nisman haya alentado en su momento las intenciones del tratado con Irán –asunto largamente probado documentalmente- o que Claudio Bonadío fuera repudiado por sus superiores del Poder Judicial por lo que (no) hizo en torno del atentado a la AMIA es –parece ser- asunto que solo maneja gente informada.
Pero resulta que se supone que todos los funcionarios judiciales y los políticos se supone que son gente informada. De modo que no se entendería la pasividad de esos actores judiciales y políticos a la hora de la defensa más elemental del Estado de Derecho, salvo que la entendamos por miserabilidad, oportunismo, cobardía o efectos de la extorsión macrista.
Sea que queden detenidos o no los dirigentes K (la causa Irán inevitablemente va a naufragar pero eso puede demorarse), que desafueren o no a Cristina y hasta que la encarcelen, para el ya corto y mediano plazo, no ya el largo, al kirchnerismo o le queda de él le resta asumir y resolver desafíos muy duros: sobrevivir, constituir por fin una orgánica democrática y abierta si es capaz de tan tremenda hazaña, convocar y ampliar con otros sectores (se supone que eso fue la convocatoria “ciudadana” que hizo CFK hace tiempo) y finalmente decidir cuál será su relación con el peronismo dizque institucional, esa confederación más bien bárbara. En el Senado, al menos, el kirchnerismo ha sido expulsado feo. Cristina Kirchner siempre dijo que prefirió no sacar los pies del plato del peronismo (años del Grupo de los Ocho) y sus movimientos, como los de Néstor, fueron tácticos, un día sí, un día no, hasta quedar afuera y más bien solari. El peronismo promedio 2017 pinta espantoso. Si el kirchnerismo debe o no alejarse del pejotismo, si eso conviene o no, si se cuidan las relaciones para algún día confluir en un frente electoral que supere al macrismo y nos salve (y va a ser tarde) de la catástrofe social, es una discusión harto espinosa que el que escribe no se atreve a dar, solo a insinuar. Abrirse del todo del peronismo –salvo que se incorporen muy seriamente a los mejores espacios sindicales, que los hay- abre las puertas a la constitución de un nuevo y acaso lánguido Frepaso, eso se ha dicho muchas veces.
Queda por saber qué harán, que dirán dirigentes que formaron parte del kirchnerismo o no y que tienen sus valías. Felipe Solá es un ejemplo y varios otros que se mudaron al hoy caidísimo massismo. Alberto Fernández ya dijo “Esto es un disparate”, bien ahí. Roberto Lavagna y muchos más deberían abrir la boca. ¿Randazzo dónde está?
Por el lado de la izquierda, acaso no se pueda esperar mucho del FIT, ojalá el pronóstico falle. Pero quizá sí de Myriam Bregman, que nos viene cayendo bien. ¿Optará por una posición de izquierda exquisita distanciándose –con el “equilibrio justo” de los cigarrillos Jockey Club- de este escándalo o dirá alguna palabra? Todos deberían decir, hablar, gritar. En el caso de la izquierda, es además una cuestión de defensa propia por cada vez que movilice o hable o denuncie. Veremos qué grados de lucidez y generosidad muestran tantos actores hoy callados.
Quiero señalar una doble paradoja. La dirigencia K hace tiempo está en deuda con sus propias bases, que siguen bancando los trapos. En cuanto al macrismo, es posible, solo posible, que esa movida brutal le salga para el orto y marque un punto de inflexión, un gol en contra.
Este es un texto escrito de recontra apuro. y con bronca. No debe hacerse así en periodismo. Se piden disculpas por la intensidad, los yerros eventuales, todo lo que habría que discutir. Son tiempos de redes sociales, dicen. Veremos si crece la bronca y no el silencio cómplice.