Apretados por la deuda, la ética quedó entre paréntesis y los conflictos se postergan todo lo que se pueda. En este contexto deben leerse las tan discutidas palabras de Alberto Fernández que aluden a la idea del Mal. Cuando el país deje de estar en suspenso habrá que volver a discutir posiciones.

Una traducción posible de los dichos de AF ante los militares que partían a una misión de la ONU podría ser: “Ustedes no son como aquellos de antes son una nueva camada que apoya la democracia”. Pongamos que lo de “inconducta” fue un abuso del eufemismo para evitar herir susceptibilidades. Estamos en tiempos de buenos modales. Entonces el problema queda circunscripto a otra palabra, “algunos”, lo cual deja presuponer  que un plan sistemático de desaparición   de personas y de apropiación de bebés fue producto de unos cuantos malvados y no de un proyecto político-económico y hasta racial que involucró a las Fuerzas Armadas de entonces que, en su gran mayoría participó de la represión ilegal, represión que necesitaba aniquilar –para usar la expresión del decreto de Luder- toda expresión de disenso para que ese plan transcurriera sin obstáculos. Y en el contexto internacional en el que se movió la dictadura no era admisible que esa operación se realizara a través de procedimientos más o menos públicos, algo que admitió Ramón Genaro Díaz Bessone ante una periodista francesa. Había que desaparecer a los disidentes (incluso del propio campo como Elena Holmberg) y que no dejaran rastro alguno. La apropiación de bebés fue en el mismo sentido, podrían ser un testimonio de lo que estaba ocurriendo.

Por si faltaban pruebas de que esto fue un plan en el que se involucraron a pleno las Fuerzas Armadas es que hasta hoy no apareció ningún milico, del grado que sea, que revele algo de lo sucedido en aquellos años.

Después Alberto Fernández pidió disculpas. Un buen gesto sin dudas, aunque se podría objetar que un presidente debería ser más cuidadoso con las palabras, especialmente cuando se trata de ciertos temas. Pero démoslas por aceptadas

El problema de explicar lo sucedido por el lado del “algunos” es que introduce la figura del Mal (algo que estaba en el prólogo de Ernesto Sabato al Nunca Más) y, por lo tanto, despolitiza. No se trata de un proyecto de poder que nace de los intereses de ciertos sectores sino que es producto de algunos.

Cuando Hanna Arendt habla de la banalidad (aunque se podría discutir la noción) del Mal, no se refiere al Estado nazi como estructura sino al tipo que elegía a los prisioneros destinados a la cámara de gas, o al que cerraba las puertas para que nadie pudiera escapar. La cuestión con ese Mal es que hay un punto en que chocamos contra nuestra incomprensión del asunto. Se han dado explicaciones al crimen de Puerto Deseado que aluden a la desnutrición, al maltrato familiar, pero no necesariamente quien haya pasado por esas situaciones mata a pedradas a un chico de cuatro años. No entendemos, es algo que se nos escapa. No sabemos cómo razonarlo o, para decirlo de otro modo, nuestra razón no puede con ello e inventa explicaciones para aliviar la incomprensión o para postergar esas respuestas que no tenemos.

Uno podría preguntarse qué llevó a Camps a la práctica sistemática de la tortura o los motivos del médico que inyectaba somníferos a los destinados a los vuelos de la muerte pero, más allá de que sea pertinente o no la pregunta, lo que se  podrá contestar son conjeturas.

Lo que sin dudas no es conjetural es el Terrorismo de Estado, los centros clandestinos, la represión ilegal, la lucha de Madres y de Abuelas.

No sabemos qué piensa Alberto al respecto y tampoco importa demasiado. Pero el “algunos· da para pensar algunas cuestiones. Una, la posición de Francisco al respecto. El mensaje cuando le manda rosarios a 50 represores es que lo que está en juego es la relación del individuo con Dios. El Mal ya no se dirime en este mundo. La confesión que debían haber hecho pública se convierte en un hecho privado y sacramental. El rosario los incentiva a eso.

Por otro, que esa caracterización elude el conflicto. Y estamos en tiempos en los cuales el conflicto aparece como un imposible o, si quiere, está postergado sine die. Porque todo está trasladado al frente externo. Lo que verdaderamente importa ocurre con los bonistas en las oficinas del FMI: El conflicto no puede plantearse entre trabajadores y patrones, ni con los sojeros, ni con los medios hegemónicos, ni siquiera con la oposición. El Frente de Todos llega al poder con una consigna despolitizada: la unidad, que borra las diferencias, las suspende por tiempo indeterminado en función de un objetivo superior, en ese momento el triunfo electoral, hoy se trata de “Poner a la Argentina de Pie”.

Tal vez lo que aparezca en el asunto de las palabras de AF a los militares sea una expresión de este clima de despolitización y de elusión de conflictos. El conflicto ni siquiera puede darse con el pasado, por eso lo de “dar vuelta la página”. Hoy, deuda externa mediante, tenemos un país en suspenso. Habría que ver qué pasa cuando puedan regresar la política y los conflictos.

 

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