El aparato del peronismo y las líneas en juego, una foto de unidad y pragmatismo. La interna bonaerense, el juego de los caciques y el rol de Cristina Kirchner.
Parecía que la unidad que posicionara al PJ nuevamente en carrera electoral nunca llegaría. El Pro había logrado fracturarlo. Primero, cooptando a Sergio Massa y a un sector del Frente Renovador (valga decirlo: muchos de ellos peronistas); luego fracturando el bloque en Diputados (vía Diego Bossio), y luego transformando al jefe del bloque del PJ en el Senado, Miguel Angel Pichetto, prácticamente en un operador del macrismo.
Pocas cosas hacían prever que el peronismo bonaerense, nada menos, terminaría el año entregando una foto de unidad que es todo un aviso para 2017. El peronismo, pragmático al fin, se rindió ante los números y volvió a otorgarle a Cristina Fernández el aval como líder del Partido Justicialista. Claro, ya no tendrá la lapicera como en los tiempos en que era presidenta.
Para controlar ese poder es que finalmente se consensuó un cuerpo de apoderados de nueve integrantes en el que estarán representados todos los sectores internos: Habrá siete nuevos representantes que se suman a los dos que ya existían y que continúan; son Jorge Landau y Eduardo “Wado” De Pedro.
Los nuevos apoderados por la Primera Sección Electoral son el intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk y el jefe comunal de San Martín, Gabriel Katopodis. Por la Tercera Sección Electoral son el intendente de Berazategui, Patricio Mussi, y el diputado provincial Fernando “Chino” Navarro, que representa a los movimientos sociales. Por las distintas secciones del interior de la provincia los apoderados son Hugo Corvatta, intendente de Saavedra y Francisco Durañona, de San Antonio de Areco. El movimiento obrero también tiene una representación entre los apoderados, que está a cargo del secretario gremial de los trabajadores de la sanidad, Pedro Borgini.
La balanza es evidente. De Pedro, Sujarchuk, Mussi y Durañona militan en el cristinismo duro, si bien el único que responde a La Cámpora es De Pedro; a ellos podría sumarse Jorge Landau. Por otro lado, Katopodis regresa luego de su paso por el Frente Renovador. Está claro que ningún sector prevalece sobre otro, pero la ex presidenta Cristina Fernández mantiene gran parte del control del peronismo bonaerense. No es para menos, si se piensa que es, hoy, la dirigente con mejor intención de voto que tiene el peronismo, muy por encima de Elisa Carrió, si es que Cambiemos decide jugar esa carta.
Fuentes del partido de gobierno ya dan por hecho que Carrió jugará en provincia si Cristina es candidata, porque de ese modo no sólo se nacionaliza la elección sino que prácticamente la transformará en un juicio público por corrupción.
Mucha agua habrá corrido bajo el puente para entonces, y cada fuerza determinará cuál será la mejor estrategia a seguir.
Puede decirse que el randazzismo salió perjudicado, al menos en la representación orgánica, pero por lo bajo se sabe que “Florencio no tiene otra alternativa que venir al peronismo, él lo sabe, y ya trabaja en eso”, nos sopla alguien con buena llegada al dirigente bonaerense. El ex ministro de Transporte, a pesar del portazo dado en 2015, conserva buena imagen y es una referencia para muchos peronistas bonaerenses. Algunos dan por hecho una PASO entre Randazzo y Daniel Scioli. Se verá. No son pocos los que quieren evitarlo.
Estrategia
El peronismo bonaerense está en movimiento, y ansía que esto sea replicado a nivel nacional. Lo mencionó el propio Espinoza en el discurso de cierre: “Es necesario que el peronismo, a nivel nacional, inicie también un proceso de unidad al mismo ritmo que se consolida la unidad del PJ Bonaerense”.
Si ese es el camino a recorrer por los justicialistas de todo el país, la situación política tiende a correrse otra vez al centro y poner a la política en el centro de la escena.
Uno de los que deberá poner las barbas en remojo y reaccionar prontamente es Sergio Massa. Todo hace prever que en un año tan convulsionado como el 2017 no habrá lugar para las medias tintas.
A la deserción de Katopodis y otro que flirteó con él, Martín Insaurralde, debe sumarse a Alberto Fernández, que está cada vez mas lejos del macrismo, que criticó duramente la detención de Milagro Sala en Jujuy, apenas pocos días después de que el propio Massa la justificara. Si no quiere quedarse solo, acompañado solamente de la ex radical Margarita Stolbizer, el ex intendente de Tigre deberá decidir qué hacer con su ex partido, el peronismo.
Cristina Fernández, en tanto, pelea en tribunales pero sube en las encuestas. Por eso es que el peronismo bonaerense, pragmático al fin, decidió retornarle algo del poder que perdió en diciembre de 2015. Aunque sin hacer alarde y sin hacer leña de ningún árbol caído, es evidente que Cristina fue la ganadora del Congreso del 29. También está claro que nadie le firmó un cheque en blanco. Pero el fuerte aval que le brindó el documento final del congreso, que pidió que cese la persecución política contra ella, como el pedido de libertad de Milagro Sala, hablan de que el peronismo se encolumnará detrás de ella, al menos por ahora. Solo que esta vez, la lapicera la tienen unos cuantos. Habrá que negociar. Ya nadie tiene la última palabra en el PJ. Pero…