El mismo día en que se cumplían los seis meses de la desaparición de Santiago Maldonado, el presidente Macri recibió a un policía procesado por matar por la espalda a un joven delincuente cuando huía y destacó su “valentía”. El macrismo no oculta la existencia de un Estado policial; al contrario: exhibe sus “hazañas” para disciplinar a la sociedad.
El gobierno volvió a dispararle por la espalda a los derechos humanos. Esta vez fue el propio presidente Mauricio Macri –hombre más que esquivo a poner el cuerpo – quien apretó simbólicamente el gatillo al recibir y dar su apoyo al policía Luis Chocobar, procesado por dispararle por la espalda a un joven que huía luego de apuñalar, junto a un cómplice, a un turista en el barrio porteño de la Boca.
Sí, sí, era un pibe chorro. De ahí a matarlo y justificar su muerte se juegan otras cosas.
La causa está caratulada como “excesos en la legítima defensa”, ya que Chocobar le disparó dos veces al joven, ambas por la espalda, cuando éste ya no estaba atacando a su víctima. Más aún, en ese momento se encontraba tres cuadras de distancia del lugar del asalto. El primer balazo dio en el fémur de Pablo Kukoc, de 18 años; el segundo le atravesó el colon, el hígado y el intestino delgado, lo que le causó la muerte. El procesamiento es por este último disparo, cuando no podía correr. El otro asaltante ya había sido detenido por dos vecinos desarmados, que no necesitaron disparo alguno para reducirlo.
El gesto y las declaraciones de Macri tienen varias lecturas complementarias, pero todas apuntan al mismo objetivo: justificar las acciones del Estado policial que ha instaurado el gobierno de Cambiemos.
Los hechos ocurrieron el 8 de diciembre pasado, pero el presidente recibió y felicitó a Chocobar ayer, 1° de febrero, cuando se cumplían exactamente seis meses de la desaparición de Santiago Maldonado, en el marco de una irrupción violenta e ilegal de fuerzas de la Gendarmería Nacional en la Comunidad mapuche de la Pu Lof de Cushamen. El único imputado por la suerte Maldonado –quien apareció muerto 78 días después en aguas del Río Chubut -, el gendarme Emmanuel Echazú, fue ascendido con posterioridad a los hechos, en una clara muestra de apoyo y protección por parte de la fuerza de seguridad a la que pertenece y del gobierno que le da las órdenes.
Ayer, durante el acto al cumplirse los seis meses de la desaparición de Maldonado, la abogada Claudia Cesaroni le respondió a Macri: “Hace 6 meses el Estado provocó la muerte de Santiago Maldonado, y en vez de tuitear sobre eso, tenemos que andar recordando que un policía que asesina por la espalda y a una persona que huye, no es un héroe, sino el autor de un delito gravísimo, un homicidio calificado”. Y agregó: “Quiero recordar, con toda humildad, que en nuestro país no existe la pena de muerte. Y si alguien supuestamente roba a otra persona, incluso si la lastima, debe ser detenida y si corresponde, condenada. No asesinada, y menos por la espalda cuando está huyendo. ¿Se entiende?”.
Horas antes el presidente Macri había destacado “la valentía” del policía Chocobar. Sería muy difícil encontrar un caso como éste, donde un jefe de Estado califica de valiente a quien dispara por la espalda y mata a una persona. La última vez que se lo vio con vida, Santiago Maldonado huía, sin armas y de espaldas a sus perseguidores. Por la espalda y desarmado, también fue asesinado en noviembre pasado el joven mapuche Rafael Nahuel, cuando huía de la lluvia de balas que disparaba el grupo Albatros de la Prefectura Naval contra miembros de la comunidad mapuche de Villa Mascardi, cerca de Bariloche.
Se trata de tres casos de gatillo fácil, de tres casos de violencia estatal, de tres muertes cometidas por un Estado Policial. Sin embargo, para el gobierno de Cambiemos se trata de orden y de seguridad.
“Hoy recibí a Luis Chocobar en la Casa Rosada. Quería ofrecerle todo mi apoyo, decirle que lo acompañamos y que confiamos en que la Justicia en otra instancia lo liberará de todo cargo, reconociendo su valentía”, twitteó el presidente Macri. Ni siquiera hay que tomarse el trabajo de leer entre líneas para descubrir que su mensaje implica no sólo un fuerte cuestionamiento al juez Gustavo Velázquez, que ordenó el procesamiento de Chocobar, sino una advertencia a la Cámara para que dé vuelta el fallo y deje libre de culpa y cargo al policía de gatillo fácil.
En la misma sintonía, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, twitteó: “Junto al Presidente @mauriciomacri recibimos al policía Luis Chocobar que salvó a un turista de la muerte. Actuó en cumplimiento de su deber de Policía y así debe ser interpretado. Queremos defender a los Policías que cuidan a la gente y no que terminen acusados o presos”. Una nueva obra maestra de la autora de “no vamos a tirar un gendarme por la ventana”, en el caso de la desaparición de Maldonado, y de “le damos el carácter de verdad a la versión de Prefectura, no necesitamos pruebas”, sobre la investigación de la muerte de Rafael Nahuel.
Ayer Bullrich fue incluso más lejos, desnudando de manera obscena la estrategia de tergiversación de los hechos – en todos los planos – que es una constante en la gestión macrista. “Lo importante es que damos vuelta la realidad. Hemos dado vuelta lo que pasaba acá, los victimarios parecían las víctimas, en nuestro Gobierno hemos revertido esto, tanto en las fuerzas y como en la sociedad”, dijo.
Los medios hegemónicos hicieron también su parte. Entrevistaron de manera complaciente al policía cuando salía de la Casa Rosada y luego en la puerta de su casa. El hombre elogió al presidente, le agradeció su apoyo y criticó a la Justicia. Nadie le preguntó por qué le disparó a una persona por la espalda.
El mensaje del gobierno para las fuerzas de seguridad es clarísimo: Repriman sin pensar en las consecuencias, maten si es necesario, que nosotros los vamos a proteger.
La lectura que el gobierno pretende de la sociedad también está clara: es lo mismo un pibe chorro que un militante social. Unos y otros deben ser muertos.
El Estado policial es una realidad que hiere todos los días en la Argentina. Una realidad que que el gobierno exhibe de manera obscena para enviar un mensaje disciplinador a la sociedad.
Y que busca equiparar a un pibe chorro con un militante social, que no son lo mismo, claro, pero que – ni en un caso ni en el otro -, el gobierno y las fuerzas que comanda tienen derecho a matar.