Alberto Fernández habló durante una hora y tres minutos ante la Asamblea Legislativa. Describió el país que recibe su gobierno, planteó caminos de salida, anunció medidas en áreas sensibles y se hizo preguntas cuyas respuestas dependerán de cómo se enfrente a los sectores de poder que llevaron a la destrucción de la Argentina.
Cuando mi mandato concluya, la democracia argentina estará cumpliendo 40 años de vigencia ininterrumpida. Ese día quisiera poder demostrar que Raúl Alfonsín tenía razón. Espero que entre todos podamos demostrar que con la democracia se cura, se educa y se come. Pongámonos de pie y empecemos nuevamente nuestra marcha”, dijo el presidente Alberto Fernández al terminar su discurso de asunción ante la Asamblea Legislativa.
Eran las 13.08 y la mención de la histórica frase de campaña del primer presidente de la democracia recuperada en 1983 arrancó el aplauso más amplio y consensuado en el recinto colmado de la Cámara de Diputados.
No sonó como una frase hecha traída de los pelos para la ocasión sino como un llamado a la esperanza, quizás equiparable a aquél “vengo a proponerles un sueño” de Néstor Kirchner en el mismo ámbito el 25 de mayo de 2003. Porque antes, durante la hora y tres minutos que duró su discurso, Alberto Fernández había trazado un panorama desolador sobre las ruinas que dejaron los cuatro años de macrismo en la Argentina: una democracia meramente formal donde millones de ciudadanos no pueden comer, curarse ni educarse.
Llamó “muros” a los obstáculos que hoy impiden aquella promesa fundacional de la democracia tras la dictadura. Y convocó a superarlos. “Tenemos que superar el muro del rencor y del odio entre argentinos. Tenemos que superar el muro del hambre que deja a millones de hombres y mujeres afuera de la mesa que nos es común. Y, finalmente, tenemos que superar el muro del despilfarro de nuestras energías productivas”, dijo.
Un crudo diagnóstico económico y social
Para dejar en claro que no se trataba de simple retórica, describió hechos concretos que definen la situación de que vive el país: “Las economías familiares se encuentran asfixiadas por los altos niveles de endeudamiento, a tasas usurarias y en algunos casos con esquemas de devoluciones diarias. Hoy nuestros compatriotas tomaron créditos para comprar alimentos y remedios o para pagar las facturas de los servicios públicos. Las abuelas y abuelos se endeudaron para comprar medicamentos y empezaron a comer menos y peor. La situación de las PyMEs tiene también proporciones dramáticas, requiriendo un alivio fiscal y estímulos apropiados. La capacidad ociosa de nuestras fábricas, industrias y comercios también constituye un despilfarro de energías productivas”, enumeró.
Y agregó: “Hoy el desempleo afecta a casi un 30 por ciento de los jóvenes y, aún en tasas más altas, a las mujeres jóvenes. Hay más de 1.200.000 jóvenes que no estudian ni trabajan. Debemos garantizar el derecho al primer empleo, a través de becas solventadas por el Estado para que jóvenes se capaciten y trabajen en empresas, PyMEs, organizaciones sociales y de la economía popular y la agricultura familiar”.
Vale la pena reproducir textualmente los datos duros de esa parte del discurso.
-La inflación que tenemos actualmente es la más alta de los último 28 años. Desde 1991 la Argentina no tenía una inflación superior al 50 %.
-La tasa de desocupación es la más alta desde 2006.
-El valor del dólar pasó de $ 9 a $ 63 en solo cuatro años.
-La Argentina no para de achicar su economía. El PBI de 2019 es el más bajo de la última década.
-La pobreza actual está en los valores más altos desde 2008. Retrocedimos más de diez años en la lucha por reducir la pobreza.
-El PBI per cápita es el más bajo desde el año 2009.
-La deuda externa en relación al PBI está en su peor momento desde el año 2004.
-La indigencia actual está en los valores más altos desde 2008.
-El nivel de producción industrial hoy es equivalente al del año 2006: retrocedimos 13 años.
-El empleo industrial registrado tiene el nivel de 2009.
-La cantidad de empresas es equivalente al nivel registrado en 2007: retrocedimos 12 años. Se cerraron 20 mil empresas en 4 años. De ellas, 4.229 eran empresas industriales.
-El PBI industrial cayó un 12,9 %, comparando el primer semestre de 2019 contra el mismo período de 2015.
-23 de las 24 ramas de la industria bajaron su nivel de actividad en 2018 respecto de 2015.
-En estos 4 años se perdieron en la industria más de 141 mil empleos registrados del sector privado.
-En términos interanuales, el empleo industrial registrado lleva 42 meses consecutivos de destrucción.
– El Gobierno saliente tomó una inmensa deuda sin generar más producción con la cual obtener los dólares imprescindibles para pagarla.
Y dejó en claro que no se trata simplemente de cifras: “Detrás de estos terroríficos números, hay seres humanos con expectativas diezmadas. Tenemos que decirlo con todas las letras: la economía y el tejido social hoy están en estado de extrema fragilidad, como producto de esta aventura que propició la fuga de capitales, destruyó la industria y abrumó a las familias argentinas”, definió.
Para salir de esta situación reiteró su convocatoria a lograr un “Nuevo Contrato de Ciudadanía Social supone unir voluntades y articular al Estado con las fuerzas políticas, los sectores productivos, las confederaciones de trabajadores, los movimientos sociales, que incluyen al feminismo, a la juventud, al ambientalismo”.
No es el objetivo de estas líneas analizar las propuestas económicas de Fernández; de eso se ocuparán otros periodistas de Socompa.
Sí vale la pena remarcar la posición tomada frente a los compromisos de la deuda externa: “No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece. Tan simple como esto: para poder pagar, hay que crecer”.
Los Nunca Más
Más adelante, Alberto Fernández apeló a otra fórmula muy cara para amplios sectores de la sociedad argentina. Ese “Nunca Más” que también fue una impronta de la recuperación de la democracia en 1983.
Lo hizo para referirse al funcionamiento de la Justicia y los servicios de inteligencia y la complicidad operativa que tuvieron con los grupos mediáticos más importantes del país en estos años.
“Hemos visto el deterioro judicial en los últimos años. Hemos visto persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias inducidas por los gobernantes y silenciadas por cierta complacencia mediática. Por eso hoy vengo a manifestar frente a esta Asamblea y frente a todo el Pueblo Argentino, un contundente Nunca Más. Nunca Más a una justicia contaminada por servicios de inteligencia, “operadores judiciales”, procedimientos oscuros y linchamientos mediáticos. Nunca más a una justicia que decide y persigue según los vientos políticos del poder de turno. Nunca más a una justicia que es utilizada para saldar discusiones políticas, ni a una política que judicializa los disensos para eliminar al adversario de turno. Lo digo con la firmeza de una decisión profunda: Nunca más es nunca más. Porque una justicia demorada y manipulada significa una democracia acosada y denegada”, afirmó, ante las indescifrables miradas de los jueces de la Corte Rozenkrantz y Lorenzetti. en un crescendo discursivo que arrancó otro de los aplausos más nutridos del día.
Para superar esos “muros” anunció la presentación de un paquete de leyes que buscarán una reforma integral del sistema de Justicia y también la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que incluirá la derogación del secreto que los servicios tienen actualmente sobre los “fondos reservados”.
En cuanto a los medios y las “operaciones mediáticas” que son práctica habitual en el país, planteó como objetivo tener “una prensa independiente del poder e independiente de los recursos que la atan al poder”. Y anunció que se reorientará con nuevos criterios la pauta publicitaria, se evitarán los avisos de autobombo gubernamental, y no se dará pauta publicitaria para financiar programas individuales de periodistas, un recurso perverso con que el macrismo tuvo verdaderos mercenarios periodísticos en operaciones durante los últimos años. A esta hora, más de uno de esos operadores debe andar llorando por los rincones.
Todas medidas que apuntan a la mejorar una desvaída institucionalidad y una democracia devaluada que apenas conserva su formalidad.
Positivas, necesarias y ambiciosas. Sería tonto decir que fáciles de implementar cuando se perciben los poderes que van a oponerse.
Preguntas que buscan respuesta
A excepción de la necesaria descripción del desastre perpetrado por la administración macrista, en todo su discurso Alberto Fernández se refirió a sólo dos períodos gubernamentales de los que se sucedieron luego de la recuperación de la democracia: el de Alfonsín y los de Néstor y Cristina Kirchner.
Con esas referencias y la determinación del “Nunca más”, el presidente buscó convocar a trabajar por una esperanza.
Y se hizo tres preguntas:
¿Seremos capaces, como Argentina Unida, de atrevernos a construir esta serena y posible utopía a la cual nos llama hoy la historia?
¿Seremos capaces como sociedad?
¿Seremos capaces como dirigentes?
Hoy no hay respuesta para esas preguntas que encierran una esperanza.
Lo que sí hay son sectores de poder que no descansarán para evitar que la Argentina se transforme en un país más justo, democrático e igualitario para todos los hombres y mujeres que habitan su suelo.
Dependerá entonces de la firmeza del gobierno y, también, de la presencia del pueblo en las calles a la que se refirió el presidente en su discurso.
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