Las candidaturas de Unidad Ciudadana en la Provincia de Buenos Aires muestran una decidida vocación frentista destinada a recuperar el voto de los sectores medios y plantear una alternativa fuerte para frenar el ajuste.
Si no lo cuenta ella misma, el momento preciso en que Cristina Fernández de Kirchner decidió ponerse en el primer lugar de la lista de candidatos a senadores de Unidad Ciudadana en la Provincia de Buenos Aires y, con ello, a la cabeza de la campaña opositora al gobierno nacional, seguirá siendo un misterio. Es una movida electoral fuerte y cargada de riesgos que, si se repasa el armado de las listas, la expresidenta jugó con audacia e inteligencia, aunque la eficacia real – más allá de todo cálculo o especulación – recién se conocerá cuando se cuenten los porotos de las urnas en octubre, previa escala en la estación de unas PASO que, dado el escenario que terminó de componerse anoche, tendrán mucho de ensayo final.
Una mirada global sobre las listas bonaerenses al Congreso Nacional da una idea de la magnitud de la jugada. Por un lado muestra un claro distanciamiento del aparato del Partido Justicialista y sus habitantes más conspicuos que, en este año y medio de gobierno macrista, demostraron una tolerancia extrema al ajuste en el afán de convertirse en una de las dos patas partidarias de un bipartidismo neoliberal sumiso a los caprichos del “mercado” que pretende instalar el establishment. La feliz concreción de estas aspiraciones tiene como condición necesaria la salida de la escena política de la expresidenta o, por lo menos, su reducción a la escala de figura testimonial de un kirchnerismo en vías de extinción. El acto Arsenal, el posterior anuncio de la candidatura y la desesperación de los medios hegemónicos por bombardearla desde el primer momento denotan que ese escenario es, por el momento, apenas una ilusión.
Por otro lado, la composición de las listas deja en claro que el discurso frentista que Cristina Fernández de Kirchner inauguró en las puertas de los tribunales de Comodoro Py en abril del año pasado –cuando habló por primera vez de un “Frente Ciudadano” – y que reiteró hace pocos días en Sarandí no es jarabe de pico electoralista. La amplitud de la “oferta” de candidatos lo muestra como algo concreto. Pero no se trata sólo de eso: aunque en la Argentina poner las manos en el fuego por alguien en términos de compromiso político (léase: no traicionar los prometido en campaña) es un acto que suele terminar en la sala de emergencias del Instituto del Quemado, la mayoría de los nombres que componen la lista bonaerense de Unidad Ciudadana genera confianza. No sólo por trayectoria, sino porque – como la misma CFK dijo en más de una ocasión – la mayoría de ellos no parece ser fácil víctima de algún carpetazo. En ese sentido, la expresidenta parece haber sacado provecho de los groseros errores cometidos en el armado de las listas de 2015, cuando el grueso de las fuerzas elegidas para defender las políticas de 12 años de kirchnerismo en el gobierno se entregaron con armas y bagajes al macrismo victorioso con más rapidez que Astiz frente a las tropas inglesas en las Georgias. En esos casos, se sabe, no se trata de la “traición” de quienes se rinden sino de la falta de criterio, al elegirlos, de quien los conduce.
El senador sorprendente
La presencia de Jorge Taiana como segundo candidato a senador nacional no dice poco. El ex canciller es uno de los pocos que, en su momento, eligió alejarse del gobierno por estar en desacuerdo con “las órdenes de la Jefa”. Lo hizo con perfil bajo y sin patear el tablero de un proyecto político en el que seguía creyendo y que nunca dejó de acompañar. En ese sentido, su inclusión es un reconocimiento, pero también una clara señal de que Cristina Fernández de Kirchner parece dispuesta a romper con la cerrazón política que signó los últimos tramos de su mandato.
Otro aspecto imposible de soslayar de la candidatura de Taiana es su pertenencia al Movimiento Evita, embarcado en la escorada nave pejotista que lleva como mascarón de proa a Florencio Randazzo, cuyos conductores más notorios –Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro – han hecho gala de una flexibilidad casi obscena a la hora de negociar algo de “caja” con el gobierno de Cambiemos a cambio de – valga la casi redundancia – cierto grado de pacífica desmovilización – valga el despropósito – del Movimiento que conducen. La aceptación de Taiana, en ese sentido, también pone en blanco sobre negro cierto grado de fractura dentro del Evita, en cuyas bases se discute cada vez con más virulencia la conducta negociadora de algunos de sus dirigentes.
Todos y todas
Los primeros diez nombres de la lista de candidatos a diputados nacionales en la Provincia – y su escalonamiento – expresan claros mensajes tanto de cara a la sociedad como hacia el interior del propio Frente Unidad Ciudadana. Lo primero que salta a la vista es la equidad de género, con cinco mujeres y cinco hombres, una composición que va más allá de las exigencias del cupo.
La sorpresiva presencia de la economista Fernanda Vallejos en el primer lugar no responde sólo a una cuestión de género sino que prefigura el territorio en el cual Unidad Ciudadana piensa librar la batalla principal para cumplir su objetivo de frenar al gobierno de Cambiemos en el Congreso: el de las políticas económicas y sus consecuencias sociales. Allí apuntó Cristina Fernández de Kirchner en su discurso de Sarandí cuando se refirió a cómo el ajuste había desorganizado la vida de los argentinos.
Detrás de Vallejos se ubica el bioquímico Roberto Salvarezza, ex director del Conicet que no vaciló en renunciar denunciando la política de brutal desmantelamiento de las áreas de Ciencia y Tecnología que el macrismo empezó a perpetrar desde los primeros días de gestión con la inefable complicidad de un Lino Barañao que batió el récord mundial de velocidad en cambio de camiseta.
También sorprendió el tercer lugar de Fernando Espinoza en la lista de candidatos a diputados nacionales. La sorpresa no radicó en su presencia sino en su ubicación, que tal vez se esperara más arriba. El ex intendente de La Matanza garantiza territorio no sólo en el distrito decisivo del Conurbano sino también en otros que decidieron alinearse con él. También encierra una paradoja que es toda una señal: que el propio titular del Justicialismo haya decidido pedir licencia en el cargo partidario y jugar por fuera del aparato. De ahí a quitarle legitimidad al PJ no hay mucha distancia.
Detrás de Vanesa Siley, del Sindicato de Trabajadores Judiciales de la CABA y primera representante gremial de la lista, aparece, en quinto lugar, del derrotado candidato presidencial Daniel Scioli. La posición habla del claro alineamiento del ex gobernador pero también marca un fuerte contraste, en lo que a ambiciones personales se refiere, con la figura de Florencio Randazzo. “Primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres”, decía el viejo general sofista, una consigna que parece tener más vigencia fuera que dentro del aparato pejotista.
Hugo Yasky, de la CTA; Mónica Macha, esposa de Martín Sabatella y dirigente de Nuevo Encuentro; y el radical alfonsinista Leopoldo Moreau componen el 6-7-8 de la lista, a la vez que refuerzan la imagen de representatividad plural.
El noveno lugar de Laura Alonso (no se confunda el lector, no es “esa” Laura Alonso) es otra señal fuerte, tanto hacia dentro como hacia fuera de Unidad Ciudadana. Que la primera representante de La Cámpora en la lista aparezca en esa ubicación tiene busca imponer una lectura: que al contrario de lo que se venía machacando desde los medios hegemónicos, la agrupación que conduce Máximo Kirchner no le arma las listas a Cristina. También es otra señal de apertura de la expresidenta si se lo compara con el ombliguismo que caracterizó a los últimos tiempos de su mandato. Walter Correa, de la Corriente Federal de Trabajadores, en el décimo lugar, lleva a tres la suma de representantes gremiales en los primeras diez ubicaciones de la lista.
Como se dijo al principio, la candidatura de la expresidenta y la conformación de las listas bonaerenses configuran una decisión inteligente y audaz cuyo resultado, como el de cualquier contienda electoral, es incierto. Lo que sí queda claro es que Cristina Fernández de Kirchner ha decidido pelear a todo o nada la famosa “madre de todas las batallas”.