En Juntos por el Cambio todo es discordia a cielo abierto, mientras que en el Frente de Todos empiezan a hacerse más públicas las disidencias, Unas legislativas con la mira en el 2023.
El clima preelectoral trae de todo menos paz, a ambos frentes. Por el lado de la oposición, la cosa viene de más lejos y se muestran los hasta ahora ocultos coletazos de 2019.
Tres listas en Capital y dos en la provincia de Buenos Aires. Por el lado oficialista aparecen fisuras que marcan lo que parece ser el paulatino distanciamiento de un gobierno que la viene pifiando en varios aspectos, con el episodio de las fotos del cumpleaños de Fabiola Yáñez como punto más reciente. En su discurso en Lomas de Zamora, Cristina habló de ingenuidad, refiriéndose a la actitud de Alberto respecto del dólar posterior a las Paso del 2019, pero que puede trasladarse al affaire cumpleaños y a otros momentos de la gestión albertista.
En política, la ingenuidad no es un pecado menor, porque implica desconocer varias cuestiones: que cualquier error puede ser aprovechado por la oposición, porque es ignorar que no toda la tropa propia es confiable, lo que a su vez demuestra errores a la hora de elegir a quiénes se quiere tener al lado. Y en ese sentido, Alberto Fernández ha cometido varias impericias. La más reciente, que se filtrara un mail enviado a los rusos por los retrasos en los envíos de la segunda dosis de Sputnik V.
Como sea, esta es la primera vez que CFK hace una crítica abierta al presidente. Antes había elogiado un artículo de Alfredo Zaiat para cuestionar indirectamente la reunión de Alberto con un grupo de empresarios. Allí también el punto en cuestión era la ingenuidad de creer que se podía conciliar con el poder económico. Algo que sigue estando, bastante mellado por cierto, en el horizonte presidencial. Ya parece muy distante el objetivo declamado de terminar con la grieta y aparecen atisbos de un intento de cambio de rumbo, visible en el bono (esta vez más abarcador) a los jubilados y el anuncio de una ley que declare a Internet como servicio público.
Por supuesto, como es evidente, son decisiones tomadas en función de la campaña, pero las decisiones son buenas o malas, más allá de las coyunturas y suena a crítica ridícula que se las cuestione por ser anuncios electorales. Lo cierto es que marcan un rumbo. Mandada la ley referida a Internet habrá que pelearla en el Congreso. Puede, como lamenta la prensa opositora que siempre la juega de despechada, que Alberto no sea el mismo de antes.
Cabe aclarar que no parece puesta en riesgo la unidad de ninguna de las dos coaliciones sino que se ha instalado ya el horizonte del 2023, lo que es una muestra de que todos comparten la convicción, realista por otra parte, de que estas legislativas no van a mover el amperímetro, pese a los énfasis petardistas de la oposición al estilo de que “estamos a siete bancas de que Argentina sea Venezuela· o Cuba, o Nicaragua”. Y que lo que empieza a jugarse son las continuidades y los reemplazos. Que no son solo de nombres sino de estilos y de programas. No es lo mismo el simulacro de concertación que propone Rodríguez Larreta que la metralla incansable que vive lanzando Patricia Bullrich, que son hoy quienes disputan el liderazgo de Juntos por el Cambio, aunque con diferencias a favor del Jefe de Gobierno.
En el Frente de Todos, la cosa es más compleja (en el peronismo siempre todo es un poco más complicado). Es imposible saber hoy cómo llegará Alberto al 2023, pero es previsible que haya un efecto de desgaste causado a medias entre la necesidad de navegar el desastre económico heredado y los desastres varios ocasionados por el Covid. Y habrá que ver cómo manejarse en el nuevo escenario postpandemia cuando la política económica y social ocupen el lugar de las medidas sanitarias.
En ese contexto, CFK, quien ha ido siempre más allá de las propuestas del presidente, ¿a quién elegirá, como hizo con Alberto para que esté a la cabeza de la nueva etapa sin quebrar la unidad tan dificultosamente lograda y hoy planteada como un valor? De hecho, la renuncia de Facundo Moyano a su banca y probablemente al FdT sea un síntoma de que algo está cambiando y agrietando, sumado a las denuncias de Grabois por la ausencia de dirigentes sociales en las listas de candidatos.
Lo más probable es que los resultados electorales no cambien demasiado las cosas más allá de alguna derrota o victoria personal dentro de cada espacio. Lo que venga después empieza a estar por discutirse.