¿Qué nos revela la extensión ultraveloz de esta pandemia del estado actual de la gestión biopolítica de los cuerpos? ¿Y qué articulación entre la gestión del Estado y el supuesto libre curso de los mercados pone en evidencia el tratamiento por los gobiernos de la crisis sanitaria actual? (Foto de portada: Alejandro Andam-Télam)
Escuchando al presidente Emmanuel Macron el pasado lunes 16 de marzo decir que el Estado iba a inyectar varios millares de euros a través de un congelamiento subvencionado de las empresas, en previsión del plan de relanzamiento de la Economía que habrá que prever, uno podía preguntarse ¿qué ha pasado? De repente todo ha cambiado, como lo subrayaba un periodista, “el Estado providencia no es un problema sino un modelo a defender, el financiamiento no es más el de ‘costos y gastos’ y los millones que faltaban para la Salud de repente aparecían”[1] . Recordemos lo que aconteció en el año 2008 con las crisis de las “sub-primes”: El gobierno norteamericano y el Banco Central europeo tuvieron que inyectar millares de dólares y euros en el mercado para evitar la debacle de varios bancos, como había acontecido con la Lehman Brothers. El premio nobel de Economía y editorialista del New York Times, Paul Krugman, no dejó de escribir con ironía: “El estado es un problema, pero a veces, puede ser una solución…”. Se trataba entonces del momento Keynesiano que las economías de Occidente vivían, lo que el periodista que citamos evoca bajo la forma de una de las reglas del neoliberalismo: “En tiempos de crisis no hay neoliberales”. La ideología parece suspendida. El Estado salva los mercados cuando estos fallan, para permitirles continuar y funcionar de nuevo más tarde.
El mismo Gobierno que buscaba reducir costos en el Hospital (como en la Educación) se encuentra hoy cantando las Glorias del Sistema sanitario francés, de sus médicos, enfermeros e investigadores científicos, cuando ayer los dejaba librados a la competencia salvaje de la ley de más fuerte y del darwinismo social. Los momentos de crisis como el presente pone entonces en evidencia cuánto los mercados (el de la Salud y la alimentación, difíciles de regular por el Estado, salvo por una intervención por decreto directa como en este momento) necesitan de los Estados, que funcionan como un seguro de vida de los mercados, lo que viene a mostrar los límites del sistema. De hecho, no ha dejado de señalarse estos días cuánto en los países como los USA y en Inglaterra, donde él se ha desentendido al máximo de la cuestión de la salud de sus ciudadanos, la penuria del tratamiento del coronavirus será terrible y habrá, seguramente, miles de muertos. Entre los pobres, por supuesto. Un artículo explicaba como la América de los rich and famous, clientes de la Clínica LifeSpan, tiene acceso fácil a los tests, y los jugadores de basket de los “Nets” de Brooklyn se hicieron testear fácilmente, mientras que ninguno presentaba ningún síntoma de la enfermedad, a la vez que millones de norteamericanos sin medios no podrán pagarse el test[2]. Todos somos iguales frente al virus, sí, pero no iguales de la misma manera si se tienen medios económicos…
Se sabe que uno de los principios fundamentales del neoliberalismo es que el sujeto es responsable de sí mismo: la ausencia del Estado en la gestión de la crisis sanitaria comienza ya a sentirse en los países anglosajones. Mariam Martínez lo expresa así hoy en El País: “Los máximos exponentes del populismo occidental se afanan en mostrar que sus países pertenecen a una cultura distinta, agarrados a la equivocada creencia de que así les irá mejor: uno, con el Brexit y su alucinante estrategia para controlar el virus fuera de influencias euroasiáticas; el otro, rompiendo el lazo transatlántico sobre el que se construyó Occidente tras la Segunda Guerra Mundial, e intentando aislar a su país de cualquier contacto con la apestada Europa y el ‘virus chino’”[3]. ¿Por cuánto tiempo este tratamiento de la crisis no se extenderá y será llevado a devenir el único modelo de la (no) intervención del Estado en caso de crisis sanitaria mayor, desde el momento en que no tiene nada que salvar a nivel de la Salud porque ya habrá privatizado una buena parte del sector?
Los límites del confinamiento
En Los anormales Foucault hacía de la ciudad en cuarentena durante la peste, el modelo del ejercicio positivo del poder, que generalizará con el témino de “Biopolítica”. Oponía la inclusión positiva de la población durante la cuarentena a la exclusión que la ciudad durante el medioevo imponía a los enfermos de la lepra, que debían errar fuera de los límites de las conglomeraciones. Veía Foucault en la cuarentena el “momento maravilloso”[4] en el que el poder se ejerce a pleno : la ciudad cuadriculada con inspectores por barrios y calles, que pasaban diariamente a horas precisas en los que cada habitante de una casa debía asomarse a la ventana para saber si no habían sujetos enfermos en la propiedad. Este modelo dará lugar a la norma como “tecnología” positiva del poder, en el que se trata de hacer vivir a los ciudadanos y no dejarles morir. Unos siglos más tarde, el confinamiento aparece como una modalidad de tratamiento del virus, pero con algunos límites que aparecieron esta semana.
Novecientos millones de personas se encuentran, en el momento en que escribo estas líneas, confinados en sus casas. El confinamiento, si es una medida que permite regular el tratamiento sanitario de aquellos que tendrán el virus, es decir, casi toda la población al final, no es suficiente para limitar el contagio del virus. Es el doctor Didier Raoult, inmunólogo del Hospital Universitario de Marsella, quien advierte del límite del confinamiento desde hace varias semanas y ha señalado: no alcanza con aislarse, es necesario separar a las personas portadoras del virus de aquellas que no lo son para limitar el contagio exponencial. Para esto es necesario hacer el test a la mayor parte posible de la población y separar, incluso en el seno de una misma familia.
Es precisamente el tratamiento que ha llevado adelante Alemania, con los resultados en un primer momento sorprendentes que se conocen; lo que ha dado lugar a lo que se llamado el “german paradox”. Con 16662 casos de coronavirus registrados el 21 de marzo, lo que pone a Alemania en el cuarto lugar del mundo después de China, Italia y España, solamente 46 decesos, lo que la muy por detrás de los países con menos fallecidos, como Corea del Sur (8652 casos, 94 decesos) o Gran Bretaña (4014 casos, 177 decesos). La tasa de letalidad del Coronavirus, que se obtiene dividiendo el número de muertos por el número de casos registrados sería del 0,3 % contra 3,6% en Francia, 4 % en China o 8, 5 en Italia[5].
La causa de esta tasa tan baja sería el hecho que Alemania practicó, desde el comienzo, los tests de manera generalizada, lo que permitió separar los individuos afectados por el virus, y capaces de transmitirlos, de los que no lo son. Lo que introduce, podríamos decir, un cierto orden y una cierta lógica en este real de la epidemia que no es sin algunas leyes, que no son otras que las leyes del contagio, lo que permite tratar este real a la espera de una vacuna que solo verá el día en algunos meses…
[1] Romanic Godin. Mediapart. Emmanuel Macron : saint-Paul de l’Etat providence. Consultable en linea : https://www.mediapart.fr/journal/france/130320/emmanuel-macron-saint-paul-de-l-etat-providence
[2] PHILIPPE BOULET-GERCOURT « ATTENTION, CET ARTICLE EST À LIRE EN SE PINÇANT LE NEZ. ÇA PUE ». LE NOUVEL OBS. 21 DE MARZO 2020. HTTPS://WWW.NOUVELOBS.COM/L-AMERIQUE-SELON-TRUMP/20200321.OBS26376/ATTENTION-CET-ARTICLE-EST-A-LIRE-EN-SE-PINCANT-LE-NEZ-CA-PUE.HTML?CM_MMC=ACQUI_MNR-_-NO-_-WELCOMEMEDIA-_-EDITO&FROM=WM#XTOR=EREC-10-%5BWM%5D-20200321
[3] Mariam martinez. Desertores de Occidente. El Pais. 22 de marzo 2020. https://elpais.com/elpais/2020/03/21/opinion/1584805044_938289.html
[4] Les Anormaux. Cours au Collège de France. 1974-1975. Seuil. Gallimard. Paris. 1999. P. 44.
[5] CORONAVIRUS : EN ALLEMAGNE, LE FAIBLE TAUX DE MORTALITÉ INTERROGE. POR THOMAS WIEDER. DIARIO LE MONDE DU 21 MARS 2020.
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