El catalán Antoni Gutiérrez Rubi, responsable de comunicación de la campaña de Unidad Ciudadana, sostiene que las campañas empiezan un minuto después de terminada una elección y que en ellas son fundamentales los reflejos.
Antoni Gutiérrez Rubí es experto en comunicación política, académico, consultor, fundador y director de Ideograma, una de las mayores agencias en el mundo hispanoparlante. Pero para nosotros, los argentinos, siempre será “el catalán que hizo la campaña de Unidad Ciudadana”. Rubí es generoso con el conocimiento, pero como buen catalán, reservado al extremo, dueño de un gran celo profesional. En su reciente visita no contó anécdotas de las PASO del año pasado, pero nos dejó algo mucho más valioso.
Su exposición empieza con un breve video: pez grande se va a comer a pez chico, pez chico saca su smartphone y multitud de peces chicos se acercan, pez grande huye asustado. Rubí insistirá sobre este concepto varias veces: ya no hay un poder, hay distintos poderes en disputa. Ganará el de más reflejos, el más creativo, el de mayor capacidad organizativa, etc. No necesariamente el de mayor presupuesto, aunque claro que es mejor tener plata que no tenerla.
Para Rubí, las campañas empiezan apenas terminado el último escrutinio, porque las decisiones de voto se producen por acumulación. Hay que tener lo que él llama “mentalidad agrícola”, la constancia para regar la plantita cada día o en cada ocasión que se presente. Ya no existen las balas de plata, las agujas hipodérmicas ni los golpes de nocaut. Los electorados están más prevenidos, fragmentados, desconfiados e impacientes. Por eso la publicidad tradicional cada vez funciona menos.
En este escenario, Rubí prefiere los equipos chicos, tendientes a la horizontalidad, con capacidad de tomar decisiones rápidas para surfear las olas de la opinión pública. Si tardamos mucho, la ola desaparece. Esta forma de trabajo permite tomar mejor el pulso de la calle y construir cercanía, algo que los votantes de hoy demandan de sus líderes.
Estos últimos párrafos no los sostiene Rubí sino Garriga, que también tiene apellido catalán pero es bien criollo. Rubí, como ciudadano global, que vive entre aeropuertos y hoteles, nos brinda una mirada general. Estos son los rasgos que se repiten en los países donde opera. No podemos esperar de él consejos más específicos ni, mucho menos, la fórmula de la coca cola. Pero podemos -debemos- cotejar sus conceptos con nuestra realidad, para encontrar, resaltar y aprovechar las especificidades que nos hacen únicos.
El escenario, bien asumido y asimilado, ofrece enormes ventajas para las fuerzas populares, si y sólo si incorporamos a la estrategia de comunicación a nuestra militancia. Si le sacamos el máximo provechoa ese activo que las fuerzas conservadoras no tienen ni tendrán. El axioma vale también para Podemos, para el PT o el correísmo. Pero, sobre todo, para todas las tribus peronistas. De eso se tratan las campañas moleculares, concepto desarrollado e implementado por Grupo Nomeolvides en territorio bonaerense, tal vez sin tanto glamour pero con un compromiso de fierro.
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