¿Cuál es el secreto de este gobierno que se permite las más grandes medidas antipopulares? ¿Qué lógica subyace en esos ciudadanos que se han quedado sin trabajo, que no pueden pagar las tarifas de los servicios y sin embargo siguen fieles al presidente Macri? El autor de esta nota apela a los trabajos de Freud y Spitz para ensayar una respuesta.
René Spitz es un psicoanalista norteamericano que a mediados del siglo pasado lleva a cabo una investigación monumental sobre el primer año de vida del niño basándose en los desarrollos teóricos que Freud había publicado en una obra que tiene como título: Tres ensayos para una teoría sexual.
En ese texto el fundador del psicoanálisis comienza a desarrollar las relaciones que establecen la madre y el hijo, a los cuáles describe como sujeto y objeto. Lo que resulta interesante desde el punto de vista epistemológico es preguntarnos de dónde surge el material que Freud utiliza para escribir uno de los textos más polémicos de la historia de la ciencia. ¿A quién se le ocurre pensar que los niños tienen sexualidad y que se la aprende con la madre?
La cuestión es que Freud no construye su texto sobre la base de las observaciones que realiza acerca de los niños; sino, sobre lo que sus pacientes le cuentan sobre lo que les había sucedido cuando fueron niños. El método clínico de Freud se basa en la introspección; es decir, en el análisis que el paciente realiza acerca de sí mismo. Para el positivismo este método de investigación científico resultaba endeble.
De allí que René Spitz decide retomar el planteo que Freud hace en Los tres ensayos para una teoría sexual y someterlo a lo que él y su entorno –los EE.UU., el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Colorado- considera verdaderamente científico, el positivismo, avalado por pensadores de la talla de Saint-Simon, Auguste Comte y John Stuart Mill.
Para dimensionar la tarea de Spitz digamos sucintamente que en su investigación colaboraron decenas de colegas que realizaron observaciones y filmaron a cientos de bebés durante meses y meses; tomaron pruebas psicodiagnósticas y las consignaron y evaluaron. Para dar cuenta de esas investigaciones el psicoanalista norteamericano escribió su libro El primer año de vida que fue prologado por Anna Freud, y Godfrey Coblinder escribió un epílogo donde marca el acuerdo de las teorías de Piaget con los planteos de Spitz.
¿En qué radican las observaciones de Spitz basadas fundamentalmente en el planteo de Freud? Ambos autores intentan brindarnos elementos para poder imaginar lo que sucede con el niño en un momento donde justamente se halla privado de comunicarlo –al menos fehacientemente, ya que no ha desarrollado aún el lenguaje.
Durante este período de vida el niño se halla desamparado siendo incapaz de conservarse vivo por sus propios medios. Todo aquello de lo que carece el infante lo compensa y proporciona la madre. El niño se halla imposibilitado de comunicar cuáles son las percepciones y sensaciones que adolece, de allí que la madre es la que debe aportar ese conocimiento a través de su intuición, o su empatía.
Así como las percepciones y sensaciones dependen de la persona que lo asiste no existe en el niño conciencia; es decir, no hay un yo que pueda reflexionar sobre sí mismo. No existen los límites entre lo que denominamos el yo y el otro. No hay para el infante un mundo exterior. No hay tampoco posibilidad de que desarrolle la agresividad; es decir, la posibilidad de defenderse del otro. Para que exista agresividad primero tiene que tener una idea de quién es ese otro al que se va a oponer. De tal forma la madre y el hijo conforman lo que Spitz denomina una díada. A tal punto el niño desconoce la presencia de ese Otro de quien depende que Spitz sostiene que es como si el niño supusiera que el pecho de la madre es una continuación de sus propios labios.
Fue necesario llegar hasta aquí con estas precisiones acerca del desarrollo de la subjetividad para entender qué quiere decir el ministro Dujovne cuando afirma que “ningún gobierno habría podido hacer un ajuste semejante al realizado por éste sin ser derrocado”. Decir que ningún gobierno habría hecho un ajuste semejante sin caer es decirle al pueblo en la cara que puede aguantar cualquier cosa. El gobierno hace lo que se le da la gana y la gente no tiene más remedio que soportarlo.
¿Cuál es el secreto de este gobierno que se permite las más grandes medidas antipopulares? ¿Qué lógica subyace en esos ciudadanos que se han quedado sin trabajo, que no pueden pagar las tarifas de los servicios y sin embargo siguen fieles al presidente Macri y su séquito de Cambiemos? Entendemos que Freud y Spitz pueden darnos la clave para obtener algunas respuestas.
Se ha producido una transformación regresiva de la estructura social argentina que nos retrotrae al primer año de vida cuando el sujeto no puede diferenciar claramente entre el yo y el otro, lo que lo priva de la capacidad de agredir y por ende de defenderse. Spitz nos muestra como el niño, luego adolescente se separa de su madre y consigue su independencia; pero existen indicadores suministrados por la clínica psicoanalítica que por el camino regresivo la subjetividad puede retornar a sus orígenes, mucho más cuando se producen situaciones de extrema violencia como son el gatillo fácil de las FF.SS., la falta de trabajo, la alimentación insuficiente, la persecución política, la infiltración en las manifestaciones, el aumento exorbitante de los impuestos y un largo etc.
Este gobierno aunque elegido de manera democrática está perpetuando métodos similares a los empleados por el terrorismo de Estado intentando desarrollar formas de adiestramiento y/o domesticación destinados a llevar a las personas a un automatismo de comportamiento similar en lo funcional a las regulaciones instintivas de los animales. Recordemos en este punto los experimentos científicos de Pavlov y en el terreno de la ficción novelas como 1984 de Orwell, La naranja mecánica de Burgess o Fahrenheit 451 de Bradbury.
La angustia generada por los dispositivos del Estado ha provocado pánico, las más diversas inhibiciones y una tolerancia infinita por lo que el Otro demanda. De allí que Dujovne pueda decir lo que dijo, lamentablemente, tiene toda la razón del mundo.
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