Cuando las papas queman hasta la más rancia estirpe pierde los estribos, incluso los del haras. El ex presidente abandonó su aristocrático mutismo para salir a la palestra por Macri y Vidal y a defender las intromisiones del poder en la justicia. Ya no quedan elegantes.

Federico Pinedo es un “señor bien”. Le sale naturalmente porque no es, como mucha gente del PRO, un enriquecido reciente.

Los Pinedo tienen una historia en el país. Cómo es esa historia ya es otro tema. Pero Federico nació y creció con ese toque aristocrático, y lo maneja bien. Cristina Fernández suele destacarlo: “Es un caballero”, dice. Debe ser cierto, nomás.

Fue presidente por unas horitas y toleró las bromas con una sonrisa. Saber burlarse de sí mismo es una virtud.

Bueno, eso hasta ahora. En medio de la pandemia, el bueno de Pinedo parece haber enloquecido.

Primero, en una frase que bien podría ser tomada como irónica,

“Mauricio Macri, como María Eugenia Vidal, han optado por un ‘silencio patriótico’”.

Creo que lo dice en serio, pero nada es demasiado serio tratándose de Macri.

Lo peor vino después.

Olvidando hasta las clases de Educación Cívica de cuarto año del secundario que ensañaban la división de Poderes en el Estado y sin ponerse colorado, el ex presidente provisional del Senado no eludió una pregunta sobre tres jueces (Ana María Figueroa, Luis Raffaghelli y Martina Forns) que denunciaron “aprietes” directos por parte del gobierno macrista.

Y se explayó en la radio Futurock:

“Así funcionan los poderes. Es algo totalmente común que un gobierno vaya a ver a un juez para advertirle el daño que puede hacer con un fallo. Muchas veces se le dice a un juez ‘cuidado con lo que va a hacer con esto’, pero eso es normal. Un comportamiento que está casi institucionalizado”.

Glup.

A ver, los Pinedo han sido liberales toda la vida. Los tipos hablan de las instituciones y la División de Poderes que siempre violan los negros peronchos y llegan al orgasmo. Caramba. Que decadencia. Parece que el PRO es como Atila: donde pisa su caballo Mauricio, no crece más el pasto. También con los suyos.

“Puede que se direccione un fallo, pero eso también le aporta elementos al juez. Además, hay que ver qué quieren decir con la frase ‘presiones a la Justicia’. Es raro que esos jueces no lo hayan dicho en su momento”, sorprendió con un curioso guiño de humor.

“Son cosas que los gobiernos tienen que hacer, por derecha ‒agregó, muy simbólico‒ y a la luz del día. Igual, hay muchos casos donde la administración le dice a los jueces ‘no haga tal cosa o no haga la otra’ y después el juez va hace lo que quiere”.

Ah, claro, sí, sí… Recuerdo un caso. Cuando liberaron a Cristóbal López y Adrián de Souza.

El, digamos, presidente Macri, entrevistado por un par de sostiene-micrófonos, primero dijo que estaba “Indignado con el cambio de carátula” y, ya derrapando mal, se le escapó un sincerisimo: “¡Eso no fue lo que habíamos acordado…!”.

Los jueces fueron apartados de la causa una patada en el tujes. López y De Souza volvieron a la cárcel. Fin de la cuestión.

¿Debería asombrarnos todo esto? Nah.

O sí, tal vez por la figura de Pinedo, un aristócrata conservador de perfil bajo y buenos modales. O al menos eso parecía.

Hay gente muy nerviosa con la pandemia, eso es cierto.

Pero hay un grupete al borde de un ataque de pánico con el tema del impuesto a la riqueza extraordinaria, y con esa mega-investigación de la AFIP sobre una montaña de cuentillas no declaradas en Panamá y otros paraísos fiscales.

Un informe que pone en serio peligro a muchos, por no decir a todos los blanqueadores de verdecitos en negro, incluyendo al hermano pobre-rico-pobre de Mauricio Macri.

Sí les descubren lo que mantienen encanutado afuera, zás, pierden una cosa y la otra. ¡Malditos populistas resentidos! ¡Grrrr…!

Por lo menos cuidá las formas Milord, que se nota mucho.