Una task-force de periodistas, medios, jueces, fiscales y políticos detrás de los cuadernos que fueron a parar a la parrilla. Los Macri, un fiscal y barrabravas en un mismo asado y en la Embajada.

Angelo Calcaterra se presenta ante el juez Claudio Bonadío para colaborar con la Justicia y reconocer que fue presionado para aportar en la campaña kirchnerista” dicen medios como Clarín y La Nación, que ya nos tienen acostumbrados a que la justicia con mayúsculas son los fiscales y jueces que deciden según sus intereses y de acuerdo con sus operaciones mediáticas (cuando lo hacen en sentido contrario, son de Justicia Legítima o sencillamente kukas, aunque no lo sean).

También nos tienen acostumbrados a tratar de diferente modo según sean compañeros de senda o no. Calcaterra colabora y fue presionado. No cometió delitos. No sale airoso por ser el primo de Mauricio Macri, sobrino de Franco, sino por ser de la élite que durante décadas tuvo en su bolsillo las grandes contrataciones con el Estado. La misma élite a la que la dictadura le estatizó la deuda externa, que por obra de Domingo Cavallo (porrista del macrismo) terminaron pagando los trabajadores.

Los cuadernos de Centeno.

Calcaterra acordó con su primo la estrategia que finalmente plasmaron con Bonadío y el fiscal Carlos Stornelli, hombre cercano a Daniel Angellici desde tiempos en que Macri era presidente de Boca Juniors y el Rafa Di Zeo estaba preso. Por obra de Macri, Di Zeo contó con Stornelli entre sus auspiciantes; con él compartió asaditos mientras estuvo en Canadá y lo invitó a su boda. Es un buen muchacho, dijo Stornelli cuando le preguntaron por su presencia en aquel bodorrio.

Algunos oficialistas estarán contentos porque con el affaire de las copias de cuadernos se demostraría que Macri quiere ir a fondo contra la impunidad. Difícil creer semejante cosa si se cuenta con un mínimo conocimiento del cuadro de situación, en el que Macri es una pieza medular del sistema de contrataciones con el Estado, un beneficiado directo del mecanismo que funcionó por décadas, gobierno tras gobierno y sobornos mediante, un sistema acordado por la misma Cámara de la Construcción. Otros oficialistas estarán preocupados por el alcance que puede tener la investigación, sobre todo porque fueron varios los empresarios detenidos.

Sombras de Brasil y de Ecuador

Un análisis excede el plano de los negocios y llega al escenario político (aunque estos tipos lo consideren parte del negocio), y es el que apuntalan operadores mediáticos como Joaquín Morales Solá o Luis Majul, en cuanto a la deseada detención de Cristina Fernández de Kirchner. El asunto se complica si se observa que parte de la táctica electoral del macrismo es polarizar y confrontar con CFK, apostando al supuesto cansancio que pervive en buena parte de los electores respecto de su figura. Otros, ya en el espacio peronista, se amarran a la imagen de una CFK debilitada por el escándalo, que les permita armar una alternativa con ella fuera de juego. Algunos sostienen que es tanto el desastre que está dejando el macrismo, que no habrá denuncia que lo oculte. Los intereses son múltiples, tanto como los interesados. En el medio, el senador Miguel Angel Pichetto tiene en su mano un siete bravo con la jugada de Bonadío-Stornelli. “Sólo con sentencia firme” dice Pichetto cuando se le pregunta sobre un posible desafuero de CFK. Pero a las palabras se las lleva el viento, que sopla según los tiempos (por las dudas, algunos tendrán en mente abrir una unidad básica, La Bonadío).

Allanamiento sin cuadernos.

En cuanto a la incidencia del sistema judicial en el debate político, se ciernen las sombras de lo que ocurre en Brasil y Ecuador, hasta presentarse en cuerpo y alma con el vodevil protagonizado por la pareja Nisman-Stiuso, que dio a luz una denuncia penal esotérica cuyo génesis sólo puede comprenderse con la muerte del primero. Como la denuncia fue debidamente archivada, los sectores que hicieron guiso con esas sobras hallaron el modo de reabrirla a través de los oficios de Bonadío, que encarceló a allegados al kirchnerismo y solicitó el desafuero de CFK. Si bien la Cámara Federal confirmó los procesamientos, dejó de lado el delito de traición a la patria. En conclusión, el macrismo se aseguró un juicio oral que inevitablemente finalizará con todos los acusados absueltos, porque se podrá opinar de todo respecto del pacto con Irán. Pero en ese acuerdo hay menos delito que en un programa de los teletubbies. Su razón no es la condena, sino la proliferación de titulares para socavar a la oposición utilizando las decenas de muertos de la AMIA. Y de esto, los dirigentes de la DAIA que se prestaron a esta modalidad de persecución política, no tienen regreso.

A partir del caso Nisman, o de la causa por el pacto con Irán, todo es posible en Comodoro Py, especialmente luego de que el macrismo consiguiera mover algunas piezas de la Cámara Federal para moldearla según sus apetencias. En el caso de las copias de los cuadernos, no importa la prueba que se obtenga y, mucho menos, si los originales son hallados. Lo reconoció el mismo Stornelli, sabiendo que habrá una Cámara Federal que confirmará los procesamientos y abrirá la temporada de juicio oral. El proceso como herramienta política. No importa la prueba ni la sentencia. Sólo la proliferación de titulares para operar políticamente, debilitar a la oposición y mantener la cosmetología para enmascarar la corrupción del macrismo. No importan los Panamá Papers, las negociaciones incompatibles de sus funcionarios, la deuda del Correo, los aportes truchos y la utilización de datos personales.

Pobres víctimas

El Rafa Di Zeo, la pata boquense.

Tampoco importa el modo en que las copias de esos cuadernos anclaron en el sistema judicial. Tanto Stornelli como el periodista de La Nación (y abonado de la Jefatura de Gabinete) Diego Cabot, reconocieron que éste se las llevó a Stornelli, que las trabajaría en el marco de una causa preexistente sin relación con los hechos descriptos en ellas. Lo que se llama fórum shopping, elegir irregularmente juez y fiscal, tal como se hizo, sabiendo que contarían con un magistrado de altas ínfulas irracionales, cuyo objetivo principal es la muerte política de CFK; y un fiscal de la más pura derecha tribunalicia, hombre de confianza de los operadores judiciales del macrismo, uno del riñón bostero que no oculta su amistad con Macri –ni con Di Zeo ni Angellici-.

Ya lo dijo Stornelli, no importa si se encuentran los cuadernos originales, sólo se trata de corroborar a través de otras fuentes lo que esas copias describen. Y para ello nada mejor que presionar y/o acordar con los empresarios acusados, según el caso, para que se presenten como víctimas al mejor estilo Calcaterra, denuncien a los funcionarios kirchneristas –sobre todo a CFK-, que son, en definitiva y tal como dijo el mismo Stornelli, los principales acusados en la línea investigativa que apunta a una asociación ilícita en el Estado, comandada por Néstor Kirchner y CFK. De paso, Stornelli se presenta como una eventual víctima, no da a conocer sus movimientos “por temor a que me maten”, representándose en su cabeza lo sucedido con su colega Nisman, cuya muerte no relacionan con los servicios de inteligencia desplazados por CFK, sino con la misma CFK. A esta altura, ¿a quién le importa la verdad, la corrupción y la impunidad?

Ricardo Sáenz, Stornelil, Bonadío y Pepe Scioli en la Embajada de los EE.UU.

A nadie le puede escapar que existieron coimas en la obra pública durante el gobierno anterior. Es el sistema instaurado durante décadas. Pero que el macrismo sea etiqueta de honestidad, de lucha contra la impunidad, sólo se entiende de sus socios y cómplices. No se puede permitir cualquier desvarío. Un periodista de La Nación relacionado con la Jefatura de Gabinete acuerda con un fiscal quiénes son los magistrados que intervienen, disponen detenciones, presionan y acuerdan para contar con arrepentidos (podrían ser todos, menos CFK y unos funcionarios más) que les refrende su versión de lo que dicen las copias (que, vaya a saber uno cuánto hay de cierto); armar un relato que pase el control laxo de la Cámara Federal, con miras a tener un juicio oral de cuya futura existencia no dudo, aunque espero equivocarme.

Sólo importa la operación mediática y política. No importan las pruebas, ni el respeto a las formas (que en materia penal se relacionan directamente con los derechos constitucionales), como tampoco importa la promiscua relación de los actores judiciales con el ámbito político. Bonadío y Stornelli son asiduos invitados a los cócteles de la Embajada de los Estados Unidos. También, a eventos realizados por los think tanks de la alta burguesía argentina. Como informó Clarín, Stornelli participó del último encuentro del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales el mismo día en que estalló el escándalo de las copias de los cuadernos. Dice el diario que fue la estrella de la noche, en la que el fiscal posó para las fotos junto a Laura “noesdelitolodelmacrismo” Alonso; el canciller de Fernando De la Rúa Adalberto Rodríguez Giavarini, y el funcionario de seguridad del PRO Eugenio Burzaco. Una noche en la que todos los asistentes escucharon a Rodríguez Giavarini desear el destierro de proteccionismos y neopopulismos. Sin dudas que en ese contexto, Stornelli fue un invitado de lujo. Los cuadernos fueron quemados, pero a nadie le importa. Lo que importa es alimentar la usina de lameculos que permita la proliferación de titulares  con miras a desterrar lo que ellos llaman populismo. Y que Macri o algún muleto sobreviva a esta hecatombe como inquilino de la Casa Rosada.