En plena crisis económica y política el sistema Gobierno+jueces adictos+medios privados lanzó al mercado una novela de espionaje cuyo héroe central es un oscuro fercho amante de los cuadernos con espiral. 

En las semanas en que la propia derecha mediática llamó hasta el cansancio las del “peor momento del Gobierno”, pero justo cuando se expandía el escándalo de los aportantes truchos para las campañas 2015 y 2017 de Cambiemos, y justo, justito cuando se anunciaban nuevos tarifazos brutales por todos lados, el sistema medios privados-justicia berreta-Ejecutivo lanzó una nueva campaña que acá bautizaremos como Operación Gloria. Las fotocopias de los apuntes de un remisero meticuloso son hasta ahora la única y presunta prueba central de lo que los dos diarios más importantes del país, y el sistema Clarín entero, más los aliados de rigor, lanzaron a los cuatro vientos con un despliegue y un nivel de opacidad que recuerda a la campaña que se hizo en abril de 1977 a propósito de lo que entonces se llamó “el caso Graiver” o “el clan Graiver”. Ocho cuadernitos fotocopiados y no periciados por nadie llevaron a un juez -al que la propia derecha alguna vez se tomó a la chacota- a meter en cana a un montón de gente, catorce personas hasta el momento. Rige el secreto de sumario, nadie puede acceder a los expedientes.

Hablar del contexto crítico en que se lanzó el operativo –cuando lo más cruel del ajuste económico y social recién comienza- es una obviedad que daremos por descripta con lo escrito hasta acá. Otras cosas tienen que ver con el sentido común, aun cuando le llamemos el peor de los sentidos.

Vamos a abordar el asunto en forma de preguntas y anotaciones breves que puede que resulten un poco previsibles.

  • ¿Cómo puede ser que altísimos funcionariazos archi corruptos confíen la custodia de bolsos con centenares de miles de dólares a un remisero, Don Oscar Centeno, por gauchito que parezca?
  • ¿Por qué esta manía lumpen de los funcionariazos corruptos de manejarse siempre con cash, puestos en burdos bolsos de gimnasia, cuando hay métodos más gratos para repartir la guita, por ejemplo, los electrónicos? ¿Tan toscos son siendo mafiosos de alta gama?
  • ¿Cómo es que a tales funcionariazos –incluido Néstor Kirchner- se les da por hablar de coimas y de guita y de financiamiento trucho de campañas a viva voz delante de un cuatro de copas?
  • Tomando en cuenta las propias y presuntas cuentas horarias anotadas en los cuadernos, ¿cómo demonios pudo el remisero contar tanta guita en tantos bolsos si sus paradas intermedias eran brevísimas? Ni con diez contadores de billetes de última generación (de 1500 a 8299 pesos por Mercado Libre)
  • El compañero remisero apellidado Centeno, milico retirado, ¿era/es un servicio? ¿Y fueron tan pelotudos esos funcionarios tan diestros en el arte de la coima –que acá no descartamos según de qué hablemos- de confiarle el traslado de millones a un ex milico, siendo además algunos de ellos setentistas veteranos?
  • ¿Corresponden los modelitos de portada de los cuadernos Gloria y Rivadavia, muy particulares, a los años de las anotaciones presuntas?
  • ¿Cómo confiar en fotocopias de cuadernos espiralados sin antes peritarlos? No pueden peritar lo que no son originales y los originales no aparecen.
  • ¿No es que ya había mentido la ex del compañero remisero cuando denunció bóvedas con guita en casa de Baratta? Aquella vez fueron a romper todo para encontrarlas y las bóvedas nunca aparecieron, como no aparecieron nunca las que buscaron con sutiles retroexcavadoras en la Patagonia.
  • ¿Quién carajo puede confiar en los videos (hasta La Nación les adosó el calificativo “presuntos”) del fercho?
  • ¿Cómo es que las imágenes tomadas por la cámara salen tan quietas, tan prolijas, tan firmes, a bordo del coche que presuntamente maneja el propio remisero en lo que parece la Lugones? ¿La cámara es de un celular o una cámara posta? ¿La maneja otro? ¿Quién?
  • El tipo maneja y relata, en castellano correcto, tirando a policial. Narra con voz neutra: “Acabamos de ir hasta la Quinta de Olivos a la cual se llevó una valija y un bolso con dinero, en total cuatro millones de dólares recaudados. La valija se retiró en Alem 454, en un subsuelo”. ¿A quién carajo le habla? ¿Al oficial Matute de Don Gato y su pandilla? ¿A Maxwell Smart? ¿A Jack Ryan, el personaje de la CIA creado por Tom Clancy?
  • El fercho maneja y filma, con mano diestra. La voz firme en el relato, segura. Otra que James Bond. Una pena que no sacó fotos de la guita ni de los mafiosos, cuando sí pudo contar guita y tomar apuntes on line.
  • El sistema medios privados+Estado se jacta de la expresión del muy jodido “Club de la Obra Pública”. Incluso aparece un directivo de la empresa de Angelo Calcaterra, Pero no hay nada referente a su primo o a la famiglia.
  • La respuesta al punto la da Clarín del jueves, siempre con ese procedimiento que en una nota anterior llamamos periodismo telepático. Clarín dice –reiteramos, por mera telepatía- que en reunión de Gabinete el presidente dijo que quiere que la Justicia avance y que la causa “va a salpicar a muchos empresarios”. A muchos, pero no a él ni a su familia, cuya fortuna se forjó gracias a la obra pública desde los tiempos de la dictadura, que además de dictadura fue altamente corrupta.

 

 Chofer de buen castellano, sin un sope

Lo que sigue es cita parcial y ampliación personal de una parte de las preguntas suspicaces que también se hicieron Tuni Kollman e Irina Hauseer en Página/12.

Oscar Centeno, el fercho de mi querido diario, “es corto para hablar”, según averiguaron los periodistas. Según ellos sigue siendo remisero. O sea que no se llevó un mango de esos millones que contó con tanta dedicación y espíritu cívico o se los guarda para cuando cumpla 85 años y se vaya de pesca a la laguna Chis Chis. Sin embargo, el corto para hablar  escribió sus apuntes con excelente ortografía y gramática (o mejor que la de Fantino, por decir algo). El tipo incluso anotó los títulos nobiliarios de los corruptos: “Licenciado Baratta” por aquí, “Doctor Kirchner”, por allá, cuando hubiera sido más rápido, en el apuro remiseril, anotar simplemente “Baratta” y “Kirchner”, sin ser tan servicial, prolijo o burocrático (¡se supone que manejaba o llevaba gente imponente!). Se supone también que debía cuidarse de lo que anotaba –con riesgo de vida ya que trataba con altos mafiosos- inventando alguna criptografía berreta por lo menos.

Escribieron Kollman y Hauser: “En los cuadernos habla de que Cristina Fernández de Kirchner le dio instrucciones a Julio de Vido y a Roberto Baratta de que sigan recaudando para la campaña. ¿Cómo lo sabe?”. Dicho a nuestro modo: ¿el remisero, en sus paradas, lustraba la carrocería como un buen mayordomo inglés o entraba con un sánguche de mortadela al despacho presidencial?

Los colegas recuerdan también que el asunto abusado de las bóvedas resultó falso cuando las buscaron en casa de Baratta. Y rememoran que la ex señora esposa del amigazo Centeno alguna vez retuiteó un ruego de Miriam Quiroga, aquella mujer que visitó los estudios de Jorge Lanata –entre otros- presentándose como ex secretaria de Kirchner. Se demostró judicialmente que Quiroga era una versera. Ahora la versera aparece asociada a la ex del remisero. Rarito.

Preguntaron también los dos periodistas dónde está la plata de los bolsos. Para recordar que –al contrario que los muchachos de la brigada off-shore– “al menos hasta el momento, ni a los Kirchner ni a De Vido ni a Baratta se le encontraron cuentas ni sociedades en el exterior ni bienes sin declarar en la Argentina”.

Recuerdos de dictadura

Tratamos hasta aquí de ser irónicos en el tono. Pero el asunto espanta. Porque  está en manos de un juez espantoso que responde al Gobierno. Porque las detenciones sin prueba ni condena parecen dictadas por un Estado totalitario. Porque el manejo de los medios es propio de una novela distópica. Porque cualquier gil puede ir preso si al Gobierno se le canta, cosa que viene sucediendo a menudo y además asesinan. Porque ellos mismos están espantados y son capaces de hacer cualquier cosa con proyecciones políticas y sociales gravísimas. Porque están demoliendo no solo lo poco que quedara de justicia social sino de Estado democrático. Porque van por el desafuero y la prisión de Cristina Fernández de Kirchner (por el desafuero ya se anotó el senador cambiemita Eduardo Costa, de Santa Cruz, al grito de “es una criminal”), así como quieren que Milagro Sala muera en la cárcel.

Porque recuerdan los manejos de la dictadura.

Abril de 1977, todavía lo peor de los años de plomo. Titulares de entonces que recuerdan el presente:

“Son quince los detenidos por ‘el caso Graiver’”, “Ha conmovido a los medios periodísticos del país la desaparición del señor Edgardo Sajón”. “Confirmaron la detención de Timerman; sin noticias de Jara”. “La subversión está en franca retirada”.

Y (casi finalmente):

“Caso Graiver. Fue aplicada la justicia revolucionaria”.