A pocos días del lanzamiento de “El viejo y nuevo poder económico en la Argentina”, el autor de dos artículos y compilador de la obra analiza el comportamiento histórico de las grandes empresas y pone de relieve la ausencia de una verdadera burguesía nacional.
El nuevo libro de Martín Schorr* (Siglo XXI Editores) realiza un abordaje histórico y análitico sobre los grandes grupos económicos que tuvieron y tienen un peso fundamental sobre la economía real de nuestro país. Una mirada que va desde la expansión agroexportadora a la experiencia neoliberal de Cambiemos, pasando por la industrialización sustitutiva de importaciones, la consolidación de la “patria contratista” en la última dictadura cívico-militar y la llamada “década perdida” en los años de Alfonsín para, finalmente, abordar el fin del sueño de la burguesía nacional en los noventa y la redefinición de los liderazgos en la cúpula empresarial en tiempos del kirchnerismo.
Una de las características destacadas del libro reside en que los autores que analizan los diferentes períodos lo hicieron bajo criterios metodológicos muy similares, lo que permite establecer comparaciones entre los distintos períodos estudiados. Además, y ya en el plano de las conclusiones, el texto subraya que el gran capital local poco y nada habría contribuido a los largo de la historia de nuestro país para impulsar una industrialización basada en el desarrollo de capacidades tecnoproductivas propias. Por el contrario, el proyecto de estos sectores – según se desprende del estudio – se habría estructurado en términos de una asociación subordinada o, en el mejor de los casos, de una posición de no confrontación. “Por eso, difícilmente se pueda considerar a estos actores como burguesía nacional”, afirma Schoor.
-¿Cuáles fueron las motivaciones principales por las que decidieron realizar este libro?
-El libro recoge los aportes de muchos autores y ofrece una mirada de largo plazo del poder económico de la Argentina. Para ello pusimos el foco en la trayectoria de las grandes firmas de la economía real, a lo largo de las diversas etapas que se sucedieron desde la conformación del Estado nacional en las postrimerías del siglo XIX hasta la actualidad. Esa visión de largo alcance descansa en un elemento que quisiera destacar, ya que le confieren cierta originalidad al conjunto de la obra, además de la que resulta de encarar un estudio de largo plazo. Me refiero específicamente a que, en cada uno de los capítulos, se despliegan metodologías similares para la delimitación de la cúpula empresaria, y se recurre a los mismos recortes analíticos y a una serie de indicadores empíricos semejantes para evaluar el desempeño de las compañías de mayores dimensiones. Este abordaje le suministra al lector elementos abundantes e interesantes para caracterizar los distintos momentos abordados. Además le da la posibilidad de acceder a una visión bastante integral del desempeño de las empresas líderes a lo largo de la historia nacional, así como de detectar las líneas de continuidad que se pueden establecer y las principales transformaciones sobrevenidas al interior de ese núcleo del poder económico.
-Teniendo en cuenta el período que ustedes estudian en el libro ¿Qué incidencia han tenido las grandes empresas sobre el devenir de la economía argentina?
-Con sus más y sus menos, en las diferentes coyunturas analizadas la cúpula empresaria ha tenido una gravitación considerable en el conjunto de la economía argentina. Esto da cuenta de un alto grado de concentración económica, que es más marcado dada la inserción de la mayoría de estos grandes capitales en sectores de actividad que resultan críticos, en tanto definen las formas que asume la apropiación del excedente económico por parte de las distintas clases sociales y fracciones de clase, pero también el patrón predominante de especialización y de inserción del país en la división internacional del trabajo y, más ampliamente, el perfil del modo de acumulación vigente. Más allá de los cambios en la composición de la cúpula local a lo largo del tiempo, esa centralidad estructural les ha conferido a estos segmentos del poder económico un poder de veto determinante sobre el funcionamiento estatal, que por lo general han hecho jugar a su favor y se ha manifestado de maneras diversas: corridas cambiarias, subas de precios, reticencia inversora, obtención de una amplia variedad de prebendas, “colonización” de ciertos espacios de la gestión pública.
-Una de las líneas de continuidad que resulta del análisis remite al elevado peso del capital extranjero ¿Qué se puede decir sobre este dato estructural?
-Como en gran parte de las países periféricos, la Argentina ha sufrido en su historia varias oleadas de penetración de capitales foráneos que han sido estimuladas, entre otras cosas, por la aplicación de marcos normativos plenamente funcionales a la expansión extranjera. Esas fases fueron lideradas por países distintos, como Gran Bretaña, Estados Unidos, China y Brasil, por citar algunos, y se focalizaron en diferentes rubros de la actividad económica en función del desenvolvimiento del modo de acumulación local y se materializaron bajo modalidades diversas, como radicaciones, compras de empresas y asociación con capitales nacionales. Ese lugar destacado del capital extranjero en el seno del poder económico local se asocia también a su presencia decisiva en aquellos sectores que en cada período estudiado definieron las condiciones para la acumulación y la reproducción ampliada del capital. Según los períodos se trató de actividades ligadas en forma directa e indirecta a la exportación de productos agropecuarios; o bien ramas industriales como la automotriz, la maquinaria agrícola, la alimenticia, la química y la petroquímica, además de rubros procesadores de commodities, la prestación de servicios públicos y algunos servicios privados, como el sector financiero. Esa centralidad estructural del capital extranjero cobra una entidad mayor si se contempla el papel que suele asumir en el financiamiento externo de una economía periférica y dependiente, así como en el desfinanciamiento mediante la remisión de utilidades, los pagos de intereses, regalías y patentes, o el establecimiento de precios de transferencia en operaciones de comercio exterior y financieras.
-¿Cuáles son las conclusiones que extraen en relación con el gran capital nacional?
-De nuestro análisis resulta que otro rasgo distintivo del poder económico de la Argentina pasa por la temprana conformación de grupos económicos locales, y su posterior afianzamiento en distintos tramos de la industrialización sustitutiva y, en especial, en el período comprendido entre la última dictadura militar y mediados del decenio de 1990. De allí en adelante se ha manifestado una declinación marcada en la presencia de esta fracción dentro de la elite empresaria, lo cual expresa la debilidad manifiesta del gran capital nacional respecto del extranjero. Incapaz de competir en igualdad de condiciones, en las últimas décadas este segmento del empresariado más concentrado ha resignado porciones importantes de la estructura económica, cuyo comando pasó principalmente a manos de corporaciones transnacionales. Se ha replegado, con pocas excepciones, hacia el procesamiento de recursos básicos relacionados con la vieja, pero sumamente actual, inserción internacional del país. A estos capitales debería agregarse un conjunto de grupos empresarios que experimentaron un crecimiento para nada menor en los distintos gobiernos del kirchnerismo y en el de Macri y que antes ocupaban lugares marginales o inexistentes en la dinámica de acumulación general y en el interior de los sectores dominantes. Esa expansión fue posible por la participación de estos actores en muchas de las áreas de negocios que se habilitaron desde el sector público en diferentes frentes, casi siempre en actividades no transables y reguladas por el Estado.
-¿Se puede pensar en la construcción de una burguesía nacional en una etapa en la que la concentración económica ya no es solo local sino global?
-El derrotero de largo plazo de los grupos económicos nacionales, lo mismo que el de otras grandes firmas argentinas, invita a reflexionar acerca de si alguna vez existió en nuestro país una burguesía nacional, problemática de suma relevancia para el debate político y social. Una fracción de la clase dominante que pueda cumplir dicha función no puede agotarse en el hecho de que los propietarios de los medios de producción sean de origen nacional, incluso si tuvieran intereses objetivos que entren en conflicto con los del llamado imperialismo. La categoría de burguesía nacional remite en primera instancia a aquel segmento de la burguesía que, además de tener intereses nacionales en lo económico, cuenta con un proyecto inclusivo de nación y está dispuesta a enfrentarse al capital extranjero y sus representantes en términos políticos e ideológicos.
-En otras palabras, difícilmente se podría hablar de que en la Argentina haya existido una burguesía nacional…
-Las evidencias que se presentan en los distintos capítulos dan cuenta de que, salvo en situaciones muy puntuales, a lo largo de la historia este segmento del gran capital local no ha contribuido a impulsar una industrialización basada en el desarrollo de capacidades tecnoproductivas que pudieran potenciar las ventajas dinámicas de la economía como mecanismo para hacer viable una sociedad más inclusiva e igualitaria y reducir así el nivel de dependencia. Más aún, el proyecto de país de estos sectores no parece estructurarse en torno de una oposición con el predominante capital extranjero, sino que más bien se plantea en términos de asociación subordinada, o de no confrontación. Por eso, difícilmente se pueda considerar a estos actores como burguesía nacional.
Notas
* Martín Schorr es doctor en Ciencias Sociales (Flacso) e investigador de Conicet con sede de trabajo en Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín.
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El viejo y nuevo poder económico en la Argentina. Introducción.
Por Martín Schorr
La Argentina es un país con una tradición vasta y muy rica en el estudio del poder económico. En
efecto, desde mediados del siglo pasado se realizó una gran cantidad de trabajos sobre la cuestión en los que se priorizaron diferentes aproximaciones. Así, a modo de ejemplo, existen investigaciones referidas a la formación de la clase dominante, la naturaleza de la élite económica, la dinámica y las repercusiones más salientes de los procesos de concentración y centralización del capital, la historia y la evolución de grandes empresas y grupos económicos, los criterios organizacionales y el accionar político-ideológico privilegiados por las distintas fracciones de la burguesía, y los nexos que se pueden establecer entre la intervención estatal y las lógicas de acumulación y la situación estructural de los capitales más concentrados.
A partir de esos antecedentes, en este libro se ofrece una mirada de largo plazo sobre el poder económico de la Argentina. Para ello, el foco se pone en la trayectoria de las grandes firmas de la economía real a lo largo de las diversas etapas que se sucedieron desde la conformación del Estado nacional en las postrimerías del siglo XIX hasta nuestros días. Esa visión de largo alcance descansa, a su vez, en dos elementos que le confieren cierta originalidad al conjunto de la obra ante sí.
El primero es que en cada uno de los capítulos los autores despliegan metodologías similares para la delimitación de la cúpula empresarial siempre en función de la información básica disponible en cada período, al tiempo que recurren a los mismos recortes analíticos y a una serie de indicadores empíricos semejantes para evaluar el desempeño de las compañías de mayores dimensiones del medio doméstico. Este enfoque le suministra al lector abundantes e interesantes herramientas de juicio para caracterizar los distintos momentos analizados. Y además le da la posibilidad de acceder a una visión bastante integral del desempeño de las empresas líderes a lo largo de la historia nacional, así como de las principales transformaciones sobrevenidas al interior de ese núcleo del poder económico. De esta manera, se busca trascender los abordajes de períodos puntuales mediante una mirada común, que permita seguir los cambios observados con una misma lupa.
El segundo aspecto por resaltar es que, en pos del mencionado enfoque integral, los estudios aquí reunidos no solo se montan sobre similares criterios metodológicos y de análisis, sino que también procuran dar respuestas a iguales interrogantes:
• ¿cuál es el origen del capital de las firmas que integran la élite empresarial?;
• ¿cuál es la inserción sectorial de las distintas fracciones del capital que conviven dentro de esa cúpula?;
• ¿cuál es la incidencia de las empresas líderes en algunas de las variables económicas agregadas más relevantes y qué papel juegan en el (des)financiamiento de las cuentas públicas y la balanza de pagos?;
• ¿por dónde pasa la centralidad económica de los grandes capitales dado el funcionamiento del modo de acumulación local en cada etapa histórica?;
• ¿qué papel tuvieron las acciones y las omisiones estatales en el desempeño de los diferentes segmentos del poder económico?
Si bien el objetivo de esta introducción no es realizar un racconto exhaustivo del contenido de los capítulos que integran el libro, sí nos interesa detenernos en los que consideramos los hallazgos más importantes. En particular, aquellos que se pueden reconocer en las distintas fases históricas, con independencia de las diferencias existentes a nivel local e internacional.
Las grandes empresas: entre el predominio económico y la centralidad estructural. Con sus más y sus menos, en las diferentes coyunturas analizadas la cúpula empresarial ha tenido una gravitación considerable en el conjunto de la economía argentina, tanto si se considera su peso en la producción, el valor agregado o, por ejemplificar con otra variable, en las exportaciones totales. Esto da cuenta de un alto grado de concentración económica, que es más marcado si se atiende a que no pocas de las firmas que integran el panel de las líderes pertenecen a grupos o conglomerados empresarios de capital nacional y extranjero (es decir, que un mismo actor controla más de una –muchas veces varias – de las compañías de mayor envergadura del ámbito local).
Ese poderío económico se ve amplificado dada la inserción de la mayoría de estos grandes capitales en sectores de actividad que resultan “críticos” ya que definen las formas que asume la apropiación del excedente económico por parte de las distintas clases sociales y fracciones de clase, el patrón predominante de especialización y de inserción del país en la división internacional del trabajo y, más ampliamente, el perfil del modo de acumulación vigente. En ese marco, más allá de los cambios en la composición de la cúpula empresarial a lo largo del tiempo, esa centralidad estructural les ha conferido a estos segmentos del poder económico un poder de veto ostensible y determinante sobre el funcionamiento estatal, que por lo general han hecho jugar a su favor y se ha manifestado de maneras diversas: corridas cambiarias, subas de precios, reticencia inversora, obtención de una amplia variedad de prebendas, “colonización” de ciertos espacios de la gestión pública, etc.
El peso prominente del capital extranjero. Como gran parte de las naciones periféricas, la Argentina ha sufrido en su historia varias oleadas de penetración de capitales foráneos, estimuladas, entre otras cosas, por la aplicación de marcos normativos por completo funcionales a la expansión extranjera. Como surge de varias de las evidencias analizadas en esta obra, esas fases fueron lideradas por países distintos (Gran Bretaña, Estados Unidos, China y Brasil, por citar algunos), se focalizaron en diferentes rubros de la actividad económica en función del desenvolvimiento del modo de acumulación local y se materializaron bajo modalidades diversas (radicaciones, compras de em8 El viejo y el nuevo poder económico en la Argentina presas, asociación con capitales nacionales, etc.). De allí que no resulte casual el elevado grado de extranjerización que, a nivel estructural, ha caracterizado a la cúpula empresarial doméstica. Ahora bien, ese lugar destacado del capital extranjero en el seno del poder económico local se asocia también a su presencia decisiva en aquellos sectores que en cada período estudiado definieron las condiciones para la acumulación y la reproducción ampliada del capital en el país: actividades ligadas en forma directa e indirecta a la exportación de productos agropecuarios, distintas ramas industriales (por caso: automotriz, maquinaria agrícola, alimenticia, química y petroquímica), rubros procesadores de commodities, prestación de servicios públicos y algunos servicios privados, sector financiero, etc.
La centralidad estructural del capital extranjero cobra una entidad mayor si se pondera el papel que suele asumir en el financiamiento externo de una economía dependiente, así como en el desfinanciamiento por múltiples vías (remisión de utilidades, pagos de intereses, regalías y patentes, establecimiento de precios de transferencia en operaciones de comercio exterior y financieras).
La ausencia de una burguesía nacional. Además del peso prominente del capital extranjero, otro rasgo distintivo del poder económico en la Argentina desde el origen pasa por la temprana conformación de grupos económicos locales y su posterior afianzamiento en distintos tramos de la industrialización sustitutiva y, en especial, en el período comprendido entre la última dictadura militar y mediados del decenio de 1990. De allí en adelante se ha manifestado una declinación marcada en la presencia de esta fracción dentro de la élite empresarial, lo cual expresa la debilidad manifiesta del gran capital nacional respecto del extranjero.
Incapaz de competir en igualdad de condiciones, en las últimas décadas este segmento del empresariado más concentrado ha resignado porciones importantes de la estructura económica, cuyo comando pasó, en la generalidad de los casos, a manos de corporaciones transnacionales.
Y se ha replegado, con pocas excepciones, hacia el procesamiento de recursos básicos relacionados con la “vieja”, pero muy actual, inserción internacional del país. A estos capitales debería agregarse un conjunto de grupos empresarios que experimentaron un crecimiento para nada menor (por ejemplo, en los distintos gobiernos del kirchnerismo y en el de Mauricio Macri), y que antes ocupaban lugares marginales o inexistentes en la dinámica de acumulación general y en el interior de los sectores dominantes. Esa expansión fue posible por la participación de estos actores en muchas de las “áreas de negocios” que se habilitaron desde el sector público en diferentes frentes, casi siempre en actividades no transables y reguladas por el Estado.
El derrotero de largo plazo de los grupos económicos nacionales, así como el de otras grandes firmas argentinas, invita a reflexionar acerca de si alguna vez existió en nuestro país una burguesí nacional, problemática de suma relevancia para el debate político y social. Una fracción de la clase dominante que pueda cumplir esa función no puede agotarse en el hecho de que los propietarios de los medios de producción sean de origen nacional, incluso si tuvieran intereses objetivos que entren en conflicto con los del “imperialismo”. La categoría de burguesía nacional remite en primera instancia a aquel segmento de la burguesía que, además de tener intereses “nacionales” en lo económico, cuenta con un proyecto inclusivo de nación y está dispuesto a enfrentarse – y en efecto se enfrenta – al capital extranjero y sus representantes en términos políticos e ideológicos.
Los datos que se presentan en los distintos capítulos de este libro dan cuenta de que, salvo en situaciones muy puntuales, a lo largo de la historia este segmento del gran capital local no ha contribuido a impulsar una industrialización basada en el desarrollo de capacidades tecnoproductivas que pudieran potenciar las ventajas dinámicas de la economía, como mecanismo para hacer viable una sociedad más inclusiva e igualitaria y reducir el nivel de dependencia.
A esto habría que agregar dos cuestiones. Por un lado, la propensión a fugar capitales que ha tenido esta fracción del empresariado, sobre todo desde mediados de la década de 1970. Por otro, el proyecto de país de estos sectores no parece estructurarse en torno a una oposición con el predominante capital extranjero, sino que por el contrario se plantea en términos de asociación subordinada o de no confrontación. En consecuencia, difícilmente se pueda considerar a estos actores como burguesía nacional.
Distintas etapas de la presencia estatal en la cúpula empresarial. En el transcurso del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, el Estado ocupó un lugar relevante dentro de la élite empresarial y en el conjunto de la economía argentina: con dificultades de distinta índole, el sector público asumió un papel activo en la consolidación del planteo industrial.
Con el cambio drástico en el modo de acumulación que tuvo lugar bajo la última dictadura militar, en la etapa 1976-1989, si bien el actor estatal mantuvo su presencia dentro del poder económico (concentrando alrededor de un tercio de las ventas de la cúpula de grandes empresas), su lógica de funcionamiento quedó en los hechos subordinada a la expansión del gran capital, sobre todo de un puñado de grupos económicos que recibieron cuantiosas transferencias de recursos a través de múltiples mecanismos.
Esasuerte de “colonización” del aparato estatal tendría un nuevo hito con las privatizaciones consumadas en la década del noventa. A raíz de eso, las asociaciones entre el capital extranjero y algunos conglomerados locales se hicieron de un patrimonio equivalente a casi el 10% del PBI total y la gravitación estatal en el seno de las empresas líderes casi desapareció.
Con el nuevo siglo se asistió a un cierto “retorno del Estado”, aunque eso no implica que haya recuperado la participación que supo tener dentro de la cúpula antes de las privatizaciones ni tampoco, y mucho más importante, el papel dinamizador y estratégico que tuvo en tiempos de la industrialización sustitutiva. Pese a eso, el “retorno estatal” actual merece ser resaltado por las potencialidades que ofrece, que se convertirán en avances o retrocesos en función del desenvolvimiento del conflicto social y la correlación de fuerzas, y de la disposición (o no) del propio Estado artículos para derrotar, en desigual pelea, al industrial nacional, así como en otras formas o manifestaciones de lucha por la plusvalía y la riqueza. No obstante estas contradicciones, las burguesías nacionales no son capaces, por lo general, de mantener una actitud consecuente de lucha frente al imperialismo.
Demuestran que temen más a la revolución popular que a los sufrimientos bajo la opresión y el dominio despótico del imperialismo, que aplasta la nacionalidad, afrenta el sentimiento patriótico y coloniza la economía” para ejercer una política de planificación del desarrollo de mediano y largo plazo antes que de sorteo de la coyuntura.
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A la luz de los distintos hallazgos que surgen del programa de investigación que dio lugar a este libro, cabe plantear una reflexión final. Está claro que cualquier proyecto político que se proponga modificar de modo sostenido la distribución del ingreso, el perfil de especialización e inserción internacional u otro rasgo económico relevante deberá hacer frente a sectores nacionales y extranjeros del gran capital que detentan un poderío económico ostensible y una centralidad estructural como para bloquear cualquier planteo que no los contemple como actores protagónicos.
¿Es posible condicionar a estos núcleos del poder económico por la sola vía de la acumulación de poder político o social? ¿O es necesario abordar en simultáneo una estrategia de transformación de sus rasgos estructurales? ¿Qué desafíos impondría cada uno de estos rumbos?
Índice de capítulos
1. Capital extranjero y grandes empresas nacionales durante la expansión agroexportadora (1880-1930). Por Norma Silvana Lanciotti y Andrea Lluch.
2. Estado y poder económico en la industrialización sustitutiva de importaciones (1930-1975). Por Marcelo Rougier y Mario Raccanello
3. La consolidación de la “patria contratista” durante la última dictadura cívico-militar. Por Ana Castellani.
4. ¿Década perdida? Los grupos económicos en el gobierno de Alfonsín. Por Ricardo Ortiz y Martín Schorr.
5. Los años noventa: el fin del sueño de una burguesía nacional. Por Alejandro Gaggero y Andrés Wainer
6. La cúpula empresarial en tiempos del kirchnerismo: consolidación estructural y redefinición de liderazgos. Por: Martín Schorr.
7. Más negocio financiero, menos producción: la experiencia neoliberal del gobierno de Cambiemos. Por: Lorenzo Cassini, Gustavo García Zanotti y Martín Schorr.
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