El gobierno acordó con la Unión Industrial Argentina, las mineras y las agroexportadoras. Además se comprometió a “adecuar el tipo de cambio a la coyuntura”. Una apuesta a que consigan dólares, o aporten los que ya tienen. El objetivo: tender una puente hacia una nueva normalidad.
Fueron dos de las semanas más complicadas que atravesó el gobierno. Los datos sobre pobreza y desocupación inundaron los titulares. Es lógico. Son alarmantes y amenazan con consolidar nuevos niveles estructurales de emergencia social. La presión cambiaria siguió en aumento y las reservas del BCRA en baja. La brecha entre el “blue” y el oficial acaparó la atención, y lo seguirá haciendo. No hay solución inmediata. Será un trimestre complicado.
Por lo pronto, el paquete anunciado busca tender un puente hacia la normalización de la economía. Más producción y mayores exportaciones del agro, la minería y la industria. Tal vez, también, más inversiones. La lógica es que se traduzca en una mayor oferta de divisas, el bien más escaso. La otra pata de las medidas: el fortalecimiento del mercado interno con incentivos a la construcción, uno de los sectores que genera mayor empleo.
La rebaja temporal de las retenciones para el complejo sojero es coyuntural. Una concesión con límite temporal para recomponer las reservas del BCRA. La agroexportadoras agrupadas en la poderosa Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina deberían liquidar entre 3 y 4 mil millones de dólares hasta fin de año. Un puñado de firmas que explican la dos terceras partes de la ventas al exterior e integran el novísimo Consejo Agroindustrial Argentino. Un interlocutor que llegó para reemplazar en parte a la belicosa Mesa de Enlace. Menos coyuntural es el esquema de compensación para los pequeños y medianos productores sojeros alejados de la zona núcleo. Un costo fiscal de 11 mil millones de pesos. Una cuota de federalismo que no viene nada mal.
Más de largo plazo es el nuevo esquema que rebaja derechos de exportación y aumentan los reintegros para los bienes e insumos industriales. La mirada es estratégica. Se trata de incentivar la producción con alto valor agregado y generar empleo de calidad, además de diversificar y complejizar la canasta exportadora. La minería también gana. Algo polémico. Un reclamo de las empresas, pero también de las provincias andinas: la reglamentación de la parte de la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva que estableció un tope del 8 por ciento para los derechos de exportación de los metales.
En el plano interno, un clásico: la construcción. Un multiplicador. Trabajo para el Congreso. Habrá dos proyecto de ley. Uno para eximir por tres años de Bienes Personales a los activos financieros aplicados a la construcción de nuevas viviendas, iniciativa que además propondrá el diferimiento del pago de Ganancias. El otro, para ampliar el alcance y la sustentabilidad del sistema de crédito hipotecario mediante un Fondo Fiduciario de Promoción, al que aportarán los bancos y los tomadores de créditos con una porción de las cuotas. Habrá que ver cómo se instrumenta. Su destino dependerá de la marcha general de la economía.
La coyuntura, siempre caliente
En el horizonte financiero, otro es el cantar. El BCRA corrigió el rumbo de su política y ya hubo alguna turbulencia. No mucha. Lo más probable es que haya más de un salto en el precio del dólar. ¿Adiós a las microdevaluaciones? No tanto. El BCRA asegura que buscará mejorar el tipo de cambio real multilateral para “adecuarlo a la coyuntura”. Lo que está claro es que el mercado tendrá menos posibilidades de anticiparse. Va de suyo que habrá pescadores resueltos a sacar provecho. Los fondos altamente especulativos que se quedaron atrapados en el círculo vicioso que prohijó el macrismo.
Para aminorar el impacto, habrá una suba de la tasa de interés. La armonización anunciada por Guzmán. Arrancará con la tasa de los pases pasivos -las colocaciones de los bancos en el BCRA-, que subirá del 19 al 26 por ciento. Al mismo tiempo se reducirá la porción que las entidades pueden tener invertidas en las Letras de Liquidez, cuya tasa se mantendrá en el 38 por ciento anual. Otras cuestión importante. EL BCRA anticipó que se mostrará más activo. Utilizará su capacidad de intervención mediante operaciones de mercado abierto para mantener bajo control la famosa “brecha cambiaria”.
Por el momento, quedó descartado que el BCRA active el swap de moneda que mantiene con su par de China. La entidad anunció que habilitará el uso de yuanes en el Mercado Abierto Electrónico y autorizará su compra para operaciones de comercio exterior. ¿Chino avanzado? Para nada. Es sencillo: el comercio bilateral sumó un déficit de unos mil millones de dólares en los primeros ocho meses de este año. La idea es que las importaciones provenientes del China se paguen en yuanes. Vale aclarar que ya se intentó con Brasil y no funcionó.
Hubo otra señal importante para descomprimir las quejas de las grandes empresas, sobre todos de las multinacionales radicadas en el país. Tendrán libre acceso al mercado cambiario para girar dividendos que resulten de nuevas inversiones. Eso sí, deberán esperar al menos un año. Suena más que lógico. El esquema se completará con el lanzamiento de instrumentos de inversión en pesos vinculados a la variación del dólar y un proyecto de ley para desgravar de Bienes Personales las Obligaciones Negociables y algunos otros activos.
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