De cómo una fake news burdamente elaborada, que hablaba de una supuesta alianza entre Lanata y Netflix para difamar a CFK, sirvió de maniobra distractiva en las redes y provocó un movimiento de “resistencia virtual” ante algo que, sencillamente, no existía.

La “noticia” -en realidad un rumor intencionado de origen incierto – corrió como un reguero de pólvora y provocó un verdadero tsunami de indignaciones virtuales. Decía que Jorge Lanata estaba produciendo para Netflix un docudrama llamado “Codicia” – mitad documental, mitad ficción -, donde reconstruiría “la corrupción” de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

La encendida respuesta de la militancia virtual no se hizo esperar: puteadas de todos los colores y una convocatoria a fuertes medidas de protesta y resistencia que iban desde borrarse masivamente de Netflix hasta hacerle saber a los directivos de esa avanzada comunicacional y ficcional del imperio que no habría olvido ni perdón. Todo a través de un hashtag que buscaba evocar la potencia de las consignas revolucionarias de los 70: #ChauNetflix. Así nomás, qué joder.

Netflix o el movimiento nac&pop, una remake de Braden o Perón.

Montaje: la asociación entre Lanata y Netflix nunca existió.

Mientras tanto, en la Argentina real seguían -y siguen – “pasando cosas”: más despidos, más empresas cerradas, el descubrimiento de un pedido de coimas a un empresario para no detenerlo, los trabajadores del Diario Popular sin cobrar sus salarios, despidos a granel en Editorial Atlántida, la cuenta inembargable para pagar los sueldos de los trabajadores de C5N embargada por la AFIP con la inefable colaboración de una Cámara Federal. Y siguen las firmas.

No es que en las redes no se hablara de eso, sino que esas realidades quedaron tapadas por la otra supuesta “noticia”: la siniestra sociedad entre el Rey Jorge – como acertadamente lo bautizó alguna vez el socompero Eduardo Blaustein – y el soporte de películas y series que le sirve de punta de lanza al imperio para la colonización cultural, o algo así, que suena lindo y esclarecedor. Sólo faltó que alguien convocara urgentemente a Ariel Dorfman para que reescribiera “Para leer al Pato Donald” en una versión acorde a los tiempos. “Para destripar Codicia”, podría ser.

La desmentida de Netflix no tardó en llegar a través de un tuit con tono cool: “Hey. Para evitar malos entendidos, Netflix no estuvo ni está involucrado de ninguna forma en Codicia del Sr. Lanata. No crean todo lo que leen. En lugar de #ChauNetflix, #HolaFalsoRumor”, dijo la filial latinoamericana de la plataforma.

Por otro lado, en varios medios – la mayoría del Grupo Clarín -, Lanata hizo tres cosas: confirmó la existencia de “Codicia”, desmintió tener acuerdo alguno con Netflix para producirla o difundirla y, claro, se victimizó.

En la nota de Clarín, también se explicaba de qué trataba la serie maldita: “Elaborada en 60 capítulos distribuidos en dos temporadas, la serie relata los pormenores de los casos conocidos como ‘La ruta del dinero K y “La causa de los cuadernos de la corrupción’”.

(Breve paréntesis: con relación a “La ruta del dinero K”, una fake news de aquellas que Lanata perpetró por Canal 13, quien esto escribe hizo todo un trabajito de deconstrucción que publicó en Socompa. Para quienes quieran leerlo, no tienen más que hacer click acá).

Así las cosas, la desmentida de Netflix y la histriónica victimización que hizo de sí mismo Lanata, fueron tomadas por la revolucionaria militancia nac&pop y progre de las redes como una enorme victoria del campo popular. “Hemos batido al enemigo”, podría haber dicho el sargento feisbukero Juan Bautista Cabral.

Nadie tuvo en cuenta que el enemigo es prolífico en tácticas y que hacer creer cosas a los otros es una de las que tiene más eficacia.

Para decirlo todo: les hicieron comerse una fake news grande como un acorazado.

A deconstruir, a deconstruir…

Es interesante ver paso a paso el proceso de armado y desarmado de la supuesta “noticia”, que como toda fake news no es una mentira completa sino una falacia. Es decir, que se sostiene con algunos datos ciertos.

Primer paso o punto de partida. Lanata está preparando una serie “Codicia”, pero no para Netflix.

Segundo paso, el rumor. Desde algún lado, alguien hace correr la bola -esa herramienta distractiva llamada “rumor” – de que Netflix está produciendo la serie con Lanata. Tal vez la bola haya sido lanzada desde los cuarteles lanatistas porque quieren que Netflix les compre la serie, tal vez no (esto es una conjetura y, como tal, debe ser dejada de lado por incomprobable).

El trailer, donde no hay un sólo crédito de Netflix.

Tercer paso, la reacción. Medio planeta nac&pop y progre se traga la fake y propone boicotear a Netflix.

Cuarto paso (o antecedente lógico) para el sostenimiento de la fake. Se impone un supuesto: si Netflix hizo una serie para destrozar a Lula, también la hace para destrozar a CFK; pero… es un supuesto: no hay una sola información comprobable -más allá del rumor – de la asociación Lanata-Netflix.

Quinto paso, la desmentida “imperial”. Netflix desmiente la información. No dice que “dejará de producir”, dice que “no estuvo ni está involucrado de ninguna forma en Codicia del Sr. Lanata”.

Sexto paso, victimización y publicidad. Lanata protesta en “sus” canales amigos. Además, difundió el tráiler de “Codicia”, donde -vale la pena remarcarlo – en ningún lado dice que la produce o la difundirá Netflix. Resultado: ganó espacio, la instaló y tuvo la prensa que quería. “Codicia” está en boca de todos.

Ganadores y perdedores

En una batalla de poco más de 24 horas, hubo dos ganadores claros.

El primero fue el gobierno, que siguió cometiendo sus cotidianas atrocidades mientras muchas de sus víctimas -también cotidianas – miraban distraídas hacia otro lado.

El segundo fue el propio Lanata, que ganó un protagonismo que le viene siendo esquivo en los últimos tiempos y, además, instaló el título “Codicia” y creó expectativas sobre la serie. Ni más ni menos que el primer paso hacia la perpetración de un “éxito”.

Dado que al Rey Jorge le gustan las vestimentas estrambóticas, para este caso bien podría disfrazarse del Chapulín Colorado y decir, cagado de risa: “No contaban con mi astucia”.

Del otro lado, los vencedores-vencidos, se comieron la fake news con envoltorio incluido y fueron víctimas de una maniobra que los distrajo por un rato largo de los hechos reales que dicen resistir, aunque sólo sea en el campo de batalla de las redes sociales.

También podrían calzarse el traje del Chapulín Colorado, pero para decir, una vez más: “Se aprovechan de mi nobleza”.

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