Cuando el viernes pasado el juez Sebastián Casanello dictó la falta de mérito de Cristina Kirchner en la causa por lavado conocida como “la ruta del dinero K”, pocos habrán recordado aquel programa de hace más de cinco años donde Lanata aseguraba haber descubierto por dónde se había ido la plata. En esta nota se repasa aquel programa de Canal 13 y se desmonta paso por paso la operación que allí se montó.

La historia dista mucho de haber terminado, pero el viernes pasado, cuando el juez federal Sebastián Casanello dictó la “falta de mérito” de Cristina Fernández de Kirchner en la causa por presunto lavado de dinero bautizada y fogoneada mediáticamente como “la ruta del dinero K”, la operación político-mediático-judicial armada contra la expresidenta sufrió un duro golpe.

En su resolución, el juez señaló que no tiene elementos probatorios para dictar el procesamiento de la senadora, pero dejó abierta la posibilidad de que puedan surgir de una profundización de la investigación y por eso tampoco la sobreseyó.

Cristina Kirchner declaró ante Casanello en septiembre pasado. La causa tiene como imputado central a Lázaro Báez, procesado y enviado a juicio oral por lavado de dinero. El magistrado se había negado a citarla a indagatoria pese a los reiterados pedidos del fiscal Guillermo Marijuan y de la Oficina Anticorrupción, por considerar que la exmandataria era investigada ya por los mismos hechos en la causa por la obra pública.

Sin embargo, Casanello debió citar a indagatoria a CFK porque fue obligado por la Cámara Federal porteña.  En una resolución firmada por los camaristas Martín Irurzun y Mariano Llorens, ese tribunal le sugirió al juez apelar al “sentido común” para advertir la supuesta “vinculación” de CFK con los movimientos de fondos realizados por Báez.

Esto ocurre más de cinco años después de iniciada aquella operación político-mediática-judicial contra la entonces presidenta, con el inconfesado objetivo de desestabilizar su gobierno y con miras a las elecciones legislativas de octubre de 2013 y a las presidenciales de 2015.

La punta de lanza mediática de la operación estuvo a cargo de Jorge Lanata en su programa Periodismo Para Todos, de Canal 13, donde el conductor aseguró haber descubierto la “ruta del dinero K” y trató de demostrarlo con una costosa producción que se paseó por las Islas Seychelles, Montevideo, Panamá, Suiza y Dublin.

En aquel momento, quien esto escribe -por entonces director periodístico de Miradas al Sur – se tomó el trabajito de mirar varias veces el programa armado por Lanata y compañía para desmontar, una por una, las falacias que allí se daban como ciertas sin ninguna prueba que las sostuviera.

Cinco años después -y a la luz de la resolución de Casanello -, lo escrito en aquella nota titulada “Cómo armar una operación periodística (y gastar un montón de guita en el intento)”, mantiene plena vigencia, como el lector voluntarioso podrá comprobar si se toma el trabajo de mirar el programa (hay un link para acceder a él en esta página) y comparar lo que allí se dice con el texto de la nota que se reproduce a continuación.

Cómo armar una operación periodística…

En una entrevista realizada en 1981 por el periodista Peter Stone para Paris Review, Gabriel García Márquez reveló cómo el ejercicio del periodismo le había brindado recursos para darles credibilidad a sus ficciones. “Si decís que hay elefantes volando en el cielo la gente no te cree. Pero si decís que hay cuatrocientos veinticinco elefantes volando en el cielo, probablemente te creerá”, explicó. Algo de eso fue lo que se vio el domingo pasado en Periodismo para todos cuando Jorge Lanata anunció que iba a “contar la ruta del dinero K” en un alucinante periplo que incluyó Uruguay, Panamá, Suiza, las islas Seychelles y, como frutilla del postre, Irlanda del Norte, donde estaría radicada una empresa fantasma de la que habría sido presidente Néstor Kirchner entre 2007 y 2010. La diferencia, claro está, es que García Márquez hablaba de hacer literatura mientras que Lanata pretende hacer pasar sus ficciones como periodismo. Y en esa pretensión no economiza ni elefantes ni viáticos para ocultar la ausencia de verdadera información.

Escala 1: Victoria

Para Lanata, del globo desinflado del escándalo del dinero K que había empezado a fogonear con la supuesta bóveda de Lázaro Báez y las confesiones de Leonardo Fariña y Federico Elaskar quedó “mucha información que había pasado desapercibida por la magnitud de lo que estábamos denunciando”. Por eso viajó a Victoria, la capital de las Islas Seychelles, “un lugar en el Océano Índico al noreste de África, un paraíso fiscal”. Viajó porque Elaskar (el dueño de la financiera SGI) le contó que “en ese lugar formó sociedades a pedido de sus clientes, entre ellos Lázaro Báez”. Sobre esa base, en el comienzo del programa del domingo pasado, disparó: “En ese mismo lugar cayó, sin avisar, en avión privado, y se tomó dos días extraoficiales Cristina en enero de este año. Fue una misteriosa escala no oficial en el medio de un viaje oficial. Vamos a ver cómo se juntan todas estas piezas con la aparición de Aldyne, otra sociedad con sede en las islas que está siendo investigada por la Justicia argentina. Por eso –redundó–, fuimos a Seychelles”.

En Seychelles, Lanata grabó un curioso programa que no se privó de mostrar, desde tierra y desde el aire, las bellezas del lugar en su doble condición de paraíso: turístico y fiscal. Del primero de los dos paraísos quedó clarísimo que es un lugar maravilloso, al que uno no dudaría ir si pudiera pagarse el pasaje y la estadía, para descansar frente al mar. Del segundo también dio alguna información: por ejemplo, que el Estado no controla a los agentes privados que hacen inversiones, salvo que se sospeche o haya alguna denuncia de lavado de dinero. Todo esto contado sobre imágenes de Victoria y con dos zócalos recurrentes que decían: “La isla de los secretos” y “La ruta del dinero K”. Lo cierto es que en lo que se refiere al “dinero k”, Lanata no pudo revelar ningún secreto ni ruta alguna. Eso sí, los televidentes se enteraron a través del encargado de protocolo del gobierno de las islas que durante su visita Cristina no había tenido ninguna actividad oficial y que las autoridades le habían proporcionado a la presidenta “una lista de lugares para visitar y de cosas para hacer”. Que parece que no fueron muchas, porque, según el encargado de protocolo, “hubo mal tiempo cuando ella estuvo aquí”. Bueno, por lo menos un dato de color, todo un logro para una producción periodística que viajó 12.000 kilómetros para investigar in situ y ni siquiera pudo averiguar en qué hotel se alojó la presidenta. “Cristina se pudo haber alojado en una habitación como ésta”, reveló Lanata en off mientras la imagen mostraba una cama, un espejo y una mesita de luz.

Mientras el conductor hacía turismo, la periodista Mariel Fitz Patrick, que lo acompañó en el viaje, entrevistaba lo que podía. Además del encargado de protocolo que reveló tantos secretos sobre la visita presidencial, habló con el gerente de la agencia oficial encargada de negocios internacionales (SIBA) y con el encargado de la oficina de inteligencia financiera de las islas (FIU), quienes le contaron cómo funcionan las cosas ahí y cómo se las controla. De los secretos de Cristina y de la ruta del dinero K, nada de nada. El último intento fue en la sede de la empresa financiera Aldyne, donde también funciona Mossak Fonseca, una empresa con oficinas en Uruguay y Panamá, entre otros países, dedicada a armar sociedades anónimas. En las oficinas de Aldyne, una recepcionista le dice a Mariel Fitz Patrick que no puede hablar de la empresa sin autorización del administrador (igual que en cualquier otro lugar del mundo); en Mossak Fonseca ni bola le dan. Mientras tanto, Lanata sigue paseando y, de vez en cuando, habla en off para repetir sus latiguillos sobre las imágenes paradisíacas de la isla: “confidencialidad absoluta”, “secreto”, “ruta del dinero” y siguen las firmas. “Fue un viaje de locos”, dirá después desde el estudio de Canal 13 y agregará: “¿Para qué nos metimos en semejante quilombo?”. Con las pruebas que reunió sobre el supuesto lavado de dinero K, se le podría preguntar con la misma autoridad si no habrá viajado para lavar dinero sucio de Héctor Magnetto.

Escala 2: Montevideo

En aquella entrevista de Paris Review, García Márquez también dijo: “El periodismo me enseñó recursos para dar validez a mis historias. Ponerle sábanas (sábanas blancas) a Remedios la Bella para hacerla subir al cielo, o darle una taza de chocolate (de chocolate y no de otra bebida) al padre Nicanor Reina antes de que se eleve diez centímetros del suelo, son recursos o precisiones de periodista, muy útiles”. A esa altura del programa de Lanata, puestos a elegir ficciones creíbles, ganaba por varios cuerpos Cien años de soledad.

La sede de Mossak Fonseca –la empresa dedicada a armar sociedades por encargo– en la capital uruguaya está en un noveno piso de un edificio céntrico. Es lo único que el enviado especial de Periodismo para todos pudo averiguar. Cuando toca el portero eléctrico y pide que lo atiendan le dicen que ahí no hacen esas cosas, que tiene que preguntar en la sede de Panamá. De la ruta del dinero K, de nuevo nada.

Escala 3: Panamá

La periodista de Periodismo para todos intenta entrevistar a una tal señora Montenegro, quien supuestamente le podría brindar valiosa información sobre cómo se arman sociedades para lavar todo tipo de dinero, incluido el supuesto dinero k cuya ruta se está siguiendo. Sin embargo, no puede pasar de la recepción. La razón (como en cualquier empresa del mundo) es de obvio sentido común: no ha pedido la entrevista, no saben quién es y, por lo tanto, no la pueden atender. Afortunadamente, para semejante logro periodístico no se gastó dinero en pasajes: la periodista era panameña, contratada a la distancia por la producción.

Escala 4: Victoria again

El programa vuelve a Seychelles y, nuevamente sobre las paradisíacas imágenes de la isla, Lanata insiste con el off: “Un viaje oficial con una escala no oficial, una visita que nadie quiso explicar, una sociedad secreta que aparece vinculada al dinero K. Seychelles es la punta de una ruta de lavado de dinero y evasión impositiva que nadie parece demasiado preocupado en investigar”. Lanata, a juzgar por los resultados obtenidos, tampoco. Sobre la supuesta ruta del supuesto dinero k, la información puede medirse con una cifra: cero. O, como diría Minguito Tinguitella: “¿Y la aneda?”.

Escala 5: Lugano

Sin embargo, no todo está perdido. Todavía quedan esperanzas. Para la investigación en la ciudad suiza de Lugano (“El tercer centro financiero más importante del país”, aclara Lanata) tampoco se gastó plata en viáticos sino que se contrató a un periodista argentino residente en el cantón. Su misión es hablar con Néstor Marcelo Ramos, titular de Helvetic Service Group, “la sociedad que le compró la sociedad a Elascar” y que, sospecha la producción de Periodismo para todo, en realidad es propiedad de Lázaro Báez. Todo esto porque, en la supuesta ruta del supuesto dinero k, antes de llegar a Seychelles los mangos pasan por Helvetic. Que está ahí, en Lugano, Suiza.

El periodista contratado muestra, en primer plano, el timbre de las oficinas de Helvetic, ubicadas en un “segundo piano”, es decir, en el segundo piso. Después lo presiona una, dos veces… pero no pasa nada. “Estamos en horario de oficina, son las diez de la mañana de un día viernes”, dice. Y después dispara: “Todo sobre Helvetic es un misterio. Ramos nunca habló con la prensa”. Vaya, hay que joderse.

Mientras pasan la grabación, en Buenos Aires Lanata dice: “No encontramos a Ramos, pero sí al cartero”. El periodista contratado aborda al cartero como si fuera un movilero al asalto y le pregunta si conoce a Ramos. No se entiende que contesta el hombre. Parece que el periodista contratado tampoco, porque su siguiente pregunta es: “¿Parla tedesco?”. Sigue una serie de preguntas y respuestas subtituladas de las que sólo se saca en limpio que el cartero no conoce a nadie, que él sólo reparte cartas. Todo parece muy natural salvo por un detalle: el periodista contratado nunca le acerca el micrófono al cartero cuando éste responde y, sin embargo, su voz se escucha perfectamente. Es hora de revelar el misterio: al hombre le han puesto un micrófono corbatero. El supuesto diálogo casual ya estaba preparado, producido y acordado.

La investigación periodística en Suiza termina con la imagen del cartero tocando el timbre. A él tampoco le contestan. “Parece que él tampoco tiene suerte”, dice el periodista contratado. El cartero hace mutis por la izquierda… pero al minuto se cruza en cámara, yendo para el otro lado. Otro misterio sin revelar. Ni hablar de la ruta del dinero K.

Escala 6: Irlanda del Norte

No se trata exactamente de la ruta del dinero K, pero todo tiene que ver con todo. “Néstor Kirchner durante tres años fue director de una empresa con sede en Irlanda del Norte, la consultora BMSC, una de esas típicas empresas armadas, que se compran ya hechas. Irlanda del Norte otorga muchos beneficios fiscales”, dice Lanata desde el estudio. “Néstor nunca reveló en sus declaraciones juradas que era director de una empresa en el extranjero. Por eso fuimos a Irlanda”, agrega. El zócalo ahora es: “La misteriosa empresa de Néstor Kirchner en Irlanda”.

Para hacerla corta: nadie atiende el timbre en la supuesta empresa de Néstor. Consultada por teléfono, una supuesta dueña anterior explica cómo se puede armar una empresa en Irlanda del Norte (y en su explicación no hay nada ilegal). El periodista va hasta la casa de la supuesta dueña anterior, que no acepta una entrevista pero aclara que ella no le vendió nada a Néstor, que le pregunten a Thomas Johnson. Al tal Thomas Johnson no lo encuentran nunca.

Lo único que tiene Lanata es un formulario de la empresa donde Néstor Kirchner figura como director, con todos sus datos personales. Pero hay un detalle: su firma no coincide con la que se le conoce, la de los documentos oficiales. Telón final.

Escala 7: Devoto

En otro pasaje de la entrevista de Paris Review, Gabriel García Márquez le dice al periodista Peter Stone (un hombre afortunado este Peter, porque pudo encontrar a su entrevistado): “La literatura es, para usar una expresión de nuestra época, la realidad virtual. Pero hay que ser verosímil en los dos campos. La diferencia es que en el periodismo, además, hay que ser fiel a los hechos.”

La ruta de Lanata: Seychelles – Montevideo – Ciudad de Panamá – Lugano – Dublín. El resultado: la supuesta ruta del supuesto dinero K sigue siendo desconocida, si es que alguna vez existió. Lo que se vio en la tele: una operación periodística cuya eficacia se sostiene por su falsa verosimilutud frente a las fallas de comunicación del Gobierno.

“No sabés la guita que se gastó en viáticos”, se jactó Lanata casi al final del programa. Sin comentarios.

Cinco años después

Allí terminaba la nota publicada en Miradas al Sur, hace más de cinco años. Durante este tiempo el kirchnerismo perdió tres elecciones consecutivas (legislativas de 2013, presidenciales de 2015 y legislativas de 2017). Más allá del desgaste del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, de sus errores de gestión y de estrategia electoral, las operaciones como esta que se describió en la nota -y luego la que se montó alrededor del suicidio de Nisman, por citar las dos más importantes – contribuyeron no poco a perpetrar el cambio político y social que hoy se vive en la Argentina.

En tiempos de manipulación de la opinión pública para instalar posverdades que se transforman en parte del sentido común, la historia de “la ruta del dinero K” seguirá pesando mucho más sobre el imaginario social que la falta de mérito dictada por Casanello.

Porque, contradiciendo al viejo refrán, en la Argentina las mentiras mediáticas tienen patas largas y pisan mucho más fuerte que la verdad.