Es una presencia permanente en los medios, explicando y aclarando malentendidos -a veces deliberados- que circulan en boca de periodistas, economistas, infectólogos de ocasión y hasta abogados. Para Pedro Cahn, la información correcta es un artículo de primera necesidad en tiempos de pandemia.

Se sienta al lado del presidente Alberto Fernández y del ministro de Salud Ginés González García en la mesa chica que resuelve la estrategia sanitaria frente al Covid 19. Aparece, según Google, en 36.000 artículos y notas periodísticas en los últimos tres meses. Si uno le escribe a su celular, de tan congestionado, regresa una contestación automática que ruega derivar las consultas vía la Fundación Huésped (FH), que creó en 1989. Hay allí una persona dedicada especialmente a recibir mensajes dirigidos a este infectólogo de 72 años, pionero en la temática del VIH-SIDA en el país, el hombre que resuelve con sabiduría y tono firme pero ameno los interrogantes mediáticos en torno a la pandemia. Es hincha de San Lorenzo y tiene tres hijos (Leandro, Director ejecutivo de FH; Florencia, también infectóloga y presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología y Mariana, abogada). En las redes sociales hay quienes sueñan con crear una agrupación con su nombre: #LaPedroCahn.

Para el Doctor Cahn, la relación entre los temas médicos y el periodismo es clave. Lo saben en FH, donde tienen un departamento de comunicación de jerarquía, conscientes de que el arte de curar también se juega en los medios. De hecho, la Organización Mundial de la Salud generó el término “infodemia” para alertar sobre el peligro de la proliferación de información falsa, tendenciosa o inventada en torno al virus que paraliza al mundo.

“La cosa más absurda que escuché en los medios fue a José Luis Espert, un economista candidato a presidente, con el  .4% de los votos, diciendo que lo de los jubilados en la cola de los bancos era una bomba epidemiológica”, cuenta Cahn. Los resultados –la famosa “curva” de casos- refrendan lo disparatado de la sentencia del vocero neoliberal.

¿Alguien, en una ronda de panelistas, se le animaría a discutirle a René Favaloro sobre su técnica del by pass? ¿Habría encuestas en las paradas de colectivos sobre qué arteria cortar y cómo reparar los tejidos? ¿Existe quién se haría un trasplante de hígado en base a un tutorial de Youtube o a un video que recibió por Whatsapp? Parece que frente al Covid 19 los periodistas se han convertido en expertos.

Dice Cahn: “El papel del periodismo en tiempos de pandemia debiera ser el de informar con la misma prudencia que aplicamos nosotros, que estamos explicando que no estamos tampoco seguros de lo que hablamos porque estamos aprendiendo. Me llama mucho la atención la manera en la que alguna gente habla por televisión, comunicadores inclusive, pero también médicos, abogados, etcétera, con un grado de certeza en sus expresiones que yo realmente les envidio. Deberían evitar difundir fake news, no ser tan concluyentes en lo que están opinando, diferenciando su propia opinión de la información dura. Y tendrían que ser más humildes”.

Junto a Cahn, la lista de asesores de Alberto Fernández la integra –entre otros- Gustavo Lopardo, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología. Lopardo había puesto en apuros a dos conductores de TN cuando les señaló –en vivo- el rol de los medios como generadores de pánico, al indicarles que “si un médico da un mensaje optimista, rápidamente muestran una terapia intensiva en Milán donde murieron 14 personas. Las buenas noticias de salud no venden”.

Sobre ese argumento, refuerza Cahn: “No puede ser que cada vez que se habla de Covid 19 en algunos canales partan la pantalla permanentemente con imágenes de ataúdes, cuando en realidad hay entre cuatro y cinco veces más de recuperados que fallecidos en el mundo, ese manejo de la noticia condiciona mucho a la población”.

¿Quién encargaría la construcción de un edificio a un entusiasta seguidor de aplicaciones de celular? ¿Quién se haría operar a corazón abierto con un pibe simpático, “se da maña, ¿viste?, y lo bien que le quedan las camisas Slim fit”? Parece que la rigurosidad profesional está destinada a muchas áreas, menos al periodismo. Una misma persona puede referirse a cualquier cosa, incluso en un mismo programa: la maniobrabilidad de un Boeing, la cadena de valor de la leche, la escala de condenas del régimen penal juvenil o el tiempo de aislamiento preventivo en cuarentena.

Para Pedro Cahn, recibido en la universidad pública hace casi medio siglo, es tiempo que los trabajadores de prensa rindan cuentas. Y agrega: “Debería haber una regulación o protocolo para la actividad periodística, una suerte de código de ética. Sería muy difícil de aplicar, calculo, porque no faltarían los que contraatacarían diciendo que eso afecta a la libertad de prensa. Pero valdría la pena instrumentarlo, se está haciendo mucho mal”.

Es tiempo entonces de que los periodistas adoptemos la misma consigna que siguen los médicos. Del latín, “primun non nocere”: lo primero es no hacer daño.