Ocultamiento, más corrupción K, sanata y desmentidas pobrísimas son por ahora la respuesta de los medios del establishment para invisibilizar el caso Extornelli. ¿Podrán tapar tanta mierda?

A menudo los dueños, gerentes y jerárquicos periodísticos de las grandes empresas de medios –tan poderosos, seguros de sí mismos, impunes- titubean, temen y demoran lo suyo antes de decidirse a publicar algo. Es lo que sucede desde el largo viernes pasado luego de que Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna y en versión más breve Raúl Kollman, en Página/12, publicaran la denuncia alucinante, cuantiosa en material informativo y enormemente desagradable en sus audios, que salpica mucho más alto que al fiscal Carlos Stornelli. Llega hasta el presidente.

Curioso, hasta avanzada la noche del viernes ni Clarín, ni La Nación, ni Perfil terminaban de decidir qué hacer con el asunto, negarlo, invisibilizarlo, refutarlo mediante la conocida y rutinaria Operación Te Lleno de Mierda: al periodista emisor, al medio, al denunciante, al juez, al que haga falta. Se le complicaba a Clarín enmerdar a Marcelo D’Alessio porque es soldado cercano, algo construido por el propio medio. Qué hacer, dijo Clarín.

Geuna y Wiñazki chico: el dúo dinámino de “la verdad”.

Ante la duda -sucede a menudo- se hizo el silencio, casi total hasta el anochecer. Stornelli ya había dado contestaciones pobrísimas por dos radios. Los portales, nada, o casi nada. Pasadas las 9 de la noche en TN los conductores amasaban la pelota o la tiraban a la tribuna dando largas, entre noticias meteorológicas y otras distracciones. Verbitsky y la abogada del denunciante Pedro Etchebest, el empresario agropecuario apretado por el patológico Marcelo D’Alessio, mientras tanto, calentaban la pantalla de C5N para abundante babita de su audiencia, que no es poca.

Hubo un momento raro a eso de las 21.30. Momento bisagra, algo inentendible. De pronto TN partió la pantalla entre nubarrones que amenazaban Buenos Aires y una toma casi clandestina de Stornelli, que hablaba por celular. Luego, pasando de la incertidumbre y el varieté a la omnipotencia y la solemnidad, la co-conductora del espacio, Luciana Geuna, rosarina de buena presencia que entró al Grupo Clarín de la mano de Jorge Lanata, anunció que ella y su partner, a partir de ese instante, dirían la verdad. Como uno estaba haciendo zapping pensó que si todavía no habían anunciado la visita del fiscal Stornelli ni hablado de la denuncia que lo involucraba, el espectador se habrá preguntado la verdad sobre qué. Dijo luego Luciana Geuna, renuente en las asambleas que se hacían cuando el cierre del malogrado diario Crítica de la Argentina, que ella y el co-conductor, el más asquerosito Nico Wiñazky, dirían la verdad. Porque los periodistas deben decir la verdad, dijo Luciana, convertida en Lolita Torres vestida de maestra.

Repeat with me: los periodistas deben decir la verdad.

Entonces sí, con su mala dicción habitual y su lenguaje algo tartamudeante (no le importa al Grupo mientras cumpla la Tarea) el cumplidor Nico aceleró y puso la quinta para intentar demoler la extensísima nota de Verbitsky. La tarea le queda grande pero alcanza (asunto a discutir) con que el público de TN le crea más que al “periodista K”, renuncie montonero Verbitsky.

Eso fue cuando cerraba casi la noche del viernes. El sábado a la mañana los grandes medios intentaron dar batalla, la dieron a su modo.

Sábado sin atención al público

Cuando esta nota comenzaba a ser escrita, sin embargo, eran ya las cinco de la tarde del sábado y sucedía que ya había cambiado el panorama. Había que darle pelea al portal de Clarín para encontrar en la primera pantalla de titulares lo que había publicado entre la noche y la mañana. Nada. La hipótesis de quien escribe es que el Grupo, en pocas horas del sábado, había pasado de “No les tenemos miedo, les presentaremos batalla”, a “Soldado que esconde el balón permanece en la pela”.

Carlos Stornelli en la pantalla amiga.

Solo yendo al link de Política del portal de Clarín, perdidos en el fárrago de otras noticias, podía llegarse a tres aproximaciones angulares del Caso Extornelli: un titular que decía “Los cuadernos de las coimas. Un ataque de los que me defendían cuando investigaba a Carlos Menem”, frase que rubricaba el periodista Daniel Santoro, obviamente dirigida al Verbitsky de los tiempos menemistas y la asociación Periodistas. Luego palabras de la Embajada: “El caso de los cuadernos. La embajada de los Estados Unidos negó vínculos con un abogado acusado de cobrar coimas”. En realidad la nota habla de neblinosos “voceros diplomáticos”, sin comunicado oficial. Nótese de paso el remoto y también nebinoso uso de la expresión “un abogado”. Pero también este otro titular: “El caso de los cuadernos. El abogado Marcelo D’Alessio desmintió haber extorsionado a un empresario por encargo del fiscal Carlos Stornelli”. Atentos: en las tres notas Clarín usó -poniéndolo en primer plano- la volanta “caso de los cuadernos”, encuadre que no es completamente asimilable a la denuncia de Verbitsky. Wiñazky intentó en TN decir que Verbitsk mentía al encuadrar la nota en el marco de “los cuadernos de las coimas”. Pero la única referencia del Perro en su primera nota de quichicientos mil caracteres era esta: “La DEA estadounidense actúa activamente en la causa de los encuadernados y prepara a los testigos para que declaren o para que compren su libertad enriqueciendo a los funcionarios judiciales y al servicial intermediario”.

Es obvio que a esta altura de lo publicado por los medios conservadores ya Verbitsky aparecía (des)calificado como “periodista K” y el juez Ramos Padilla lo mismo, vía su vínculo con la agrupación Justicia Legítima. Por supuesto, Clarín le tiraba más mierda al juez. Y por supuesto que Elisa Carrió primereó tuiteando que Ramos Padilla, hombre grande, era militante de La Cámpora y quién te dice dueño de un arsenal hecho en los tiempos en que La Cámpora manejaba las armas del RENAR. Luego Lilita cerró el oráculo.

Nada por aquí, nada por allá

D’Alessio, hombre del riñón de Clarín.

¿Qué pasaba mientras tanto con La Nación? A las 17.21 del sábado la tarde la tapa lucía los tradicionales titulares resistentes sobre nuevas salpicaduras devenidas de las fotocopias de los cuadernos de las coimas K. Con florituras informativas posteriores tales como “Cuál es el mejor momento para comprar electrodomésticos: cuatro consejos clave”; “Quién es el granadero que se emocionó frente a un retrato del General San Martín”; “Hábitos: Todo en orden: furor por los servicios de organización de casas”. Y en ese lodo, como manoseao, un titulito que decía “Stornelli se defendió de las acusaciones por coimas: ‘Es una clara operación’”. Declaración de cassette. El lector abre la nota y no hay mucho más que eso.

Repitan: soldado que esconde el balón, permanece en la batalla.

Y el domingo descansó

Portal de La Nación del domingo, casi al mediodía. 18 titulares hasta llegar a la sección y separador “Historias”, que van de la baja del consumo a Duhalde, Pampita y Piñón Fijo. No figura el apellido Stornelli. Clarín: 19 titulares hasta llegar a la sección y separador “Show” (comenzando por corrupción K), cero Stornelli. Mediante el link Política se accede, freezados, a los tres mismos titulares colgados el sábado. Perfil, bien Perfil, tratando de marketinear autonomía editorial en relación con La Nación y Clarín: una hermosa o patética foto de Marcelo D’Alesssio, sobrino patológico del escribano general de Gobierno, montado a pelo en pecho sobre una cruza enorme de búfalo, rinoceronte y mamut. Más este título: “La oscura historia de Marcelo D’Alessio, el supuesto operador de Stornelli: cómo pasó del kirchnerismo al macrismo”. Es la única nota visible sobre el caso Extornelli en el dominical de Fontevecchia. Probar el agua con el dedo gordo del pie, el equilibrio justo, “Por supuesto que Perfil cubrió el caso”, podrán decir mañana.

Repitan: soldado que esconde el balón, permanece en la batalla. Sepan que la omisión vale infinitamente más que mil palabras.

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