El antropólogo Alejandro Grimson acaba de publicar ¿Qué es el peronismo?, un libro donde aborda tanto el peronismo como el antiperonismo “No desde una posición neutral, pero sí con la condición de no violentar ni negar los acontecimientos históricos”.

La discusión acerca de qué es el peronismo atraviesa las generaciones. Desde los más adultos y experimentados, hasta los más jóvenes que se empiezan a interesar por la política, se cuestionan cuál es su identidad más inmanente. El antropólogo Alejandro Grimson, autor de varios libros, entre ellos Mitomanías Argentinas, e investigador del Conicet, cree que en el momento actual es necesario discutir sobre la historia de peronismo y del antiperonismo de una manera distinta a la gran parte de la biografía que hay. Grimson se considera anti-antiperonista. Se siente muy identificado con los procesos y los sectores populares pero afirma que “es parte de algo que sería bueno que el peronismo pudiera pensar que es que no es una mayoría electoral automática”. Publicó su último libro ¿Qué es el peronismo? con la pretensión final de no negar los hechos, sino entender por qué ocurrieron.  “El objetivo es tratar de comprender tanto el peronismo como el antiperonismo no desde una posición neutral, porque no creo que exista, pero sí con una condición que es ni violentar, ni negar los acontecimientos históricos que han sucedido. ¿Qué es el peronismo? es un libro contra los racistas, contra los gorilas”.

En el comienzo del libro partís con que la pregunta qué es el peronismo está mal formulada. ¿La expresión correcta sería qué significados tuvo el peronismo a lo largo de la historia para diversos grupos?

-Las interrogaciones que se derivan generalmente acerca de qué es el peronismo suelen ser si es de izquierda o es de derecha, si es fascismo o es laborismo. Son cuestiones vanas que llevan a no entenderlo. Ahora es cierto y se discutió en la presentación del libro que la pregunta es un poco engañosa porque el peronismo no es una cosa ajena al tiempo histórico que está presente afuera de la Argentina y de la realidad del propio antiperonismo. Siempre existió en relación a otro, su contrario, y en una sociedad que va cambiando. Creo que ningún fenómeno político -como el liberalismo, el socialismo, etc- es lo que dice un papel o lo que hizo un líder un día. A mí los procesos políticos me interesa más estudiarlos en la realidad histórica con sus contradicciones. A mi juicio el comunismo o el liberalismo tienen muchas más incoherencias internas entre su teoría y su práctica que el peronismo. En nombre del liberalismo político se prohibió la palabra Perón, el partido durante 18 años y se bombardeó la Plaza de Mayo.

El peronismo es la apropiación de la vida pública de aquellos sectores que estaban marginados e invisibilizados; que vieron en Perón un referente político capaz de satisfacer sus demandas y necesidades; y que sus integrantes, según el contexto histórico, fueron adjudicando distintas ideologías en él. ¿Coincidís con esta definición?

-Le agregaría muchas cosas. Las ideologías estaban en el propio gabinete. Hay estudios que muestran que en el primer gabinete de Perón ya hay tres ministros del partido socialista. La complejidad ideológica del peronismo estaba en lo que algunos investigadores llaman la segunda línea de Perón. No es que la gente adhería a distintas ideologías, el peronismo fue una síntesis de varias vertientes durante un tiempo que en ciertas coyunturas se mantuvieron unidas y en otras volvieron a separarse. Muchos pueden creer que el peronismo es la comunidad organizada, y otros que es el hecho maldito del país burgués. Considero que a esta altura de la historia podemos asumir que es las dos cosas. El peronismo es el plan de Perón de ser árbitro entre las clases pero también es el rechazo de ese plan por parte de los poderes económicos y la irrupción obrera; es fiesta y alegría pero también es organización.  El peronismo es complejo pero no es tan particular como siempre hemos creído, sino que los otros fenómenos políticos son difíciles de entender y nosotros tendemos a simplificarlos.

-En el capítulo “los orígenes del kirchnerismo” explicás que cada hegemonía de gobierno se conforma en oposiciones.

-Mi interpretación que explico en el libro es que el kirchnerismo, con sus aciertos y sus políticas emblemáticas, generó una oposición a su gestión. Sin embargo, creo que esa resistencia no hubiese sido mayoritaria si hubiera atendido algo que señala hoy, en base a la experiencia, Álvaro García Linera. Cuando las fuerzas populares, desde el estado, amplían derechos a sus sociedades, éstas cambian al reducirse la desigualdad económica, la generación de viviendas dignas, etc. Linera llamó la atención sobre el siguiente punto: si las personas cambian porque se le ampliaron derechos y empiezan a tener nuevas demandas, es necesario que el gobierno modifique sus políticas y que no estén basadas en defender lo logrado. Por ejemplo: En el 2001 no había demanda de transporte público porque nadie tenía trabajo. Ahora cuando se generó crecimiento económico y empleo, quienes demandaban transporte público son los que más lo usaban, las clases medias. El kirchnerismo terminó con una política interesante sobre ferrocarriles lamentablemente tardía. Otra exigencia, por ejemplo, es la falta de seguridad. La gente deja de preocuparse a la noche por comer debido a que le alcanza el sueldo, pero tiene temor de que le maten al hijo si sale de la casa. La mayoría de los homicidios vinculados al robo estaban en los barrios humildes. El problema de la “inseguridad” era mucho más vivido por los más pobres que por los más ricos.

-¿Es posible satisfacer las nuevas “demandas” generando a su vez la consciencia de que detrás hay un proyecto político que se las brindó?

-Quizás no haya sido posible en los últimos años cuando había una brutal restricción externa. Ahora,  para un dirigente político es crucial que sepa que existen; que haya diálogo con esas demandas y que no se nieguen la legitimidad de las mismas. Cuando la gente pregunta si van a tratar de reducir el delito no se puede salir con estadísticas alegando que es mentira su percepción. Macri no va a perder por las cifras pero sí cuando haya algún proyecto que atraiga y que permita pensar que puede construirse un orden social justo contra el caos neoliberal injusto. No va a ser derrotado porque compares la inflación de distintas gestiones. Además hay un problema que hay que entender y es que no se puede destruir las estadísticas públicas. Si  el gobierno  hubiera logrado terminar con un INDEC bastante indiscutible como era totalmente factible construir, hubiera quedado mucha más claro o hubiera sido más fácil discutir muchas más cosas .Cuando la gente exige que haya más transparencia con la gestión gubernamental se tienen que dar respuestas, sino parece que hay una cierta indiferencia ante sectores muy amplios de la sociedad. Con tal de que el 10 por ciento de indecisos crea que se hace oídos sordos, capaz se pierde la elección por un punto.

¿Qué te dijeron los dirigentes kirchneristas en base a la reflexión que planteas?

-Hablo mucho con ellos y los veo muy abiertos para discutir todo, con voluntad de ver cómo pueden construir un proyecto político que realmente pueda sostenerse en el tiempo para que lo que acaba de pasar en estos años no se repita más. Ahora creo que es posible que cuando uno está en el gobierno, tiene un montón de presiones y de adversarios y es más renuente a aceptar una valoración de tu política. Parte del desafío del futuro es entender que a veces es más importante alguien que te plantea críticas constructivas desde adentro que un aplaudidor. Sobre todo porque a veces el silenciamiento de las críticas para subir el volumen de los aplaudidores pueden ser una causa de las derrotas de tu política.

¿Considerás que puede ser un error estratégico, de cara a las elecciones de 2019,  volver a apelar a un pasado donde había mejor índices de trabajo, de industria y que el kirchnerismo reivindicó como la “década ganada” o debería construir un discurso de futuro pero sin una identidad marcadamente kirchnerista?

-El 30 o el 35 por ciento de los votos kirchneristas tienen muy claro que ese pasado no es comparable con el desastre que estamos viviendo. La pelea para ganarle a Cambiemos no es sobre el 30% de los votos sino lo que falta para llegar a la mitad más uno. Entonces la respuesta a tu pregunta no puede ser una respuesta emocional de lo que a mí me gustaría, sino cómo se construye una estrategia política para ganar.

-¿Qué desafíos tienen los peronismos en este año de elecciones?

-Todos los peronismos y el kirchnerismo tienen que ganar las elecciones pero para eso hay que convencer a los que no están convencidos. El discurso tiene que ser sincero, no como hizo Cambiemos la campaña de 2015 que fue totalmente falsa. Explicar cómo va a ser este país, si se puede construir un orden social justo y democrático que garantice los derechos políticos de todos, donde no queden argentinos afuera. Me parece que hay que construir ese discurso para interpelar a los que faltan. Creo que es una batalla decisiva.

-¿Qué le dirías al Alejandro Grimson de adolescente que se convenció por completo cuando le dijeron que si estás con el pueblo, sos peronista?

-Lo entiendo muy bien al pibe ese porque, además, tengo muchos amigos de la misma generación que vivimos la misma situación. Ese chico veía que el pueblo en su gran parte era peronista y que muchos de sus dirigentes iban en un sentido que les resultaba inaceptable. Por ejemplo: Luder iba a mantener la amnistía hecha por los militares y no iba a hacer ni el juicio a las Juntas. Hoy lo que existe es un tipo de 50 años que le diría que por sus conocimientos y sus experiencias políticas hicieron que no fuera parte del partido. Sin embargo, le comentaría que al mismo tiempo soy una persona que si escucha un discurso de Eva se pone a llorar; que si veo las escenas de renunciamiento me emociono, y que me dediqué un año de mi vida solamente a entender el 45.  Quizás soy parte de algo que sería bueno que el peronismo pudiera pensar que es que no es una mayoría electoral automática. Entonces si quiere ganar siempre tiene que tratar de seducir también a los no peronistas que no son antiperonistas. Me parece que el peronismo como el antiperonismo recalcitrante son una minoría muy intensa que no llegan a ser mayoría porque sino ambos hubiesen ganado o perdido siempre las elecciones. Yo soy uno de tantos que no fuimos peronistas. Que se le va a hacer, ya está.

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