Cambiemos suma peras con manzanas. La operación, deliberadamente confusa y tramposa, oculta que Macri triplicó los vencimientos en moneda extranjera y llevó el promedio anual de endeudamiento a 32 mil 500 millones durante su gobierno. Emitió bonos en divisas por un total de 71 mil millones, casi el doble que el kirchnerismo en sus doce años de mandato.

Se dirá una pavada, que hasta un chico lo sabe, que no hace falta un máster en economía. Tampoco en matemáticas. Menos aún tras del espejismo de la convertibilidad. La verdad, sin embargo, se pretende oculta detrás de la trampa que esgrimen los candidatos de Cambiemos, tal vez porque se le escurren votos por derecha. Suman dólares con pesos para decir que Alberto Fernández incurre en un endeudamiento más gravoso que el perpetrado por Macri.

Se sabe. Así como el álgebra más elemental nos enseña que no es posible adicionar dos cantidades con unidades diferentes, la historia económica nos enseña que no es lo mismo endeudarse en dólares o en pesos. La comparación es tan tramposa que ni las consultoras la acompañan. Macri & Cia. solo pueden sostenerla ante quienes por connivencia o conveniencia declinan repreguntar. Macri, en su desesperada soledad política, miente. Y lo hace desde los primeros días de diciembre de 2018, cuando Luis “Toto” Caputo regresó de Wall Street para decir “no va más”.

Es lógico. Ya entonces, la disparatada apertura de la cuenta de capital había llegado a su límite. Nadie en el mercado internacional estaba dispuesto a seguir financiando la brecha fiscal que Cambiemos había provocado resignando recursos. El proceso de valorización financiera del capital, que había instalado a dictadura, explotó en 2001 y retomó Cambiemos, tocaba a su fin.

La desfinanciación por la indiscriminada rebaja de impuestos resultó en lo inevitable. La lluvia de inversiones nunca llegó y la deuda en dólares con el mercado se disparó entre principios de 2015 y fines de 2019 de 56 a 145 mil millones. Un récord que eclipsó el endeudamiento de la dictadura y el menemismo. Un promedio anual de 32 mil 500 millones en valores constantes.

Entre marzo de 2018 y fines de 2019, el acuerdo con el FMI aumentó la deuda en dólares en 44 mil millones adicionales. Tras el derrumbe económico y político, llegó el “reperfilamiento” de la deuda en pesos. Un eufemismo. La Argentina estaba nuevamente en cesación de pagos. Macri hizo lo que nadie: defaultear deuda en moneda local. Una decisión política, no una consecuencia económica. Siempre se puede pagar en pesos por la sencilla razón que el Banco Central siempre puede emitir.

El reperfilamiento, antes de reimponer los controles cambiarios que Cambiemos y el círculo rojo habían equiparado a la tortura del cepo, solo evitó una crisis sistémica. El daño, sin embargo, estaba hecho. Hoy, sin acceso al mercado global de capitales, Martín Guzmán transita el único camino posible: fondearse en el mercado local para financiar con pesos el déficit y atemperar así la tragedia social y productiva que dejó Cambiemos y agravó la pandemia. Lo que hacen todos los países, pero nada sencillo por estos pagos. Se trata de recomponer la confianza.

¿Qué sucedió con la deuda en pesos emitida por el actual gobierno? Aumento. Sí, es verdad. ¿Mal, ahí? No tanto. Se incrementó unos 5 mil millones de dólares al tipo de cambio actual. La del Tesoro, está claro. Sus tres cuartes partes está indexada y los plazos son cortos. La que se disparó, y no es tema menor, es la del Banco Central. ¿Por qué? Por la absorción de los pesos emitidos en 2020 para auxiliar a hogares y empresas. Una tarea que elevó el déficit al 6,5 por ciento del PBI en un contexto donde cayeron las reservas por el pago de la deuda en dólares. La mayor parte contraída por Macri.

Hay otro argumento todavía más nocivo. El que buscan instalar no pocos economistas, empresarios y periodistas que apoyaron al macrismo: sostiene que la deuda que tomó Cambiemos fue para pagar deuda heredada. La realidad es otra. Cambiemos emitió en términos brutos -es decir: sin descontar los pagos realizados- 200 mil millones de dólares. ¿La que heredó en divisas? Lo dicho: 56 mil millones. Puesto de otro modo: solo una cuarta parte del endeudamiento en la era Macri puede justificarse por el pago de deudas heredadas.

Pero hay más. La oposición y las consultoras insisten en que Alberto Fernández emite en forma descontrolada. ¿Hubo altos niveles de emisión en 2020? Sí, claro que los hubo, y por dos cuestiones: el estallido de la pandemia y la ausencia de un mercado en pesos -el que defaulteó Cambiemos-. Ambos factores condicionaron al Tesoro durante el año pasado. Hoy, atenuados los dos factores, la emisión cayó sustancialmente en términos relativos.

El recorrido pone de relieve dos cuestiones. La primera: que la emisión era la única herramienta a la mano para enfrentar a la pandemia. La segunda: que la incipiente reconstrucción del mercado de deuda en moneda local atenuó este año la emisión. La asistencia del BCRA al Tesoro cayó del 4,6 al 0,8 por ciento del PBI entre los primeros semestres de 2020 y 2021. El nivel de financiamiento vía emisión también bajó; del 84 al 48 por ciento. La contracara, el financiamiento en pesos: ascendió del 16 al 52 por ciento, en línea con lo proyectado en el Presupuesto 2021.

Macri no es tonto. Sabe que no es lo mismo deber dólares que pesos. Y lo sabe por propia experiencia: sus empresas, al igual que muchas otras, licuaron en más de una ocasión sus pasivos en moneda local gracias a los saltos devaluatorios. Un clásico de la historia argentina. En síntesis: Macri miente y propone un debate tan extravagante que no resiste ningún análisis. Casi una pérdida de tiempo, si no fuera porque la mentira puede permear. Macri es el padre de la deuda actual. También, aunque en parte, de la inflación desbocada, que ni la emisión cero de 2019 pudo contener.

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