Se llaman Ticadep. Nacieron en Chubut y son primos hermanos de los Lecops, Patacones, Quebrachos y Turus. Están garantizados por la coparticipación federal. El panorama de las provincias: un calco de la dinámica que le imprimió Cambiemos a las cuentas del Estado nacional.
La noticia pasó casi desapercibida. Con apenas tres días de vida, ya encendieron la alarma en los ministerios de Hacienda y Finanzas que conducen Caputo y Dujovne. Sin recursos suficientes para hacer frente a los gatos con los proveedores del estado provincial, el Ejecutivo de Chubut consiguió que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, diera luz verde a la iniciativa. La Legislatura aprobó el proyecto. El nombre completo de la nueva criatura es Títulos de Cancelación de Deuda Pública Provincial, Ticadep por sus siglas. Según la norma sancionada, estarán respaldados por los ingresos de la coparticipación y cualquier otro fondo sin afectación específica.
Los bonos servirán para afrontar en no tan cómodas cuotas el abultado pasivo que el distrito mantiene con sus proveedores. En los hechos, la provincia gobernada por Mario Arcioni, que asumió luego de la muerte de Mario Das Neves, se encuentra en una situación financiera límite. Los datos que maneja el Consejo Federal de Responsabilidad Fiscal señalan que los servicios de la deuda pública provincial equivalen al 14 por ciento de los recursos propios -le siguen Río Negro (14%), Neuquén (13,6%) y Mendoza (12,4%)-. En marzo, luego de una reunión con Frigerio, Arcioni consiguió un préstamo de 983 millones de pesos para atender las necesidades financieras más urgentes. Lo suficiente para salir del paso.
Desde el gobierno provincial dicen que los Ticadep no son una cuasi moneda y que cumplen con la Ley de Responsabilidad Fiscal, que le exige a las jurisdicciones congelar los gastos corrientes. Argumentos al margen, lo concreto es que los Ticadep no cuentan con la aprobación formal del Gobierno nacional, por lo que no podrán cotizar en el mercado bursátil. Los títulos, que serán emitidos por el Banco de Chubut, servirán para cancelar las deudas que tiene la jurisdicción en cuotas semestrales. Su plazo de vencimiento será de hasta 30 meses. Si los acreedores quieren cobrar con los Ticadep deberán desistir de acciones legales y admitir una quita, ya que los intereses serán menores a la inflación de los últimos años.
La cuestión viene de lejos. A fines del año pasado, Arcioni anunció que la provincia carecía de fondos para pagar los intereses de la deuda pública provincial y a sus proveedores. En otras palabras: estaba al borde del default. En enero, el sucesor de Das Neves convocó a sesiones extraordinarias para que la Legislatura aprobara el Pacto Fiscal que impuso la Casa Rosada. Además de una Ley de Emergencia Económica para el distrito. Solo este año, Chubut debe afrontar pagos de deuda por 120 millones de dólares, sobre una pasivo total que ronda los 29 mil millones de pesos.
El panorama general
El festival de deuda que disparó Cambiemos apenas pisó la Casa Rosada tuvo un reflejo inmediato en las provincias. Los últimos datos señalan que el stock total de deuda en títulos públicos emitidos por el conjunto de las provincias creció un 75 por ciento en poco más de un año. Una situación que presiona sobre el ya abultado déficit financiero de las gobernaciones que, según los analistas, este año alcanzaría los 50.000 millones de pesos. El conjunto de la deuda provincial suma unos 7.600 millones de dólares. Casi el 60 por ciento está nominado en divisas. Un dato más: unos 3.000 millones corresponden a la deuda colocada por la gobernadora María Eugenia Vidal. El panorama es un calco de la dinámica que le imprimió Cambiemos a las cuentas del Estado nacional.
La capacidad de repago de las provincias es una incógnita. El 70 por ciento de los gastos que afrontan los gobernadores es inflexible a la baja. El renglón suma intereses de deuda, sueldos y giros a los municipios para sostener servicios tan básicos como educación y salud. Los servicios por la deuda rondan ya en el consolidado provincial unos 35.300 millones de pesos anuales. La asfixia financiera incrementó las colocaciones de letras de las tesorerías provinciales. Son pasivos de corto plazo. El equivalente provincial de las Lebac. Un camino que trajinaron durante el año pasado muchas jurisdicciones, entre ellas Buenos Aires, Neuquén, Chaco, Entre Ríos, Salta, Chubut y la Ciudad de Buenos Aires.
¿El pronóstico? Lo obvio. Este año, los gobernadores no podrán escapar a la lógica del endeudamiento. A imagen y semejanza de la gestión nacional de Cambiemos seguirán cubriendo los desequilibrios con más deuda. El pago de los intereses mantendrá una curva ascendente y en consecuencia ganará terreno en el gasto total. Si el ajuste no sobrepasa los límites que dibuja el reclamo social, el ritmo de expansión será menor. La meta elaborado en el laboratorio de Cambiemos para la llamado Responsabilidad Fiscal suena improbable. Todo hace pensar que el gasto público corriente crecerá más que PIB nominal proyectado. La situación de Chubut podría ser apenas el inicio de una nueva generación de cuasi monedas.