Con el modelo neoliberal que el gobierno de Cambiemos lleva adelante desde hace más de tres años, la Argentina vive un proceso donde la desindustrialización, la pobreza y la indigencia crecen día a día.
Desde hace tres años Argentina ha sido colocada en clara subordinación al modelo neoliberal y al despotismo del capital, es decir fue entregada de cuerpo entero al capitalismo. Consecuencia de esta entrega, de los 44 millones de habitantes, más de 13 millones de argentinos viven bajo el índice de la pobreza y 2, 47 millones son indigentes.
Según el informe de fines del 2018 del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Pontificia Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) el índice de pobreza asciende a 33,6 por ciento, en tanto el grado de indigencia alcanzó el 6,1 por ciento. Estas cifras, que deberían sonar a nuestros ojos y oídos, escandalosas, no son más que el claro reflejo de una política que hace de la injusta distribución de los ingresos, o más aún, de la riqueza, su religión.
Argentina, o con mayor precisión, el gobierno de Mauricio Macri, se ha convertido en un alumno aplicado del modelo de exclusión e inequidad.
Dos países se diseñaron a lo largo de estos tres años, y dos meses, de neoliberalismo explícito, el de quienes están atados a los comportamientos especulativos y el de quienes perdieron su empleo, o vieron disminuir sus ingresos y que ven quebrantado sus sueños y el desarrollo de un horizonte cultural.
No es ninguna novedad que el capital es depredador, y en su afán de acumulación destruye la base social que le da sustento: la forma de vida de la clase media. Como no es ninguna novedad que el trabajo organiza la vida, favorece la autoestima, genera lugares de pertenencia y fomenta la incorporación de derechos y la dignidad.
Desde que asumió Macri se han cerrado 12 mil Pymes (pequeña y mediana empresa) con la consecuente pérdida de empleo de miles de trabajadores. Sí, miles. Miles de familias que quedaron en la calle. No son sólo números, son seres humanos, son rostros, son sentimientos, son vínculos amorosos, son…pero no los dejan ser.
Según un informe del Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (Ocipex), Argentina se encuentra tercera en el ranking de las peores marcas de capacidad instalada en la industria a nivel global junto con Niger, Nigeria, Burkina Faso y Maldivas.
En los años ´90 (cuando también la Argentina padecía las consecuencias de la aplicación de políticas neoliberales) la CTA sostenía que lo que falta es empleo, no trabajo: “es en la ausencia de trabajo donde se manifiesta la crisis más profunda que atraviesa el mundo contemporáneo (…) lo que está en crisis no es el trabajo. Sólo ocurre que la fase actual del capitalismo no garantiza las más elementales condiciones de realización”.
Más de 20 años después de esta definición, volvemos a vivir una situación similar, pero con un capital cada vez más concentrado donde el poder se ha trasladado de los Estado-Nación a los grandes conglomerados empresariales. Según indicó Bloomberg, en agosto del 2018, basado en datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), las 100 empresas más grandes del mundo suman U$s 20,66 billones, más que el PBI de Estados Unidos que asciende a U$S 20,41 billones. El top cinco de las compañías que, de constituir un país, resultaría la potencia global del planeta, lo componen: Apple, Amazon, Alphabet (empresa matriz de Google), Microsoft y Facebook.
Mientras el mundo se encamina hacia la conformación de un Estado Virtual, sin fronteras, Argentina avanza, a pasos agigantados, a transformarse en la Atlántida, la famosa ciudad perdida que ya nombraba el filósofo griego Platón en sus obras.
Circuló días pasados un listado de empresas que bajaron sus persianas desde que Macri asumió la presidencia. Podría parecer un staff de una revista, o los candidatos a una premiación, pero no, es la muestra clara de un Industricidio, organizado y planificado por quienes solo les interesa la acumulación rentista, entre los que se encuentran la mayoría de los integrantes de este gobierno, hijos de la oligarquía más rancia de nuestro país.
Si estamos en la cornisa, vos sos el empujón
“Ayer me enteré por el diario, que es un plan necesario dejarme sin morfar. Que hay que cambiar, que llegó la alegría, y un señor policía, me lo quiere explicar”,canta el grupo Arbolito.
Tarifazos, una inflación que se proyecta para febrero de más del 4 por ciento, altos niveles de desempleo y porcentaje de pobreza, persianas de Pymes y comercios que cierran a diario por decenas, ahogo a las economías regionales, una economía paralizada, un dólar que, dicen, llegará a $50 para fin de año, cada vez más gente viviendo en la calle, escuelas sin infraestructura, paralización de la investigación científica, entrega de la soberanía territorial y satelital, crecimiento de la inseguridad y, represión, mucha represión.
Fidel Castro dijo alguna vez que al capitalismo le sobra el hombre. A Macri, y a su compañía gobernante, le sobran la mayoría de los habitantes de la Argentina. No les interesa. Los desprecia.
Pero esta mayoría de despreciados, sabe de sus herramientas de lucha, sabe de la fuerza colectiva, sabe que “si estamos en la cornisa, vos sos el empujón”.