Una nueva nota de la serie de la investigadora Carola Ochoa sobre los rugbiers víctimas del terrorismo de Estado. Hoy recordamos a Ricardo Emilio Riobó, rugbier de Club Pucará y del Colegio San Jorge. Militante de JUP. Secuestrado el 23 de mayo de 1978 en la casa de sus padres por una patota policial.

Ricardo Emilio Riobó nació en Capital Federal el 29 de abril de 1952. Hijo de Oscar Emilio Riobó y Margarita Vaca. Tuvo tres hermanos, Daniel, Graciela y Patricia. La primaria la hizo en la Escuela Santiago Derqui del barrio porteño de Barracas. La secundaria en el Colegio San Jorge de la localidad de Turdera junto a sus hermanos. Allí recitaba poesías españolas en los actos.

Muy alto y de rostro siempre bronceado, su imponente físico lo hacía parecer a los ojos de los demás como un hombre mucho mayor. Su comida favorita eran los ravioles, infaltables al horario de la cena, que culminaba con el postre elegido por Ricardo, sabrosas rodajas de ananá.  Aunque le rehuía al amor, tuvo muchos romances y era conocido como el pibe más lindo. Le decían Ringo y Gato Handley. Sus amigos lo recuerdan como un gran bailarín al compás de “Decí porqué no querés” y de “Paseo por calle Santa Fe”.

“Jugué en la Reserva de Pucará con Ricardo. Éramos forwards. Él hooker; yo, octavo. Era el líder natural de los forwards. José “Pepe” Viton era nuestro entrenador.”, cuenta José Antonio Origone.

Dirigió el equipo de rugby del Colegio San Jorge ganando el Campeonato de 1967.

A veces tenía un carácter temible y debía dormir mucho para calmar los nervios. Era muy productivo en todo lo que se proponía. Amaba la Historia Revisionista y el Dibujo que llevaba a cabo como un hobby en sus tiempos libres.

Al momento de su secuestro se desempeñaba como Director Técnico de Defensores de Glew y era miembro del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad del Salvador e inscripto su nombre en la lista de la Comisión del Centro de Estudiantes. Su último lugar de trabajo fue en Teatro Municipal General San Martín.

Entrevista a Ricardo

Tiempo de Turdera era el periódico del Colegio San Jorge. En su número de Marzo-Abril de 1970 entrevista a su alumno Ricardo Riobó – 5º año Bachiller.

– ¿Considera que el mundo se encamina a una tercera guerra mundial?

Ricardo: “Considero que la 3a. guerra mundial ya empezó, y la vivimos en Vietnam, en Medio Oriente, en Biafra, y en todo lugar donde hay un conflicto armado, ya que la 3a. guerra mundial pretende que el hombre haga desaparecer al hombre (autoeliminación).”

– ¿Que piensa del problema del Medio Oriente?

Ricardo: “Pienso que Medio Oriente es la consecuencia de los intereses encontrados de los bloques que dirigen el mundo (capitalismo; imperialismo).”

-Defina con una palabra a los siguientes personajes.

Ricardo: “Franco – Caudillo; Los Beatles – Revolución; Barnard – Hombre”

-¿Dónde le gustaría vivir?

Ricardo: “Donde me dejaran vivir. individualmente. Pero donde todavía se puede vivir así es en mi país, así que me quedo en la Argentina.”

– ¿Como interpreta la discriminación racial en Estados Unidos? ¿Qué significaba para usted Martin Luther King?

Ricardo: “Como un síntoma de decadencia de la cabeza del mundo occidental (EEUU). M. L. King representa la lucha contra esa decadencia.”

-¿Cuál es su opinión del gobierno actual?

Ricardo: “Lo único que le falta a la Revolución Argentina es la Revolución. Pido que se defina, que tome una corriente más latinoamericanista y que se tome conciencia de que somos uno de esos países, que se fijen los medios para lograr una independencia política y económica. Luego habría que meditar las otras dos necesidades del país, soberanía política y justicia social.”

-¿Qué piensa de la generación anterior a la suya?

Ricardo: “La generación anterior a la nuestra es débil porque en la época de mis abuelos, un joven de 15 años trataba de imitar a su abuelo. Hoy mi abuelo me imita a mí. Los adultos nos admiran porque toman conciencia de nuestros valores y nuestra autenticidad. Hay una lucha lógica, el conflicto generacional, que se manifiesta por un cambio brusco de aquella generación a ésta.”

-¿Qué opina de los hippies?

Ricardo: “Son inconformistas porque no se puede tomar una actitud conformista ante el derrumbe de la sociedad. No son cobardes porque se ponen al frente de una revolución destinada a cambiar el mundo. No es cuestión de que los hippies mandan, sino que todos pensemos como hippies. No estoy de acuerdo con el pensamiento de ellos pero es una posibilidad de salvación. No son cobardes porque se comprometen definiéndose.”

-¿Sus escritores favoritos?

Ricardo: “Gheorghiu, Sartre, Beauvoir, Sábato y Borges. Gheorghiu manifiesta el problema existencial del hombre, ubicándose él como testigo. Muestra la crisis humana, en la cual se corre el riesgo de suprimir al hombre- individuo. Culpa de esta crisis se encuentra en las sociedades técnicas y comunizadas y ofrece como solución un nihilismo radical fanático o la vuelta a un mundo más humano por medio de la individualización.”

-Ahora hábleme del problema de Biafra…

Ricardo: ” … y todavía se inventan regímenes para adelgazar.”

Su mejor amigo y traidor

Se trata Juan Manuel Bernasconi, ex miembro del Batallón 601, el organismo de inteligencia del Ejército Argentino durante la última dictadura cívico-militar. Su nombre salió a la luz a principios de 2009, cuando el Archivo Nacional de la Memoria desclasificó la lista completa de los agentes civiles que prestaron servicio en dicho organismo entre los años 1976 y 1983.

Bernasconi, que figura en los listados que se difundieron sobre los miembros del personal civil de inteligencia de ese Batallón 601, está acusado del secuestro y la desaparición de Ricardo, su mejor amigo, en Turdera, provincia de Buenos Aires. Aprovechando su gran amistad y confianza cedida por Ricardo, “Chaco” perpetró el secuestro junto a la patota policial.

El secuestro

El periodista Ricardo Ragendorfer cuenta: “A principios de la década del ’70, la Universidad del Salvador supo ser una suerte de refugio para estudiantes que, por su militancia, no tenían cabida en la UBA en virtud de la intervención dispuesta por la dictadura del general Lanusse. Tanto es así que, ya en el período previo a la ‘primavera camporista’, se desarrollaba en sus aulas un profuso activismo, a través de diversas agrupaciones que se disputaban el control de los Centros de Estudiantes de las distintas facultades. En la de Ciencias Jurídicas, la Juventud Universitaria Peronista (JUP) –bajo el sello de Bases Peronistas del Salvador (BAPS) y la Juventud Radical (JR) –bajo el sello de la Juventud Universitaria Radical del Salvador (JURS)–, se alternaban en la conducción política del alumnado. Los comicios de 1972 habían favorecido a la agrupación peronista y las elecciones de 1974 fueron para los radicales, hasta 1975, cuando la JUP, en alianza con otros grupos, volvió a ganarle a la JR. En aquella ocasión, Riobó –al que sus compañeros llamaban ‘Manolito’– resultó ser electo como delegado ante el Consejo Superior de la Universidad. Por su parte, en la lista derrotada resaltaba la figura de un entusiasta dirigente, cuyo apodo era ‘Pecos’. A los 23 años, este presumía ser un sólido cuadro político; era amplio y razonable en sus criterios, ejercía un gran liderazgo entre sus correligionarios y solía confraternizar con militantes de otras corrientes, entre los que estaba Riobó, con quien cultivó una amistad”. Como afirmé antes, éste último fue secuestrado durante la madrugada del 23 de mayo de 1978 en la casa de sus padres antes citada, por una patota que se identificó como personal policial. “El militante de la JUP fue llevado descalzo y con una capucha en la cabeza. Los represores se robaron muebles, electrodomésticos y ropa. Incluso, la de ‘Chaco’; tal era el apodo del mejor amigo de la víctima, quien solía pernoctar allí. ‘Chaco’ y Ricardo se conocían de niños. Ambos habían cursado los estudios secundarios en el colegio San Jorge, de Turdera. En la adolescencia habían sido inseparables y, en el hogar de los Riobó, ese muchacho era como de la familia. Y dos días antes del secuestro de Ricardo, él había dormido en la casa de su amigo. Desde entonces, nadie en el barrio supo más de él. El tal ‘Chaco’ no era otro que Juan Manuel Bernasconi. Y ‘Pecos’ era Carlos Enrique Bernadou”.

Ricardo fue secuestrado-desaparecido el 23 de mayo de 1978, en el domicilio de sus padres, en la calle San Benito 973, Turdera, partido de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, a la edad de 26 años.

Los nombres y apellidos de Bernasconi y Bernadou, junto a los números de sus documentos y la categoría bajo la cual prestaban servicios en el Batallón 601 de Inteligencia, salieron a la luz a principios de 2009, luego de que el Archivo Nacional de la Memoria desclasificara la lista completa de todos los agentes civiles que prestaron servicios en dicho organismo entre 1976 y 1983. En noviembre de 2013 los dos fueron detenidos por este hecho.

Homenajes

Poema de su amigo Luis Hipólito Alén:

Para Ricardo Emilio Riobó, a 40 años de su desaparición forzada

“Ya no saltan en tus manos

Aquellos títeres, que armabas con los rezagos

De la utilería del teatro

Ni retumba tu voz en cada marcha

Reclamando algún derecho pisoteado

Este país que por algunos años

Se pareció al que soñábamos entonces

Hoy vuelve a padecer sus pesadillas

Y otra vez enarbolamos la esperanza

Contra los golpes y los infortunios

No juegan con vos tantos sobrinos

Que deben preguntarse tantas cosas

Mientras la vida sigue sus senderos

En los que van quedando los recuerdos

Y sin embargo, somos optimistas

Porque te recordamos cada día

Porque a pesar de todo te esperamos

En cada tarde y noche, en cada calle

Porque a pesar de todo, todavía

Te seguimos buscando y reclamamos

Esa cosa tan simple: LA JUSTICIA”

El recuerdo de José Antonio Origone

“Conocí a Ricardo Emilio Riobó el primer día de clases en la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador, en 1972. Los dos buscábamos saber si Carlos Mugica daba clases, y bastaron pocas palabras para que descubriéramos todo lo que había en común. Desde ahí fuimos amigos, compañeros, perseguidores de sueños. Una militancia en común en tiempos vertiginosos nos hacía creer que podíamos cambiar el mundo y hacerlo un lugar en el que todos vivieran iguales en dignidad y derechos.

Aquellos días en que corríamos no solo detrás de nuestras comunes utopías sino que nos queríamos beber la vida de un solo trago, las ganas que nos llevaban a ver en cada mujer algo así como el deseo o el amor poco más que adolescentes, con un fondo de música del Nano (punto común, porque te acordás, a mí me tiraba más el rock y a vos cualquier música que te sonara linda). Debo reconocer que tenías más suerte -aunque en conjunto no nos iba nada mal-, tal vez porque siempre fuiste más audaz (Ana aún guarda en su memoria tu recuerdo más tierno) o porque estabas más apurado por sentirlo todo y yo siempre razonaba las cosas más de una vez, incluso hasta ponerte nervioso. Tampoco es que estábamos siempre de acuerdo, no lograste que fuera a verte jugar en tu Pucará ni conseguí que vinieras a la Bombonera, pero había cosas más fuertes. Y aunque Trelew fue el aviso de que el odio no reconocía límites, solo nos reforzó las convicciones. Una breve primavera que nació aquel inolvidable marzo del 73 se nos fue escapando como arena entre los dedos y las primeras nubes anunciaron la tormenta. Nunca supe cómo, pero la conociste a Alicia Eguren y la adoptamos como guía, para nosotros era casi un milagro que la mujer de Cooke nos aceptara como militantes en su grupo. Vinieron días duros, te acordás que tomamos la Universidad y a los pocos días lo mataron a Mugica. Alicia nos insistía en que conociéramos a Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde (Militancia era nuestra lectura obligada y en algún número hasta reconocimos frases que poblaban nuestros pretenciosos informes para ella), pero el plomo asesino se llevó tan pronto a Ortega que ese encuentro no pudo ser (te gustaría saber que la vida fue generosa en eso y me permitió, años después, transitar junto a Eduardo y aprender de su enorme compromiso). En los peores momentos previos ganamos el Centro de Estudiantes, sin saber que uno de los candidatos de la lista opositora escondía su carácter de personero de la muerte (su nombre se reveló cuando desclasificaron los archivos del Personal Civil de Inteligencia). Pero todo duró poco, el golpe criminal puso su cepo de muerte y de dolor sobre la Argentina y las cosas fueron cada día más difíciles, más duras.

“Perdíamos amigos, compañeros, referentes con una frecuencia que espantaba y aquel enero maldito del 77 se llevaron a Alicia. Los trabajos que empezamos nos llevaron a espaciar los encuentros, los sueños se nos habían vuelto pesadillas. Volviste a la casa de tus padres, aunque Adrogué, Turdera y Burzaco ya no eran los escenarios de tus andanzas ni cobijaban el amor que habías creído conseguir. Y un día como hoy, hace exactamente 35 años, los mensajeros de la muerte te arrancaron de tu casa y de tu familia. Ya no me asombraré con los títeres que creabas en los ratos libres que te dejaba tu trabajo en la utilería del Teatro San Martín, ni te podré mostrar las cosas que, todavía, escribo de vez en vez. Alguna vez, muchas en realidad, te hablé a través de esos escritos, uno de ellos tu hermano Daniel generosamente lo usó para completar tu recuerdo. Nunca el olvido navegará con tu nombre como bandera, eso lo tengo claro, y me sigo preguntando en qué rincón del tiempo habitará tu sombra compañera. Pero estos días son más luminosos. Con el esfuerzo común de muchos va alumbrando la justicia donde reinaba la impunidad, se va consolidando la memoria donde quisieron entronizar el olvido. Faltan verdades pero estamos más cerca. Y vos, seguro, estás con nosotros, como siempre el primero en la fila, con aquel mismo empuje de los 20 años. Como tomándome las libertades que ahora se respiran le hago decir a aquella rumbita de Serrat que tanto te gustaba, está llegando el día de los elegidos y el eco los devuelve del olvido. Un abrazo y hasta cualquier momento.”

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