Mentiras y miserias periodísticas, oscuras movidas judiciales, falsas versiones instaladas desde el gobierno conforman un entramado que tiene como objetivo último hacer desaparecer la verdad de los hechos. (foto de portada: Gustavo Zaninelli).
Hace muchos años que tantos medios de comunicación y tantos periodistas no se prestan a operaciones de los servicios de inteligencia, el gobierno y los dueños de los medios destinados a confundir a las audiencias y lectores. Esta afirmación, que parece presumida, está fundada en datos precisos, muchos de los cuales están a la vista. Los esfuerzos por dar pistas falsas sobre el destino de Santiago Maldonado cruzan límites tan burdos como despreciables. El pasado lunes 4, Clarín publicó con título catástrofe que habría posibilidades de que Maldonado hubiera estado en Chile el 16 de agosto. La fuente, citada por el periodista Claudio Andrade, es apenas el jefe de una brigada canina de Santiago del Estero que trabaja en la zona donde desapareció Maldonado, al lado de la ruta 40 en Esquel. Ni siquiera chequeó con el juzgado. En ninguna redacción seria se dejan pasar versiones tan precarias salvo por supuesto que se pretenda engañar a los lectores.
El viernes 1° de septiembre, cuando se cumplía un mes del secuestro, en la Plaza de Mayo, el mismo Clarín estimó en 200 mil los asistentes. A eso hay que sumarle las decenas y decenas de miles que se manifestaron en las plazas de todo el país. Sergio Maldonado, hermano de Santiago, cerró el acto de Plaza de Mayo en nombre suyo, de su otro hermano y de sus padres. Algún periodista, por crédulo que sea, imagina posible que la familia Maldonado esté en un complot para mantener oculto a Santiago? Los periodistas que siguen el caso saben que Santiago no tenía causas pendientes, ni antecedentes penales, ni entrenamiento alguno para vivir en la clandestinidad al tiempo que debería ser la persona más buscada del país. Las desinformaciones periodísticas, por otra parte, van de la mano de la incapacidad del juez Guido Otranto y de la fiscal Silvina Ávila, quienes al momento de escribirse esta nota se disponían a terminar con el secreto del sumario. Hay que decirlo, de un sumario que no incluye los interrogatorios, al menos en calidad de testigos, de alguno de los 40 gendarmes que participaron del operativo.
El juez tampoco accedió a analizar los cruces telefónicos de Pablo Noceti, jefe de Gabinete de la ministra Patricia Bullrich. El propio Noceti, en una entrevista del 31 de julio a Radio Nacional Esquel, dijo que los efectivos de Gendarmería del Escuadrón 35 iban a actuar de oficio contra la comunidad Pu Lof porque eran delitos en flagrancia y que tras los operativos iban a darle estado judicial. Sin embargo, el diario La Nación, en más de una oportunidad, informó que los procedimientos se hicieron por orden del juez Otranto. Lo cierto es que éste ni citó a Noceti, ni aceptó peritar sus movimientos telefónicos de esos días. Es más, en la entrevista a Radio Nacional Esquel, el funcionario aseguró estar en Buenos Aires y reconocía haber pasado por Esquel el día 30. Sin embargo, Soraya Maicoño, vocera de la comunidad, fue demorada en la ruta 40 el mismo 1° de agosto, por personal de Gendarmería en la ruta 40 y mientras permanecía allí pudo hablar con un hombre alto de civil que era nada menos que Noceti. Incluso lo fotografió. Eso tuvo estado público. Es decir, Noceti da todas las pistas como para que se sepa que actuó al frente directo de un operativo en el que desapareció una persona.
Entre las tantas negativas del juez Otranto, figura la de confirmar si existió o existe una base de Gendarmería dentro de la estancia Leleque, donde está Pu Lof y que es propiedad de Luciano Beneton. Tampoco indagó a los guardias de seguridad de los campos de Beneton, señalados por los miembros de la comunidad como partícipes de la persecución a los mapuches de Pu Lof.
Otro punto oscuro es la conducta de Fabián Méndez, comandante del escuadrón 35 de Gendarmería, con sede en El Bolsón, al sur de Río Negro, que tuvo a su cargo el operativo en la ruta 40 aquel fatídico 1° de agosto. Pero Méndez sostiene que “fue la gente de Chubut” la que habría llevado a cabo el operativo. A mediados de agosto, Gendarmería informó que Méndez sufrió una amenaza de muerte y que su familia debía ser trasladada por ese motivo. Este domingo, Ricardo Ragendorfer, uno de los sabuesos periodísticos más entrenados en estas investigaciones, afirma en una nota de Tiempo Argentino que Méndez está deprimido y sus jefes temen que hable.
Una de las tantas operaciones ponía a Maldonado como la persona que habría recibido un puntazo al puestero Evaristo Jones el pasado 21 de julio cuando un supuesto grupo de la resistencia mapuche lo había atacado. El mismo Jones había desestimado que Maldonado hubiera sido quien recibió el cuchillazo. Sin embargo, Clarín y La Nación insistían con esa hipótesis que llevaba a una variante espantosa: que Maldonado podía haber muerto por eso y que los mapuches denunciaban desaparición en cambio de hacerse cargo de un homicidio. El lunes 4 de septiembre el juez Guido Otranto informó que los perfiles genéticos de Maldonado y la persona que recibió el puntazo no son coincidentes.
Entre las miserias periodísticas, hay una que tiene un amplio consenso social. Se trata de señalar a la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) como un peligro en la zona de Esquel. La revista Mu publica completo un documento indispensable: Posicionamiento de Autoridades y organizaciones originarias, Puel Mapu, frente a el drama o grotesco llamado Resistencia Ancestral Mapuche-RAM fue elaborado por la Confederación Mapuche de Neuquén (que reúne a más de 60 comunidades), la Coordinadora del Parlamento Pueblo Mapuche Chewelche en Río Negro (145 comunidades), los referentes de la Coordinadora del Parlamento del Pueblo Mapuche en Rio Negro (regiones Andina, Sur, Atlántica y Alto Valle) más un cúmulo de comunidades de distintos lugares del país.
En cambio de dar tranquilidad a los lectores respecto de que el grupo RAM es sospechado como un grupo infiltrado por los servicios de inteligencia, La Nación del domingo 3 de septiembre hace un largo análisis del peligro de la toma de tierras en Chile por parte de los mapuches y cita, como una fuente calificada a Mauricio Heise, creador del Observatorio de Terrorismo en Chile, donde se dan una cantidad de datos aislados de sucesos propios del país vecino. El mismo Heise, poblado de terminología propia de la época del dictador Augusto Pinochet, aclara que RAM en Argentina es un grupo minúsculo. El citado observatorio no tiene autoridades constituidas y es apenas una página web con una decena de apuntes de Heise. Sin aclarar que se trata de una fuente de información más que secundaria, La Nación publica el domingo una larga nota sobre el peligro mapuche.
Por último, y no menos importante, el viernes 1° de septiembre hubo algunos disturbios provocados dos horas después de que se desconcentrara la multitud. Detuvieron a 31 personas, todas las cuales debieron ser liberadas porque ninguno formaba parte del grupo de provocadores que armó los desmanes a medida del interés por desacreditar el masivo reclamo por Maldonado. Los servicios de inteligencia y las fuerzas federales saben quiénes son los que arman los líos. Y para reprimir lo hacen con agentes de civil y pegando a diestra y siniestra. El propio Fernando Esteche declaró en estos días que lo acuchillaron quienes hasta hace poco, él mismo consideraba sus compañeros y que actúan como un grupo con “otros intereses”. Léase provocadores vinculados a los servicios.
Es posible que los funcionarios más altos de este gobierno crean que este clima los ayuda a juntar algunos votos más para octubre. El laboratorio de los genios de la política tiene calendarios tan extensos como 60/90 días. Quizá seamos una sociedad donde los imbéciles, los inmediatistas y los que gozan de impunidad sean más que las personas dignas. Las luces de este cronista no llegan siquiera al día de mañana. Pero lo que está escrito en esta nota cuenta con algunas decenas de años de experiencia en estas lides.