El imputado por el asesinato de Rafael Nahuel no pudo explicar ante el juez el faltante de municiones de su arma MP5, y dijo que “no recuerda” si descartó proyectiles de los cargadores. La estrategia de responsabilizar a otro Albatro y la confirmación sobre la posible transferencia de partículas de pólvora. La declaración indagatoria.
El cabo primero Francisco Javier Pintos no pudo explicar ante el juez y la fiscal que investigan el asesinato de Rafael Nahuel, porqué faltaban proyectiles de su arma MP5. Aseguró que no la disparó, y atribuyó ese faltante a un posible “descarte”, del que no tiene recuerdos claros.
Durante la indagatoria del pasado jueves, y a instancias de la fiscal Sylvia Little, Pintos fue interrogado para que diga cómo explica el faltante de al menos 50 municiones de su subfusil MP5. “Refiere que pudo haberlos descartado en su descenso -señala el acta de la indagatoria, a la que tuvo acceso Socompa -, debido a la desesperación del momento. Añade que por el peso que tenía encima, pudo haber sacado las municiones y tirarlas; es decir, para no arrojar el cargador, pudo haber retirado las municiones y arrojarlas, aunque no está seguro de haberlo hecho”.
El Juez Gustavo Villanueva, entonces, le preguntó si “ocurrió o no ese descarte de municiones”, y Pintos contestó que “no lo puede asegurar”. Además, afirmó que ninguna otra persona pudo haber empleado su MP5.
Cada vez más comprometido por la situación, el integrante del grupo Albatros dirigió la atención sobre uno de sus compañeros. Su abogado defensor, Fernando Soto, lo consultó: “Si no disparó su MP5, cómo explica que se le impute haberle causado la muerte a una persona con esa arma”. El Cabo respondió textual: “Yo no soy perito; lo que se me ocurre es que pueden haberse equivocado en el número de serie de la MP5. En el enfrentamiento el único que tenía MP5 era Obregón. Pudo suceder que equivocaron el número de serie en la pericia, porque en el enfrentamiento sólo había una MP5, que es la que llevaba Obregón. Las dos MP5 -la mía y la de Obregón. sólo difieren en un número”.
Juan Ramón Obregón estaba en el mismo lugar del asesinato de Rafael Nahuel, junto a otros dos miembros de Prefectura (Cavia y Sosa), y según Pintos sólo había un arma MP5.
Sin embargo, dijo que no pudo observar si dispararon. “Sólo podía ver sus espaldas, y que estaban refugiados, pero no podía observar -desde su puesto- qué es lo que estaban haciendo”, dijo.
Será clave, en este contexto, la segura citación a indagatoria o testimonial de Obregón, para que informe si disparó su subfusil y ratifique o no lo dicho por Pintos.
El hecho del faltante de municiones en los cargadores del MP5 fue central en la declaración.
Interrogado por Villanueva para que diga “porqué motivo entregó cargadores de MP5 a los que les faltaban municiones”, dijo que “en un momento del descenso se cayó, y pudo haber perdido municiones”, pero “no las disparó porque no tenía consigo la MP5”.
Al momento de darle el arma, en Buenos Aires, le asignaron cuatro cargadores, tres sueltos y el restante puesto en el subfusil.
Ante la insistencia del Juez y la Fiscal, Pintos reiteró que nunca utilizó ese arma -sí admitió haber realizado disparos a tierra con la pistola 9 mm Beretta -, y descartó que un tercero la haya usado.
¿Y entonces cómo se explica el faltante? “Al subir a la montaña -dijo Pintos en el tribunal- llevaba consigo en el chaleco -al menos- dos cargadores de MP5, pero sin el arma (…) al subir a la montaña, olvidó que tenía esos cargadores consigo”.
Además del abogado Fernando Soto, Pintos contó con la asistencia legal de la abogada Anabella Schmidt, quien lo consultó sobre la metodología de descarte de municiones.
El Prefecto refirió en todo momento que el grupo de uniformados se vio cercado por “más de 15” personas, encapuchadas, y aseguró que dos de ellas realizaron disparos de armas de fuego “de puño”. Y que en ese contexto, luego de tirar una granada de estruendo comenzó a descender la montaña corriendo.
A pesar del contexto, Pintos sugirió que tuvo la frialdad para comenzar a descartar municiones -no los cargadores completos- de su arma MP5 -que en teoría no llevaba consigo-. Lo hizo, aseguró, debido al peso de esos proyectiles.
La abogada Schmidt le pidió que detalle “en caso de tener que deshacerse de municiones, cómo sería la acción desplegada”, y el Cabo Primero refirió que “el cargador posee un resorte, sólo se hace presión sobre las municiones con un dedo -por lo general el pulgar derecho- para ir descartándolas hacia el costado”.
Corriendo montaña abajo, en teoría acosado por un grupo de personas encapuchadas, superiores en número, que arrojaban piedras, “lanzas”, y, dos de ellos, balas de plomo de armas de puño, Pintos tuvo la capacidad de realizar la siguiente maniobra, motivada en argumentos económicos: “Ante la disyuntiva de tener que descartar un cargador o municiones, para el efectivo es preferible descartar las municiones, porque de perderse el cargador debe hacerse cargo de su costo, que puede ser muy elevado por tratarse de un arma extranjera”, dijo.
El avance de los prefectos sobre el territorio mapuche ocurrió entre las 16 y las 17,30 aproximadamente. Sin embargo, Pintos confirmó que el secuestro de las armas se produjo aproximadamente a las 24 horas.
Y explicó que tomó su arma MP5 una vez regresado al campamento base, ubicado en la ruta 40. Lógicamente -este dato no sorprende por obvio- el subfusil tenía sus huellas.
Lo que deja dudas es porqué no utilizó guantes desde el comienzo del operativo. Interrogado por Villanueva “si además del equipamiento mencionado, llevaba guantes”, respondió que “sí, pero los tenía colgados”.
Pintos “se colocó los guantes al descender a buscar la MP5, pues al advertir que tenía los guantes colgando, se los puso”.
La Fiscal Little insistió para conocer el motivo por el cual se puso los guantes al recoger su MP5, y el Cabo que antes había dicho que se los colocó “al advertir que los tenía”, dio otra explicación: “lo hizo por precaución, para evitar tocar a alguien en la herida en caso que estuviera cortado”.
El relato del supuesto “enfrentamiento” no difiere del informe dado a conocer un día después del hecho -el 26 de noviembre de 2017- por la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich. “Tácticas defensivas militares” y “armas capaces de arrancar árboles de cuajo”, dijo oportunamente la ministra. No hubo tanto detalle en la declaración de Pintos, pero insistió que “dos personas”, encapuchadas y a quienes no podría reconocer, dispararon armas de puño.
Durante la indagatoria, ni la Fiscal ni el Juez hicieron mención a la cantidad de partículas de pólvora que se encontraron en las muestras que se tomaron de sus manos.
Sin embargo, Socompa pudo saber que Pintos es el uniformado al que más partículas compatibles con pólvora se le encontraron, y que ese indicio demuestra que es el prefecto que más veces disparó.
Con toda esa pólvora en las manos, Pintos fue el encargado de esposar y precintar a Fausto Jones Huala y Lautaro González, los dos jóvenes mapuches que bajaron el cuerpo herido de Rafael Nahuel.
“Nos quedamos en el puesto en que se hizo el desalojo -relató-. Al llegar allí empezamos a escuchar voces de gente que bajaba y movía las ramas.
Avisé que iba a bajar a ponerme el chaleco balístico. Bajé, fui hasta el móvil, me puse el chaleco balístico, me volví a poner el portaequipos, agarré la MP5 que estaba en el móvil y volví a subir. Después bajamos al pie de la montaña con el resto del grupo. En todo momento se escuchaban gritos (algunos en castellano y otros en otro idioma). Escuchamos que decían que tenían un herido, y luego que tenían un muerto. Les dijimos que lo bajaran, que no les iba a pasar nada. Tiempo después aparecieron dos personas con una camilla. Nos acercamos con Blanco. Yo reduje y le puse las esposas a uno que tenía un puñal en la cintura. Tiempo después le cambiaron las esposas por precintos; más adelante le corté esos precintos y le puse nuevos porque decía que le molestaban los anteriores”.
En ese testimonio puede estar la clave de la transferencia de partículas de pólvora hacia las manos de Jones Huala y González. El contacto que admite Pintos es fundamental, ya que no existen en el expediente otros elementos que den cuenta de la existencia de un enfrentamiento, que justifique la presencia de una partícula de pólvora en las manos de cada uno de los jóvenes que llevaron hasta la ruta a Rafael.
La situación de Pintos es muy comprometida. Luego de la indagatoria del pasado jueves, el magistrado tiene ahora diez días para resolver su situación procesal. Mientras tanto no podrá salir del país ni cambiar de domicilio.
Se esperan para esta semana nuevas citaciones y medidas de pruebas que permitan determinar las responsabilidades en el asesinato de Rafael Nahuel.