Una nueva nota de la serie de la investigadora Carola Ochoa sobre los rugbiers víctimas del terrorismo de Estado. Hoy recordamos a Juan Alejandro Barry Ronald, dirigente montonero. Rugbier y Capitán de Club Pucará. Detenido por el Plan Cóndor en Uruguay junto a su esposa. Asesinado el 15 de diciembre de 1977.
Juan Alejandro Barry Ronald, “John Alex”, nació en Capital Federal el 26 de mayo de 1947. Sus padres eran Alfredo Matias Barry y Thelma Alejandrina Ronald, de orígenes británicos. Su madre fue enfermera durante la 2° Guerra Mundial. Alfredo era un prestigioso abogado y acérrimo antiperonista de Adrogué.
Juan Alejandro y sus hermanos tuvieron todas las posibilidades de una vida sin privaciones y un futuro asegurado en lo económico y social. Los Barry de Adrogué conformaban una familia muy reconocida. Amaba la Historia y la Filosofía y le gustaba ser parte de debates donde recurría a esas dos ramas de estudio.
Juan Alejandro estudió en el Colegio San Jorge de Turdera. Tuvo tres hermanos. Uno de ellos Rodolfo “Henry”, también eligió la militancia revolucionaria y desapareció junto a su esposa.
Militancia
Al poco tiempo de salir de la secundaria Juan Alejandro se comprometió socialmente ya que tenía una extrema sensibilidad con quienes no tuvieron el privilegio de él y sus hermanos. Se proletarizó y comenzó a militar en Montoneros, en contra de la Dictadura Militar. Allí conoció a su esposa, Susana “Susy” Mata, una hermosa jovencita con quien tendría una niña de facciones y cabellos nórdicos, Alejandrina. En su organización llegó a ser Secretario Político y miembro de la Conducción Nacional.
En el camino de su compromiso por instituir “El Hombre Nuevo” se convirtió en el 6° hombre mas importante de Montoneros.
Su amigo Guillermo Alonso lo recuerda junto a su esposa Susana:
“Susana era una típica hija de comerciantes exitosos, que no escatimaron esfuerzos para que sus hijos fueran a buenos colegios y alcanzaran un status social superior al de ellos mismos. Fue así que la mandaron al mejor colegio de monjas de Lomas de Zamora, donde, más allá de obtener su título de maestra, pudo mimetizarse con hijas de profesionales y de las de las familias más tradicionales de la zona, cuya mayor ambición era: “ponerse de novia, casarse y tener muchos hijos”, como la Susanita de Mafalda. Los bailes de egresados en clubes de rugby o de tenis favorecieron sus planes cuando conoció a John Alex, un par de años mayor que ella, estudiante de primer año de derecho y jugador de rugby. El vivía en Adrogué, hijo de una tradicional familia inglesa con padre abogado y profesor universitario y madre madraza que cada domingo reunía a sus cuatro hijos, con novios y amigos, para compartir un té completo (más que completo) y la serie Los Invasores. En esas reuniones, en las que las conversaciones podían pasar por el triunfo de Pucará, la Revolución Cubana, las películas de Favio o el último hit de Los Beatles, Susana era la que más se destacaba por estar siempre en ascuas. Sólo le interesaba su John Alex, y, por supuesto, quedar bien con su futura suegra, aunque se ganara las cargadas de todos. A pesar de que las relaciones prematrimoniales eran un hecho, casarse lo antes posible era el objetivo para cualquier pareja de novios de esa época, tuvieran 18, 20 ó 22 años. Siempre se podía conseguir un buen trabajo y al mismo tiempo estudiar, y un alquiler era menor que el sueldo de una maestra. Eso siempre que “los viejos” no ayudaran para la compra del departamentito. Así fue como John Alex y Susana se casaron y se fueron a vivir a una casita en Turdera, comprada con apoyo paternal y un crédito “blando” del Banco Hipotecario. Así fue como se fueron casando los hermanos de John Alex y las dos ó tres parejas que seguían yendo los domingos al tradicional high tea.
“Los que sufrimos la Noche de los Bastones Largos de Onganía en el ’66 empezamos a ver la luz al final del túnel con las flaquezas de Lanusse y sus desplantes hacia el General. Aunque en nuestras casas se había cantado la Marcha de la Libertad, la figura de Perón nos resultaba atrayente. Él nos creaba dudas, pero estábamos convencidos que sin la masa peronista no habría cambios. Y nosotros pensábamos que podíamos ayudar a conducir esos cambios. Veíamos “La Hora de los Hornos” en función clandestina. John Alex leía a John William Cooke y Susana, de la casa a la escuela y de la escuela a su casa… esperaba quedar embarazada. Cuando a Perón le dio el cuero para volver, John Alex ganó jinetas dentro de la Juventud Peronista con su resolución para conducir a un grupo de compañeros a través del Río Matanza y evitar las hordas de los de Osinde. El 25 de mayo de 1973 fuimos todos juntos y felices a la Plaza de Mayo a putear a Lanusse y cantar por el Tío. Sólo John Alex y Susana pudieron seguir hasta Devoto. Los demás nos tuvimos que volver, nuestros hijos chicos nos requerían. Las reuniones en la casa de Turdera se empezaron a espaciar. Mientras todos crecíamos junto a nuestros hijos, John Alex profundizaba su militancia en la Facultad y en la J.P. y Susana, buscaba, a través de varios especialistas, como quedar embarazada. Pero, además, como para llenar el tiempo que no le demandaban los hijos que no venían, empezó a concurrir a las Asambleas del gremio docente, siendo una de las fundadoras de la Unión de Educadores. Profundizó su compromiso gremial y cuando más comprometida estaba quedó embarazada y siguió participando en reuniones abiertas y clandestinas hasta que cayó presa. Alejandrina Barry nació en la cárcel de Olmos. Ya en libertad John Alex, como Secretario Político de Montoneros y Susana pasaron a la clandestinidad.
Su asesinato
En Avenida Italia, a la altura del kilómetro 18,500 fueron inteceptados por las Fuerzas Armadas Juan Alejandro Barry y Jaime Dri, quienes conducían un vehículo, bajaron del automóvil y comenzaron a correr. Barry fue alcanzado por disparos que le causaron su muerte, Dri fue herido en ambas piernas y capturado.
El caso se vincula con la muerte de su esposa Susana Mata Freixas, el 16 de diciembre de 1977 en un operativo organizado por Servicio de Información de Defensa (SID) en coordinación con represores argentinos.
La pequeña hija de ambos, Alejandrina, que entonces tenía 3 años fue utilizada en una campaña de prensa de legitimación de las dictaduras y la persecución política, orquestada con la participación de medios uruguayos y argentinos.
Los restos de Juan Alejandro y de Susana, según se supo por investigación en archivos, habrán sido enterrados en el Cementerio del Norte de Montevideo como N.N. Luego fueron extraídos.
Permanecen desaparecidos
Texto de su amigo Guillermo
Desde que cuando tenía doce años los Barry me invitaron a veranear en su casa de Gesell, mis eneros pasaron a ser de la Villa. Ese año -1964- yo ya tenía quince años y con los amigos de siempre decidimos instalar nuestras carpas en unos terrenos boscosos frente a “La Catedral”, casa de la familia Barry. Nuestra vida era sencilla. Playa desde el mediodía hasta las seis de la tarde. A esa hora comíamos lo que podíamos y salíamos para el centro a buscar minitas en el Patín Bar para invitarlas a tomar algo a La Jirafa Roja y si cuajaba llevarlas a bailar a Pipach o La Redonda. Como las chicas a las que invitábamos eran menores de edad como nosotros, los padres no las dejaban ir a bailar y para entrar en alguno de esos boliches, nosotros teníamos que colarnos por la playa. La vuelta a las carpas se producía cuando amanecía, con una botella de leche Cindor y medias lunas que comprábamos cuando abría la panadería. A medida que pasaban los días nos íbamos quedando sin plata y debíamos rebuscárnoslas para comer. La pesca nos abría posibilidades. Era fácil que consiguiéramos corvinas y también brótolas, que a la parrilla saciaban nuestro apetito. También hervíamos almejas aunque corríamos el riesgo de descomponernos. El plato más gourmet que comimos fueron unas aletas de raya a la que, antes de asarla, Thelma, la mamá de los Barry, les dio un hervor en la sartén y las condimentó con alcaparras. Faltaba poco para fin de mes cuando con uno de mis amigos conocimos a dos chicas muy simpáticas. Eran hijas de alemanes, vivían en casa propia muy cerca de nuestro campamento, iban a la misma playa que nosotros y se quedaban todo el verano. Me dieron muchas ganas de quedarme pero ya no tenía un peso. Busqué hasta que encontré alguien que me trajera a Buenos Aires. Mi idea era pedirle plata a mi viejo y volver lo antes posible. Llegué a mi casa el treinta y uno de enero. Mi papá con su mujer y mis hermanos salían para Mar del Plata dos días después. Lo convencí para que me diera unos pesos y me permitiera volver a Gesell. No le gustó mucho la idea pero no sólo accedió sino que decidió desviarse en Las Armas y llevarme él mismo hasta la Villa. Al día siguiente abrí el diario y me enteré que Independiente inauguraba las luces del Estadio. El partido era contra el Santos de Pelé, Gilmar y Coutinho. “No me lo puedo perder” me dije. Llamé a mi tío Pochi, el que me había hecho del rojo y arreglamos para ir juntos. Fue una noche soñada. Cinco a uno con dos goles de Luis Suárez, uno de Bernao, uno de Mura y uno de Lima (en contra). Maldonado borró a Pelé, Bernao se hizo un pícnic con su marcador de punta y las luces inauguradas parecieron más brillantes que nunca. Todavía estaba despierto y deslumbrado cuando, a la mañana siguiente, mi papá me llamó para salir para la costa. Han pasado muchos años, he visto muchos partidos de fútbol, de rugby, de tenis y de otros deportes, pero muy pocos me conmovieron tanto como ese 5 a 1.”
Guillermo Alonso (setiembre/2020).
La palabra de Alejandrina
“Mi nombre es Alejandrina Barry y peleo por los derechos humanos desde los 13 años, cuando me enteré que era hija de desaparecidos. Nací en la cárcel de Olmos porque mi mamá, delegada docente, estaba detenida por el gobierno de Isabel Perón. En 1977, plena dictadura cívico militar, mis viejos fueron asesinados y desaparecidos por la patota de la Esma en conjunto con las fuerzas armadas uruguayas. A mi me secuestraron. En ese momento, los medios cómplices del genocidio, como Editorial Atlántida, usaron mi imagen para hacer una operación de prensa que me mostraba como si estuviera abandonada por “padres subversivos”, para legitimar el accionar del terrorismo de estado.
Pero no lograron lo que querían los militares y empresarios partícipes del genocidio: empecé a militar, no sólo por justicia para mis viejos sino también, para cambiar esta sociedad contra todas las brutales injusticias de este sistema, reivindicando la lucha de mis padres y los 30 mil desaparecidos.
Junto con mis compañeros del CeProDH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos) del cual fui fundadora, soy querellante en causas de lesa humanidad, como en Esma, Plan Cóndor, Editorial Atlántida, contra Chiche Samuel Gelblung,, Hector Damico entre otros. Seguimos luchando para que vayan presos estos militares y civiles. Fui parte de la última denuncia judicial contra César Milani, donde aportamos pruebas contundentes de que era un genocida.”
El Documental
Palabras de la directora Gabriela Jaime:
“La Construcción del Enemigo es un documental que trata justamente sobre la construcción del enemigo: sobre la última dictadura militar, donde los medios de comunicación fueron cómplices, participes necesarios en el sentido que sin la construcción que hacían ellos de los luchadores populares para legitimarse en el poder, les hubiera sido mucho más difícil. Tanto los medios en Uruguay como en Argentina utilizaron el caso diciendo que los padres Barry- Mata la habían abandonado, que eran justamente subversivos fabricadores de huérfanos. Es una nenita chiquita, tres años, rubia, tenía todas las condiciones para ser usada para esta construcción, la película está enfocada en ese momento pero la construcción mediática recorre la historia”.
“Es algo que se ve hoy el día la construcción del enemigo, ayer eran los subversivos y hoy son los que salen a luchar por los despidos, los barrios marginales. Siempre hay un enemigo a construir y la prensa ayuda mucho”
Fue una búsqueda, nos gusta hablar de la construcción del enemigo, porque el título fue la hipótesis que sucedió a partir de conocer del caso de Alejandrina”
La Construcción del Enemigo se estrenó en el marco del Día del Periodista, el próximo jueves 2 de junio de 2016, en el Cine Gaumont – Espacio INCAA KM 0, Av. Rivadavia 1635 (CABA).
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