Una nueva nota de la serie de la investigadora Carola Ochoa sobre los rugbiers víctimas del terrorismo de Estado. Hoy recordamos a Claudio Julio Giombini, militante de la Organización Comunista Poder Obrero y rugbier de Club Los Matreros de Morón. Fusilado en la Masacre de Monte Grande el 24 de mayo de 1977.

Claudio Julio Giombini nació el 30 de enero de 1954 en Morón, provincia de Buenos Aires. Fue el tercer Hijo de Rodolfo Giombini, quien se dedicaba al comercio; y de Blanca Moser, abocada a la crianza de sus hijos. Lo llamaban “Chucho”. Hizo la primaria en la Escuela N° 23 Hipólito Irigoyen de Haedo. Al egresar, cursó su secundaria en el Colegio Inmaculada de Castelar con buenas notas. Luego ingreso a la UBA eligiendo la carrera de Sociología hasta el 77, año de su asesinato.

Según sus técnicos y coachs, Chucho podría haber llegado a jugar en primera división de Los Matreros, por su ascendiente con sus compañeros y porque “gritaba en la cancha”, amén de su juego. Jugó con otro más de los 157, Pablo Luis Steimberg en la cuarta división del club moronense.

En Los Matreros

En ese entonces no había nadie que se salvara del verdugueo con sobrenombres (tipo “Cabezón”, “Narigón”, “Pera”, “Pelado”, “Gordo”, y menos en un equipo de rugby)  y a  “Chucho” le tocó el suyo, pero no está claro si  era relacionado a un susto que se pegó o le pegaron alguna vez o a excesiva sensibilidad al frio (esto último nada raro en los entrenamientos de esos tiempos en pleno invierno y de noche  en los que el agua fría en  las duchas de Matreros no era la excepción).

Claudio Paz, otro “matrero” también cuenta que su tocayo Claudio-Chucho empezó a jugar en el club cuando estaban en primer año del Inmaculada alentados por otro compañero, Guillermo Fiecconi, que ya jugaba desde tiempo antes.  “Chucho Giombini jugó siempre de pilar izquierdo, porque era cabezón y con cuello ancho y se bancaba jugar con la cabeza suelta.  Un tipo siempre divertido, expansivo, muy tenaz, honesto impecable.  Vivía en Haedo, a 5 cuadras de la estación.  El viejo era un tipo grande, como de 65 o 70 años cuando nosotros teníamos 13 o 14 años, casi ciego, socialista, fundador del Crédito Haedo en su forma original de cooperativa”, cuenta Paz.

“Blanca, la madre de Chucho, era todo amor por sus hijos y por los amigos de sus hijos. Llegábamos a la casa un día de partido a la tarde y se ponía a hacer una torta. Tenía dos hermanos, Juan José y Gustavo. Juanjo, abogado, radical de toda la vida, llegó a concejal de la UCR en Morón, cuando Beto García Silva fue intendente. Hoy sigue ejerciendo la abogacía.  El otro hermano de Chucho, Gustavo, a los 18 años se fue a estudiar a una escuela agrotécnica de Tandil, y desde ahí empezó una militancia fuerte entre los peones de campo y en el Tandil pobre.   En algún momento, varios años antes de la dictadura, lo secuestraron y nunca apareció durante la etapa de la Triple AAA”, sigue diciendo.

Claudio (Chucho) terminó su militancia política en la OCPO como Secretario Militar. Cuando la cuestión se puso muy peligrosa, salió del radar, o, al menos eso creía él.  Finalmente, en el 77 lo secuestraron y lo mataron en un enfrentamiento ficticio.

Su hermano Juanjo se fue a vivir a Venezuela, dónde la madre tenía familia. Blanca no quiso acompañarlo hasta que le reventaron, literalmente, su casa de Morón, donde vivía sola y tuvo que irse también. Desde ese momento, en las inferiores Juanjo venía muy de vez en cuando”, expresó el ex rugbier de Club Los Matreros y compañero de trys de Chucho, Pablo Grigera.

Su secuestro y fusilamiento

Ante la justicia quedó establecido que:

Claudio fue secuestrado en su domicilio con violencia, privado ilegalmente de su libertad por grupos de tareas con anterioridad al 24 de mayo, y según consta en informes de los archivos desclasificados de la ex DIPBA, la detención fue requerida por personal militar. Desde su secuestro hasta la fecha en que fue asesinado, permaneció cautivo en el Vesubio y fue sometido a torturas

El tramado de la masacre quedó al descubierto gracias al testimonio de sobrevivientes con quienes Claudio y demás víctimas compartieron cautiverio.

En la reconstrucción de los hechos Eduardo Kiernan relató que cierto mediodía, llegó un oficial junto con otras personas diciendo que traía una lista de personas “subversivas” que pasarían al PEN para que se los juzgue.

Ese mismo militar dijo que no iban a mandar a Claudio y a sus compañeros con la ropa que tenían porque parecían pordioseros, y que por ese motivo les iban a dar ropa.

También el oficial les mencionó que se iba a realizar una conferencia de prensa en la que debían declararse culpables y luego los llevarían al PEN para que se decidiera qué hacer con ellos. A medida que el oficial nombraba a Claudio y demás cautivos, tenían que ir diciendo talle de pantalón, camisa, calzado, etc. Relató que entre estas personas estaban Claudio y otros miembros del OCPO y había detenidos que no eran de esa agrupación pero estaban nombrados para la famosa conferencia de prensa.

Antes de ser asesinado, Claudio fue reunido junto a las demás víctimas en la cocina y luego llevados a la Jefatura de Vesubio. Eso aconteció el 23 de mayo de 1977 por la noche.

Después fueron llevados a Boulevard Buens Aires (ex Uriburu) 1151 de Monte Grande, a la casa donde llevaron a cabo la masacre. Se constató la cantidad de víctimas: 16 cautivos fueron sacados de sus celdas en el Vesubio y reunidos para ser trasladados, las crónicas periodísticas hablan de 16 abatidos, Daniel Casinelli, uno de los bomberos que trasladó los cuerpos, así lo confirmó; Quispe Ramos y Hermenegildo Báez, empleados del cementerio relataron que se dieron sepultura a 16 personas N.N.; en los libros del cementerio consta el ingreso de 16 personas NN. y todo concuerda con las 16 partidas de defunción labradas por el Registro Civil de Esteban Echeverría

No hubo ningún herido entre las víctimas porque todas resultaron muertas, todos los presos fueron ultimados mediante múltiples disparos de arma de fuego en un estado de indefensión absoluta.

Así lo acreditan los testimonios de Daniel Casinelli, el bombero de Monte Grande que retiró los cuerpos, y de Quispe Ramos y Hermenegildo Báez, los empleados del cementerio que los recibieron; también el doctor Cubillo Rodríguez -entre otros-, “todos los cuerpos estaban ensangrentados y exhibían varios impactos de balas”, así como la autopsia de Käsemann que determinó fehacientemente que todos los disparos habían sido realizados por la espalda; a ello se suman los testimonios de los familiares, entre ellos el del tío de Claudio, que concurrieron a reconocer el cuerpo; quienes vieron los cuerpos dan cuenta que los cadáveres estaban en un estado de completo deterioro, con marcas en las muñecas anteriores al hecho, edemas o contusiones en distintas partes del cuerpo; y que no tenían pertenencias personales en su poder al momento del supuesto “enfrentamiento”.

Se confirmó que la fecha en que ocurrieron los hechos fue el 24 mayo de 1977. Con la finalidad de manipular a la opinión pública, el Ejército falseó los hechos presentándolos públicamente como “un enfrentamiento” entre fuerzas conjuntas y subversivos de varias organizaciones.

El 24 de mayo de 1977 – el día elegido para los homicidios -, comenzaron a publicarse las noticias periodísticas del hecho, a poco más de un año del golpe militar y previo a la celebración de la Revolución de Mayo a conmemorarse el día 25.

Los comunicados del Ejército Argentino publicados con la complicidad de la prensa informaban que “se trataba de una reunión de coordinación de distintas bandas subversivas”.

Identificación de sus restos

El EAAF intervino en varias etapas de la investigación del Vesubio, incluido el caso emblemático de la Masacre de Monte Grande. Al respecto, el Equipo Argentino de Antropología Forense trabajó en el caso a partir de 1986 revisando certificados de defunción, libros de cementerios e información de prensa, concluyendo que se habían enterrado 16 personas: 11 hombres, entre los cuales se señaló a Claudio; y 5 mujeres.

Las víctimas de esta operación, además de Claudio “Chucho” Giombini, fueron Luis Gemetro, Luis Fabbri, Catalina Oviedo de Ciuffo, Danuel Ciuffo, Luis de Cristófaro, María Cristina y Julián Bernat,  Elísabeth Käsemann, Rodolfo Goldín, Mario Sgroy, Esteban Andreani, Miguel Harasymiw, Nelo Gasparini y otras dos que nunca fueron identificadas.

Justicia por Chucho

El juicio por el asesinato de Claudio y compañeros comenzó en 2010 y uno de los testigos relató cómo encontraron y recogieron 16 cuerpos, que luego fueron arrojados en una fosa común en el cementerio de Monte Grande.

Durante las elecciones del 30 de octubre de 2015 fueron detenidos cuatro militares imputados por la masacre de Monte Grande. Uno de los apresados fue Eduardo Cubas en Bella Vista. Los otros represores apresados que fueron interceptados en la provincia de Buenos Aires son el excapitán Ernesto Guillermo Villarruel, los ex cabos del Ejército Oscar Alberto Pirchio y Mario Faustino Velázquez. Las cuatro detenciones se suman a las de los guardias del Servicio Penitenciario Federal que prestaron servicio en El Vesubio: Hugo Roberto Rodríguez (alias “Techo”), Roberto Horacio Aguirre («Aguilar»), Olegario Domínguez («Kawasaki»), Milcíades Loza (“Kolino”), Florencio Gonceski (“Garri” o “Garrincha”), Eduardo David Lugo, Serapio Eduardo del Río y Ricardo Enrique Bravo.

En esos juicios fueron condenados 13 miembros del Ejército, del Servicio Penitenciario y exagentes de inteligencia de las fuerzas que se desempeñaron en ese CCD durante el terrorismo de Estado.

En mayo de 2017, familiares y sobrevivientes del terrorismo de Estado durante la dictadura, activistas de derechos humanos del partido de Esteban Echeverría y el colectivo local Educación para la Memoria, la Verdad y la Justicia colocaron una baldosa en conmemoración a las víctimas del conocido como Masacre de Monte Grande

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