El oasis huracanado de los festejos mundialistas -espejo desesperado de la malaria- irá cediendo paso a un 2023 con cara de desierto. Las denuncias contra el Estado mafioso, ¿cuánta escucha tienen? Acaso el juicio político a la Corte por una vez arme jaleo. No asoman aun candidatos en el FDT depresivo y CFK exige desenfundar un bastón de mariscal que nadie parece tener. 

Alguien dice la noche del 31 que, en las calles de Buenos Aires, aparentemente tras los festejos por el Mundial, aparecieron en las calles unos afiches de color papel madera con una frase de Federico Peralta Ramos, aquel personaje autodenominado (pero simpático) “poeta, artista y filósofo”. La frase es esta “Dios es rarísimo”.

El fin de año, dado el insólito oasis huracanado de los festejos de millones, fue rarísimo. Festejo rabioso y sacado de un país que andaba tristísimo, el “pueblo” solo. 17 de octubre multiplicado por cien, vaciado de política, furiosa y alegremente lejos de la política, sin conciencia de la política. Democracia bárbara de masas callejeras versus las santas instituciones democráticas bien pero bien podridas. Huida masiva del encierro solitario en las redes sociales en dirección al abrazo colectivo.

El país está rarísimo y el mundo. Mal pero acostumbrado, diría Mendieta. Pero sobre todo rarísimo. Por lo menos hasta que dejemos de ver repeticiones de los goles del Mundial y aquellos que puedan irse unos días de vacaciones, bien por ellos.

Unidos, se dijo. Esa fue la idea inmediata hecha marketing de la yerba mate Unión, así como durante Malvinas el slogan de Taragüí fue “Llegamos a las Malvinas para respetar una tradición: el té. Y para iniciar otra: el mate” (publicidad en La Nación, 22 de abril de 1982). De las movilizaciones por Galtieri, a las manifestaciones contra Galtieri y la dictadura. Del obelisco de Alfonsín al obelisco con la camiseta de la Selección, no tan necesariamente la camiseta de Argentina.

¿Unidos? Juntos más bien. Amuchados. Un bizarro, altamente sorpresivo y algo llamativo amor por el otro en el país donde, dijo hace mucho tiempo Pepe Mujica, “los argentinos tienen que quererse más”. Añadiendo el hombre, personaje con mucho de autoconstruido: “¿Por qué se odian tanto?”.

Del país del odio a Muchaaaacho’…

Montiel metió el último penal y a otra cosa, mariposa.

Todo vertiginoso y extraño.

La frase de Federico Peralta Ramos, raramente aparecida en las calles tras los festejos por el Mundial.

Qué bárbaro lo bárbaro

A ver si se entiende antes de que salten sobre la yugular del autor. No se pretende hacer acá de aguafiestas de la fiesta, de la que participé. Vi los últimos partidos ayudado por el amigo clonazepam, como muchos. Sufrí, grité, reí, disfruté. Soy uno cualquiera entre los millones que todavía sigue poniendo en YouTube el hermosísimo gol del Fideo De María contra Francia, así como las enteras historias profesionales de jugadores que conocía poco por haberme distanciado un poco del fútbol (Julián, Enzo Fernández, Scaloni mismo antes de ser DT). Sigo repasando mil videos de Messi y todavía no puedo creer la historia extraordinaria de las mil jugadas, asistencias y goles igualmente extraordinarios de Leo Messi. Felicísimo por él, como millones.

Ahora viene el amargo, el autor. Socompa es un espacio en el que se intentan decir cosas que otros no siempre alcanzan a ver y si la ven no se animan a decir. Socompa no es complaciente y menos hace demagogia con su audiencia, suficientemente astuta. De tanto en tanto, claro, uno se liga alguna puteada.

Lo sucedido no solo con la obtención de la Copa sino con los festejos ya sabemos que es Mito y querible. Durará décadas, y más. Más por lo bellísimo y dramático de la final (incluidos 65 a 70 minutos de baile). Más por el regalo que merecía Messi. Pero, sobre los festejos, los hermosos festejos bárbaros, no se ha dicho gran cosa que sea interesante. No se ha dicho nada sobre el carácter primitivo de la fiesta, donde primitivo no califica por la negativa, sino como algún tipo de continuidad con las brutas libertades que se daban en otras épocas de la historia humana una vez al año. Ejemplo: los carnavales paganos de la Edad Media, o los coliseos romanos. Triunfo de lo primitivo y visceral sobre las presuntas virtudes de la civilización. Triunfo majestuoso, tumultuoso, goleada de la irracionalidad sobre la racionalidad. Triunfo también de lo lúdico e infantil –en buena hora- incluyendo el misterioso encanto e inmediato desparramo nacional e internacional del Abuela, lalalá lalá. Abuela lalalá lalá no quiere decir nada racional, y sin embargo fue un simpatiquísimo y exitoso invento de un grupo de muchachos de Villa Luro.

Mi único padecimiento durante los festejos permaneció en el cráneo y el alma por no poder dejar de pensar y sentir que mientras tanto existía, abajito mismo de los festejos, adherido a los festejos, razón de los festejos, el otro país tristísimo y la venida del 2023, felices fiestas.

Mientras pasa la vida

¿Qué va a ser de nosotros y el país en este 2023, 2022 andá p’allá? ¿Qué milagro o Reyes Magos podrá salvarnos de lo que sabemos que viene? La sensación: parece como si el 2023 vaya a hacerse insoportable de eterno y sin laureles hasta unas elecciones cuyo resultado, para colmo, conocemos bien o creemos prever. Espera inútil.  Qué pérdida de tiempo en nuestras vidas ya bastante agobiadas por el paso del macrismo, de la pandemia, de las muertes cercanas o anónimas públicamente olvidadas, del tiempo también inútil del gobierno de Alberto Fernández, exceptuando su primer año de gestión.

No es bonito que se nos haga perder el tiempo, la vida, de esa manera. Menos aun cuando en las biografías de todos, en la malaria de muchos, se van acumulando los fracasos de la clase política y de la democracia. Y así como existió la publicidad (1993) del vestuario en el que el muchacho que se arreglaba el pelo coqueto decía “No me pidan que cabecee”, así mismo, Cristina, no digas con tanta facilidad “Saquen el bastón de mariscal”. Porque no tenemos ese bastón, no te hagas la gil. Entre paréntesis: la publicidad era por las flamantes transmisiones de fútbol del canal 13, recién comprado por el Grupo Clarín.

Sordos ruidos del festejo oír se dejan. Pero pasado mañana volvemos a donde estábamos: Argentina. Con algo de huerfanitos, no precisamente optimistas.

Escenario 2023: acaso y con suerte alguna recuperación. Acaso y con suerte menor inflación. Pero difícil que el chancho chifle y que no se prolongue la malaria. Escenario duro de ajuste del llamado gasto público: jubilaciones, planes sociales, recorte de subsidios, etc. Todo sea por pagar la deuda contraída por Mauricio Macri. Ya escribí esto un montón de veces: nada claro le ofreció el kirchnerismo al Presidente como escenario alternativo, algún tipo de pagadiós consistente y creíble.

Salvo milagro o alguna ocurrencia de guionista, nos pasaremos diciendo cada día del 2023 que Alberto es un presidente débil. Idea incompleta. Alberto Fernández no es solo “un presidente débil”. Es un Presidente pésimamente ayudado, incluso en el caso de que no haya querido o podido ser ayudado. En buena medida ahí nace parte de la mentada debilidad.

Algo se hizo muy mal a múltiples bandas, amén de las penurias de la gestión presidencial, para llegar al escenario 2023 con debilidad de AF y medio huérfanos, huérfanos también de candidatos presidenciales. Este no es solo el resultado de Mafia versus Peronismo. Es el producto de lo que el peronismo y el kirchnerismo hicieron mal o no hicieron.

Ahí están, estos son por ahora, como trémulos muñequitos en espera: Sergio Massa, Wado de Pedro, Alberto al que no le cree nadie su auto postulación. Pero, atentos, porque dice Página/12 que Daniel Scioli está intensificando su agenda desde que CFK “no hizo un renunciamiento, sino que fue proscripta” (el entrecomillado es mío). Dice Página que Scioli se anotaría en la carrera. Estamos salvados. ¡Vamo’ Argentina!

El bastón, qué bastón

Y ahí va Cristina –a la que no se le debería exigir nada más- y pide. Pide que saquemos nuestro bastón de mariscal invisible. Como si el bastón fuera la Eveready de Linterna Verde o el martillo de Thor. ¿Bastón? No, no me entregan, no tenemos. La nada misma de los no empoderados. Lo que está diciendo Cristina son dos cosas. La primera, jugando no tan callada: yo no puedo hacer nada más. La segunda es yo no fui. No tengo nada que ver con el hecho de haber socavado la autoridad presidencial ni que de la construcción de La Cámpora no hayan emergido mil flores ni veinte dirigentes machazos. Agrupación Amague y Recule vs. Obsecuencia, Endogamia y Expediente.

Cristina y a sus espaldas el Diego.

El peronismo luce exhausto, agotado, sin capacidad de generar nada nuevo. El kirchnerismo, parecido. Estoy podrido de que desde el “campo nacional” se siga hablando de un peronismo que siempre fue antagónico al poder real cuando tenemos y tuvimos tantos gobernadores y dirigentes conservadores y chiquitos (¿cómo no va a recular en chancletas cada dos por tres AF en ese mapa que le tocó?), y tuvimos a Menem, a Perón/Solano Lima/ López Rega/Isabel y a la Triple A. ¿Alberto es peor que tantas macanas que parió el peronismo?

Costó un Perú sumar gobernadores para iniciar el juicio a la Corte Suprema. Puede que por una vez la contraofensiva institucional contra el Poder Judicial y mediático mafioso anote algún poroto, algún ruido que erosione en serio y no sea capitalizado meramente por los muchachos libertarios. Fue admirable la soltura con que Marcelo D’Alessando, terrible caradura, pidió “licencia”. Al fin alguien paga, un poquito. Rodríguez Larreta debe estar menos felí que Juan Román Riquelme con su nueva agrupación en Boca Juniors. Macri debe haber sonreído, Patricia también.

Uno a veces imagina que lo que debería surgir contra el proyecto de la derecha pura y dura, el poder real, la mafia, el Estado paralelo, es algo que debería ser enteramente nuevo. Lo que uno no imagina ni por putas es en qué consistiría eso nuevo ni cómo surgiría, ni si la sociedad quiere o permitiría surgir eso enteramente nuevo. Para colmo, desde la Tercera Vía de Tony Blair a la Grecia estrangulada que intentó escapar de las garras del FMI, desde los golpes institucionales en América Latina al fracaso o las limitaciones de algunos intentos populistas, y de ahí a Podemos en España, lo nuevo nace y agoniza en un pestañeo.

La tragedia argentina –subyacente en los festejos del Mundial que de alguna manera hicieron de espejo desesperado- tiene un punto nodal y es que no emerja una respuesta organizada desde la sociedad, sus organizaciones y la política a la existencia de tal Estado paralelo y mafioso. Hay allí suma y mezcla de anomia, de distancia, de cansancio abrumador, de ceguera, de ignorancia, de cada cual en su pozo o su cápsula si se trata del matiz de sin sentido de las redes sociales.

El conjunto social, al menos en la superficie, parece lejano de las denuncias del kirchnerismo que carecen de audibilidad y recepción. Por brillantes o macizas que sean esas denuncias cuando salen de los discursos de CFK (si se trata de las idas y vueltas del Presidente, es como si no pasara de alguna gestualidad algo patética) no alcanzan más que a una porción, relevante, pero porción. Tampoco existen voceros potentes del peronismo ni del kirchnerismo por fuera de CFK para que “la gente escuche y actúe”. O agarre el bastón y, como decía Tincho Zabala en el sketch de los jubilados en La Tuerca (circa 1970), “Yo agarro el fierro y empiezo a dar y dar”.

No existen movilizaciones que trasciendo al núcleo duro K a la hora de ir a los edificios de Comodoro Py o a Tribunales, como si sucedió cuando la gente marchaba desde antes del estallido del 2001. O porque eran jubilados maltratados o porque a los ahorristas les habían tocado el culo mediante el Corralito y el Corralón. Entonces sí, se hablaba con solemnidad de la corrupción de los supremos menemistas, tanto menos deletéreos que los actuales.

Uno supone que, con cansancio e indiferencia, con más tristeza que rabia, la “gente” escucha alguna cosa sobre las denuncias cruzadas de los medios alineados y de los políticos cuando se repiten y repiten los affaires al estilo lago Escondido o los negocios sucios de Macri a Gerardo Millman. Con la salvedad de que les debe sonar a un griterío de castas (diría Milei) que les pasa bien por arriba (o por el orto) y los aburre e irrita. Página/12 o C5N y tantos medios del palo haciendo de tribunal defensor, a la defensiva precisamente, y sin proyecto de futuro, y la maquinaria mediático-judicial mafiosa y conservadora pareciéndose a los tanques Panzer alemanes, cuando las blitzkrieg arrasadoras en los inicios de la Segunda Guerra Mundial.

Kichnerismo melanco

El kirchnerismo/peronismo podría intentar mínimamente dos cosas: hacer entender mejor que el Estado paralelo, el “poder real”, las mafias, la derecha, el Grupo Clarín, no atentan solo contra un “peronismo” lo suficientemente maltrecho y endeble –discurso endogámico- sino, como intentó decir CFK -pero falta más sintonía fina y llegada- contra la democracia misma, el estado de derecho, la calidad de vida de los comunes. Algo así como cuanto más mafia y estado paralelo más destrucción, más deterioro, más pobreza, más angustia y sufrimiento social para (casi) todos. Cuando CFK inicia cada discurso, victimizándose con justicia y aclarando luego que no es solo contra ella la cosa, falta, como siempre, involucrar más a la sociedad, decir que es la sociedad la que padece. Lo intenta, lo hace bien, se queda sola. Y nadie tiene, entre la tropa propia, la potencia discursiva de Cristina. Con lo cual el problema se agrava.

Lo otro que necesitaría hacer de nuevo el peronismo/kirchnerismo es salir de la encerrona de meramente responder al horroroso fuego enemigo recreando otras agendas, espacios y temas en discusión, además de ofrecer algo que no sea el pasado, la pura melancolía: “las transformaciones que hicimos”, “los salarios más altos de América Latina medidos en dólares”, “la recuperación de las AFPJ” o de YPF. O como solía decir Jaime Durán Barba, el votante no es un tipo agradecido, pesa más lo aspiracional, la apuesta a lo nuevo, el no sé lo que quiero, pero lo quiero ya. Hubo agradecimiento y larga memoria en relación con el viejo peronismo de los 40 y 50, sí. Por alguna serie de razones históricas y culturales, amén del sistemático uso de las operaciones mediático-judiciales progresivamente sofisticadas, no sucedió lo mismo con el kirchnerismo. Cristina tiene un piso de voto relativamente bajo, aunque potente (la provincia de Buenos Aires, según algunas consultoras, es una excepción fuerte) y otros candidatos presuntos del peronismo/kircherismo tienen intenciones de voto lastimosas o bajo nivel de conocimiento (Wado de Pedro).}

La espera de Julián Álvarez en su pueblo, Calchín.

¿Qué hacemos entonces, 2023? ¿Llamamos a Messi? Mientras tanto, encuestas creíbles o no, sostienen cada dos semanas que Milei pasa los 19, 20, los 21 puntos de intención de voto, con alta imagen positiva incluso en las provincias más alejadas de la ciudad de Buenos Aires, donde se supone que atiende Dios. Hasta ese punto llega la penosa degradación del peronismo a escala nacional, en esos territorios que la derecha siempre representó como peronistas en un sentido de eterna sinonimia con el atraso cultural, la vagancia, el mero clientelismo, el feudalismo.

De goma, muchachos, se nos va a hacer el 2023. Claro que puede ser mejor (Resurrección inesperada) o peor (estallido social sin destino y con represión). De goma.

Desde esta humilde tribuna se propone esta megaproducción para atravesar con mejor ánimo el año que empieza.

Cancha de River (y otras). Reproducción repetida de los partidos de Argentina en el Mundial hecha de rayos láser y hologramas. Llenamos todo quinientas, mil veces, diez mil. Coldplay LTA.

Muchachos, ahora nos queremo’ ilusionar.

PD: Dedico estas líneas al recientemente fallecido sociólogo gallina Ricardo Rouvier, que veía los partidos con mi hermano Coco.