Una mirada sobre el papel del otrora ministro estrella del kirchnerismo, hoy devenido en pieza funcional a la estrategia del establishment económico y mediático pero abandonado por casi todos y todas al filo del cierre de las listas.

 

La foto no era buena. En tiempos en que las fotografías reemplazan posturas políticas, alineamientos e ideologías y conforman un lenguaje nuevo, la que se sacó Florencio Randazzo firmando su candidatura a senador nacional no fue el mejor retrato que pudo haber elegido. Allí se lo ve, lapicera en mano, con la cabeza gacha, con ropa oscura y en un lugar con poca luz. Además, hasta parece que se lo ve más flaco al Flaco.

Entonces, en tiempos en que la imagen habla, esa foto del que fuera candidato estrella, apañado por algunos medios, es un símbolo de quién perdió en el cierre de listas. Sólo el generoso blindaje mediático no lo transformó en el perdedor de la jornada. En un día de muchos ganadores (Cristina, Lilita, Espinoza, etc.), los perdedores también abundaron, y Florencio Randazzo, sin dudas, fue uno de ellos.

No pasó nada de lo que el Flaco propuso e imaginó. Ni él ni su operador estrella, Alberto Fernández, quien dejó el ostracismo al que lo tenía condenado Sergio Massa y se jugó por el Flaco, cuya candidatura (cuando nadie, ni él, hablaba de eso) fue adelantada (¿ordenada?) por el diario Clarín. Randazzo y sus laderos se apuraron a desmentir la noticia. ¿Hace falta contar lo que finalmente pasó?

El eficiente ex ministro de Transporte, que contaba con la simpatía de buena parte de los votantes kirchneristas y peronistas, se fue aislando solo, a caballo de una estrategia que sólo él y algunos de sus asesores podrán comprender. Para el resto, que lo mira de afuera, quizás hasta con dolor piensa que se trata de casi un suicidio político.

No hubo PASO, no partió al kirchnerismo, se quedó con un PJ devaluado, no le hace sombra a Massa e irá a las elecciones vaya a saber en carácter de qué y manteniendo qué perfil. Le costará diferenciarse de Cristina, no podrá mantenerse muy lejos de Massa –quien será su rival– y sus críticas al gobierno después de un año y medio de quedarse callado la boca sonarán extemporáneas e inverosímiles.

Una lástima lo de Randazzo. A veces los políticos tienen razones que la razón no entiende. O quizás haya demasiadas razones.