Hace 531 años comenzó la expulsión de los judíos de España, a la que siguió la de los musulmanes. Por entones las carabelas de Colón redondeaban el planeta. Fue el inicio de la globalización y el genocidio, de la invención y la barbarie.
Esta madrugada, pero de hace 531 años, mientras las carabelas comandadas por Cristóbal Colón se alejaban del Puerto de Palos de la Frontera con destino a las “Indias”, los judíos de Castilla y Aragón comenzaban su exilio de las tierras de sus Muy Católicas Majestades Fernando e Isabel, primero y mayoritariamente hacia Navarra y Portugal –de donde serían nuevamente expulsados más tarde- y minoritariamente hacia Flandes y el norte de África.
Uno podría decir que fue el inicio de la globalización de los genocidios, a uno y otro lado de ese océano todavía misterioso y fantasmal. Dicho así, sería un exceso retórico, claro.
Pero también, tal vez, una buena provocación para ponerse a leer la historia con la mirada de lo complejo, y no como fragmentos desgajados y autónomos.
Dicen que Tomás de Torquemada, Inquisidor General de España y redactor del decreto de expulsión –conocido como Edicto de Granada o Decreto de la Alhambra– tenía ascendencia judía. También lo han dicho de Hitler, quien por estos mismos días, pero de 1934, fusionó los cargos de presidente y canciller, justo cuando Jorge Videla cumplía doce años. Lúgubres coincidencias del almanaque, en este caso, como el primer asesinato del GRAPO, fuerza parapolicial española, en el 75, o la matanza neonazi de la estación de Boloña, en el 80.
Hace 531 años, en fin, la geografía empezó a ser universalmente percibida en su redondez.
Esférica, global. En la expansión y en la matanza. En el descubrimiento y la destrucción. En la invención y la barbarie. En la opulencia y el hambre. En el genio y la estupidez.
Aprender a discriminar entre las lúgubres coincidencias – terreno de la #superstición – y las conexiones sistémicas – terreno de las #ciencias – es una más entre las muchas herramientas con que contamos para que la invención global prevenga la destrucción global, que la opulencia global haga desaparecer la exclusión global.
Lo de que el mundo es redondo no es sólo un dato empírico, es también una metáfora de sentidos múltiples.
De cómo elijamos el significado dependerá nuestra supervivencia.