El diccionario de la Real Academia Española (RAE) se refiere a la plusvalía como el aumento del valor de un objeto o cosa por motivos extrínsecos a ellos. El concepto, también conocido con el nombre de plusvalor, fue desarrollado por el alemán Karl Marx (1818–1883). Y continúa el diccionario: “De acuerdo con lo expuesto por Marx, la plusvalía consiste en el valor que el obrero que percibe un salario por su labor genera por encima del dinero que representa su esfuerzo laboral. Dicho valor, que podría definirse como trabajo no pagado al obrero, queda en poder del capitalista, quien ve en la plusvalía la base de la acumulación monetaria”
¿Entendiste?
Desde Socompa encontramos dos maneras menos áridas de entender la plusvalía – en ambos casos realizados por músicos argentinos muy jóvenes- y la compartimos con ustedes: la primera es este videoclip –data de 2011- de la banda argentina “Píldora Roja” y realizado por Bahía de Cochinos producciones. El segundo está dedicado a los pibes y pibas, una manera divertida de transmitir la plusvalía y está realizado por Belek, quien en su blog http://datecuentavos.blogspot.com.ar/2013/05/el-cuarteto-de-la-plusvalia-la-lucha.html describía así su infancia, lo que explica la necesidad de hacerlo más divertido y de fácil comprensión: “El cuarteto de la plusvalía: la lucha por el relato de los desposeídos totales. Cuando llegué a la facultad me di cuenta de una cosa, que la gente podía tener padres universitarios. En mi casa siempre hubo una conciencia lisa y llana que éramos (y que somos) de la clase trabajadora y negros (si, aunque mi viejo se llamase Mauricio “Samuel” Belek). Mi vieja es una negra cordobesa, hija de un peón rural que devino en un pequeño panadero, y que, ahora jubilada, fue portera de escuela y empleada municipal. Mi viejo era trabajador del cine y dirigente del SICA. Ir al sindicato y sus actividades, la discusión política a los gritos entre mis viejos era moneda corriente. Paradójicamente mi vieja, la negra, es gorila (progre, pero gorila al fin) y el ruso del Once era peronista y sindicalista –sí, funcionan esas cosas, pensar que hay gente que se separa porque le ceban un mate frío-. A pesar de esas diferencias políticas, superficiales o no tanto, nos educaron en forma laica, nacional y popular. ‘Dios no existe’, ‘La Unión Soviética no es mala como dicen, los yanquis son los malos’, Lenin, Marx, Perón, Evita, Irigoyen, la revolución Rusa la segunda guerra mundial, y acá me quiero detener Espartaco, la represión de Vasena, el odio a Martinez de Hoz, los treinta mil desaparecidos, los asesinatos de la Patagonia, la historia sindical de mi abuelo materno cuando era peón en la violentísima década del treinta –más allá de su posterior giro gorila- y recordar constantemente que las clases dominantes argentinas tienen como base de su fortuna el robo a los indios, a los gauchos y a los inmigrantes pobres.
Todo eso era parte de un relato, EL RELATO DE LA CLASE TRABAJADORA Y DE LOS DESPOSEIDOS DEL MUNDO. Suena pomposo y demencial, sin embargo si lo comparo con la educación que recibe y recibía el común de la gente, eso era claramente diferente a lo establecido.”