No lo esperábamos para nada y casi que nos enteramos de rebote. Socompa fue premiada. Acá va una crónica o algo parecido que habla un poco de eso pero más de otros periodismos emergentes.

Se cumplían 30 años desde la fundación de TEA, lo que es mucho, casi la historia de la recuperación de la democracia, y hubo ceremonia de entrega de premios y hubo un premio para Socompa que nos agarró –a los socomperos- en off-side flagrante. De eso, del off-side, vamos a hablar bastante más adelante, porque es gracioso. Lo primero que importa decir es que la entrega de premios –el escenario de la ceremonia fue el teatro Astral- estuvo buena, fue como dice la fórmula rica en matices, regaló nuevos entusiasmos y nos puso contentos a los socomperos. Pero nos puso contentos por asuntos que trascienden el mimo que nos hizo la gente de TEA (docentes, estudiantes, egresados) que agradecemos mucho. Nos puso contentos también por los otros. Por cosas como estas que siguen.

Pibita de 20 años premiada. Petisa, con un acento de origen humilde, vestida con todo lo que se pudo poner. Tatiana es su nombre si es que lo recordamos bien. Venida desde Santa Cruz a la Ciudad de la Furia. Felicísima la pendeja. Pero apenas si pudo hablar porque se quebró por emoción, tímida ante el micrófono (el Astral es grande y estaba lleno). Se quebró agradeciendo lo que le estaba sucediendo: premio a su laburo en un programa deportivo en una radio comunitaria. Pido disculpas si no lo recuerdo bien pero es que desfilaron muchos, un toco de gente cruelmente menor que la edad del socompero medio.

Seguimos. Nos gustó lo sucedido con las premiaciones, como socomperos, por este comentario aparecido en FB tras un posteo de nuestra compañera Natalia Gelós, hecho por Clementina Crisoliti:

“Felicitaciones, los leemos y recomendamos desde Radio Nacional Zapala en Neuquén. Gracias por el laburo que hacen!”.

Nos gusta, nos gusta un montonazo, resultar más o menos útiles, y más aún que resonemos bien adentro de las provincias. Por algo nos llamamos Socompa, nombre de un paso fronterizo con Chile. Nos encanta que nos llamen desde radios comunitarias o del interior como una referencia, tras la publicación de alguna nota que hace más ruido que otras. Nos gusta y juramos solemnemente que no es (al menos exclusivamente) por figuración.

Nos gustó que el Astral, premiados o no, estuviera lleno de gente joven que mueve medios comunitarios o alternativos (no vamos a discutir acá cómo llamarlos). Nos gustó que la enorme mayoría leyese y aludiera con códigos solidarios a la crisis brutal que afecta al gremio de los periodistas, al periodismo mismo y muy especialmente a la degradación de los megamedios comerciales. Nos gustaron mucho las palabras de quien representó a TEA y DeporTEA en la ceremonia: el colega Jorge Búsico, que no se hizo el boludo y asumió los desafíos que los periodistas tenemos por delante.

Gracias, APTRA

Muchas cosas nos gustaron. La salida en tropel de un grupo como de docena de personas cuando anunciaron que fueron premiados por un programa radial que sigue a Platense. Lo mismo con otra salida tumultuaria de los hacedores de la revista Almagro. Fueron momentos que rompieron la inevitable monotonía de una entrega de premios, que venía un poco formalita. Y es que latía un lejano parecido con la entrega de premios APTRA, claro que largamente compensado por al menos dos matices más bien cruciales: si en los premios APTRA tienden a dominar el show, la competencia y la hipocresía –con esporádicos estallidos de realidad y hasta de broncas legítimas-, en los de TEA prevalecen valores ligados a la fraternidad, a la puesta del periodismo a favor de la solidaridad y las preguntas necesarias (muchos, pero muchos de verdad aludieron a Santiago Maldonado, y lo mismo hizo Daniel Cecchini desde Socompa). Hay en las ceremonias de premiación de TEA cierta oposición latente a la idea de estrellato y una cosa como de recordar que todos venimos de abajo, que estaría bueno mantener alguna humildad en un oficio marcado por el narcisismo y ciertos valores liberales no siempre copados.

Estuvo bueno volver a ver a Carlos Ulanovsky, padre espiritual y fundador de TEA. Conocer a una colega, Cristina Mahne, que inventó de una la Red Laboral de Periodistas ni bien pintó la crisis ocupacional que nos regaló el macrismo, con parte del pecado de origen K (a propósito, varios dijeron “Sin trabajo no hay libertad de expresión”).

Nos gustaron, dijimos, las palabras de Jorge Búsico representando a TEA. Le afanamos dos párrafos:

El primero: “Estamos viviendo un momento muy difícil en el periodismo, con cientos de periodistas despedidos y con medios que han cerrado. Y con una realidad que nos presenta una seria disyuntiva para el periodismo libre o el que intenta ser lo más libre posible precisamente para estimular personas y sociedades más libres y más justas: la mayoría de los medios no está en manos de periodistas, sino de grupos empresarios, algunos extranjeros; varios incluso de fondos buitres”.

El otro: “El poder tomó el poder preparándose precisamente en el campo de la comunicación. No lo hizo con esa intensidad en ninguna otra industria, en ninguna otra actividad. Y sí lo hizo con los medios tradicionales y con personajes funcionales que estuvieron siempre, nada más que ahora son más y más visibles. ¿Vamos a dejarles el campo libre? Mi respuesta, la respuesta de TEA y de Deportea, es NO. Creemos que hay que estimular cada vez más al periodismo, cada vez más a los periodistas. Tienen que haber más periodistas preparados para la madre de todas las batallas, que es la comunicación. De lo contrario, seguiremos perdiendo. Y la democracia quedará reducida sólo a una palabra”.

Feliz domingo para todos

FM La Patriada, la radio Futurock que dirige Fede Vázquez (para colmo hijo de un amigo entrañable), los muchachos premiados de TyC a los que uno siguió como espectador cualunque amante del fóbal (y que los eligió en contra de ciertos chotos de Fox), Juampi Sorín con una pelambrera onda Hermeto Pascoal pero sin canas (recibió un premio por Pelota de Papel, libro de cuentos futboleros escrito por futbolistas), todo eso y mucho medio hecho de abajo, emergente, más alientos a los premiados al mejor estilo Feliz Domingo.

Lo dicho: pasó mucho y hubo quien peleó con buenas razones contra la profecía del fin del periodismo.

Pero pasó también que había caras conocidas, viejas o no. Y resulta que unos cuantos de los que hacemos Socompa –el laburo de edición de todos los días corre a cargo de Marcos Mayer, Daniel Cecchini y Rafael Calviño- estamos poco antes o poco después de los 60. De modo que cuando pasaron a circular fotos en blanco y negro con las caritas de antiguos premiados, mucho más jóvenes en esas imágenes, como que nos emocionamos un poco. El que escribe de hecho dio clases en TEA un par de años y recibió Antes de Cristo uno de esos premios estímulo por una nota escrita en Página/12 a propósito de vaya a saber qué aniversario de Mafalda. Esas imágenes que circularon en pantalla grande nos tocaron un poco, esa historia que fue circulando. Porque –aunque nos incomode, aunque nos irrite, aunque nos exaspere- el periodismo es parte esencial de nuestra biografía y en menor medida de la biografía colectiva. Fíjense si no en el video que publicamos que hicieron los compañeros que de la agencia DyN.

Todo esto tiene que ver con la emoción. Pero dijimos antes que llegamos a la ceremonia en estado –cómo decirlo- de espantoso off-side o de perpleja comicidad. Porque si hay alguna razón por la cual NO creamos Socompa fue para recibir premios o para figurar, lo cual no quita que cada socompero lleve su Narciso como pueda, muy incluido este escriba. Ni por putas esperábamos premio de ningún lado entre otras cosas porque entendemos que la web está buena pero somos medio nabos haciendo ciertas cosas (lo tecnológico, la financiación que aún no tenemos, la propia difusión de Socompa). La noticia nos llegó vía Twitter, desde TEA, y menos mal que alguno de nosotros (Natalia, Rubén, no sé quién) se ocupó ese día de Twitter. De modo que –al menos yo lo viví así- la noticia del premio fue como si llegara Máxima Zorreguieta o un marciano a la mesa del bodegón en el que pastaba un grupo de viejos camaradas anarcos, bien borrachos, buena gente que andaba en lo suyo desde los márgenes del mundo, lejos de cualquier sistema. Pero no, parece que nos leen, que crecimos, que entramos también en el radar de la gente de TEA.

Hasta ayer a la noche misma, en la pizzería, nos mirábamos entre divertidos y superados. Porque quedan obvios rastros de psicobolchismo en nuestro ADN, compañeros. De modo que nos seguimos diciendo a pura mirada que nosotros estamos de vuelta, que nos importa un carajo un premio. Porque lo nuestro es la causa y no el reconocimiento del sistema. Porque somos más humildes que el Hombre Nuevo. Porque no tenemos ego.

Solo una cosa final: sabemos que sobran psicoanalistas entre nuestros lectores. Encomiablemente les pedimos ayuda.