La flamante presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica habló con la agencia TSS-Noticias sobre los planes de la nueva gestión, las iniciativas en curso y la polémica generada por las alternativas entre una central CANDU y la tecnología china Hualong. Un diálogo que no esquivó el polémico tema de la minería de uranio.

El viernes pasado, la investigadora del Conicet y hasta entonces jefa del departamento de Caracterización de Materiales del Centro Atómico Bariloche asumió la presidencia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Ganadora de un premio Konex en el área de Nanotecnología y del premio L´Oreal-Unesco por su aporte al uso racional de la energía, Adriana Serquis es doctora en Física por el Instituto Balseiro y realizó estudios de posgrado en Estados Unidos, donde en apenas cuatro años logró que sus desarrollos con superconductores obtuvieran dos patentes.

Se designación se impuso sobre otros postulante que recibieron cuestionamientos por parte de la comunidad nuclear, como los casos de Mauricio Bisauta, el ex titular de la Planta Industrial de Agua Pesada durante el gobierno de Mauricio Macri, y Sergio Solmesky, exsecretario general por la nuestro país en la Agencia Binacional Brasileño Argentina de Contabilidad y Control de Material Nuclear, resistido este último en la institución por sus actitudes misóginas.

Si bien la CNEA recobró presupuesto y jerarquía durante el período 2003-2015, con la llegada del anterior gobierno comenzaron a demorarse y cancelarse algunos de los proyectos en curso. No solo eso. También sufrió la pérdida de personal altamente calificado. La asunción de Alberto Fernández fue vista como una señal de cambio por el sector nuclear, pese a que actual gobierno mantuvo al frente de la institución a las autoridades heredades durante casi un año y medio.

-¿Cuáles son los proyectos que buscará impulsar desde su gestión?

-En primera instancia queremos avanzar con los que están en marcha. Son importantes y tenemos que terminarlos de manera eficiente. También queremos revisar otras áreas en las que es necesario que la institución empiece a realizar desarrollos que impacten, tanto en el área de la energía como en temas de salud y medio ambiente. Debemos recuperar el filo tecnológico, algo que se fue perdiendo con el paso del tiempo.

-¿Qué opinión tiene con relación al acuerdo con China? ¿Argentina debería tener una nueva central CANDU? ¿Le sirve a la CNEA una central Hua Long?

-La CNEA no va a tomar la decisión sobre si tendremos una central CANDU o una Hua Long. Eso es algo que se decide en una instancia superior conforme a intereses geopolíticos y técnicos. El rol de la CNEA debería ser ayudar a tomar la mejor decisión. Lo importante es defender los nódulos tecnológicos, y ambas centrales pueden contribuir a la soberanía tecnológica. Los conocimientos no se pierden. Sin embargo, una central CANDU [1] reforzaría setenta años de tradición y conocimiento tecnológico. En la gestión por la central Hualong [2] debería hacerse el mejor acuerdo posible para desarrollar el combustible en la Argentina. La CNEA debería ser capaz de poder dar su opinión y aprovechar no solo los combustibles, sino un montón de otras cuestiones, entre ellas la posibilidad de acumular aprendizajes. Así fue como se hizo con Atucha, nuestra primera central. Esos acuerdos relacionados con la tecnología nuclear se han visto favorecidos por un incremento del conocimiento y la soberanía tecnológica.

-¿No sería más conveniente concentrar los esfuerzos en terminar el CAREM y tratar de comercializarlo?

-El CAREM [3] es el proyecto insignia de la CNEA. Debemos hacer una revisión de lo que se hizo. Necesitamos no solo saber si este prototipo va a llegar a funcionar, sino que deberíamos terminarlo en tiempo y forma. Debería ser uno de los objetivos de los próximos años, así como el RA10 [4]. Cada uno de esos megaproyectos implican un montón de desafíos, pero uno de los principales es poder finalizarlos, poder demostrar que el concepto funciona. Tenemos que poder devolverle a la sociedad toda la inversión que se hace. Una cosa no quita la otra. Apostar a una tecnología, la que sea, para la generación nucleoeléctrica, no quita que haya inversiones en estos proyectos puntuales, como lo son el CAREM y el RA10.

-¿Cómo fueron los cuatro años del macrismo y qué balance hace de la gestión anterior?

-Fueron muy duros para todo el sistema tecnológico. Pasamos de un Estado presente, trabajando en todos los niveles y ayudando a que la sociedad comprenda el rol de la ciencia y la técnica en el desarrollo, a un Estado ausente. Durante la gestión anterior, todos los proyectos quedaron supeditados al beneficio económico inmediato, como si se manejara un almacén. Los proyectos grandes, los que tienen que ver con el desarrollo económico y, sobre todo, con el desarrollo nuclear, no se pueden manejar de esa manera. El desarrollo del CAREM no se puede pensar en términos de si vamos a ganar más o menos dinero. Tampoco es lo mismo contratar un servicio en el exterior que en el país, ya que este último nos permita generar demanda interna. No todo se puede medir con una planilla de cálculo. En ese sentido, la CNEA sufrió la presencia de personas que pretendían demostrar que todo se puede medir en términos de productividad, sea la investigación básica o el desarrollo tecnológico. Muchos de los trabajamos en la CNEA creemos que ese proceso fue bastante nefasto. Más allá de que la gestión anterior haya intentado frenar algunas cosas y logrado los pases a planta de un montón de trabajadores contratados, o incluso de que haya tratado de favorecer a ciertos sectores, en la práctica permitió muchas cosas que venían con esa lógica de que todo se podía medir con una planilla de cálculo.

-La Argentina tiene reservas de uranio. ¿En este contexto de restricción externa de divisas se debería avanzar con la minería de uranio? ¿Existe licencia social para hacerlo?

-El licenciamiento social es el centro de la cuestión. Hay que abrirse a los cuestionamientos y poder contestarlos sin soberbia, sin creer que los científicos tenemos la verdad. Nuestra obligación es explicar cuáles son las condiciones seguras para poder hacer ese tipo de minería. Debemos hacer un esfuerzo para comprender cómo se va formando en la sociedad la idea de cómo se desarrollan ciertas actividades, que pueden ser tabú en algunos ambientes, pero que podrían realizarse de manera segura.

-¿Es realmente necesaria la minería de uranio, o se puede consiguir como si se tratara de un commodity?

-La minería es fundamental. Si alguien quiere volver a una etapa en la cual la energía se podía conseguir con leña, si alguien quiere volver a la Edad de Piedra, adelante; pero si deseamos un país desarrollado y con mejor calidad de vida para todos debemos continuar con ciertas actividades, y hacerlo con los controles necesarios. Hay que poner en discusión qué controles, quién los hace, cómo se hace de manera segura una actividad para evitar que el daño lo paguen las generaciones futuras. Se trata de un balance que evite transferir pasivos ambiental. Una discusión en la que tienen que participar todos los actores sociales.

-A usted se le critica la falta de experiencia en gestión, un aspecto que parece muy necesario para dirigir una institución como la CNEA. ¿Qué piensa de eso?

-Es una crítica medio extraña. Hace dos décadas que la gestión de la CNEA está a cargo de las mismas personas, por lo que la única manera de tener a alguien con experiencia sería elegir entre esas personas. La crítica expresa el deseo de quienes alientan que todo permanezca tal cual está. Mi elección representa un proyecto conformado por muchas personas que queremos hacer cambios y, justamente, cambiar a esas personas es uno de nuestros objetivos. En cuanto a mi experiencia en gestión, aunque soy jefa de departamento he participado en un sinfín de actividades de gestión en el Consejo de Administración de la Fundación Balseiro como coordinadora de proyectos, pero también como titular de la Asociación Argentina de Cristalografía. Además participo en varias comisiones del CONICET y en la evaluación de una gran cantidad de proyectos e investigadores. Desde mayo de 2020 soy directora alterna de una unidad ejecutora con más de doscientos investigadores y becarios. Podría agregar que, además, soy coordinadora del Sistema Nacional de Rayos X. La gente que me conoce sabe que nunca me interesó trabajar por una candidatura personal. Me gusta sumar al conjunto de las organizaciones que agrupa a gente del Frente de Todos dentro del Centro Atómico Bariloche. Venía con un trabajo más bien de apoyo al Gobierno nacional para contribuir a una mejor transferencia tecnológica de cualquiera de las personas que estuvieran dentro de la CNEA. En principio no pensé en una candidatura, no tenía el interés. El gobierno vio en mi candidatura una salida a la crisis de que disparan los egos personales. Acepté como la expresión de un equipo que quiere sumarse a un trabajo que tiene que ver con la reorganización de esta institución.

-En los últimos años, los empleados de la CNEA han perdido mucho poder adquisitivo en sus salarios y eso hizo que muchos se fueran. ¿Cómo se puede solucionar este problema?

-Esa es la prioridad cero. Un salario digno y un poco más competitivo para la gente que está en sectores tecnológicos. Un salario que nos permita retener a la gente que se fue formando y que es vital para muchos de los proyectos que están en curso actualmente.

-Cuando trabajó en la investigación sobre la muerte de Rafael Nahuel recibió críticas desde diversos ámbitos. ¿Fue respaldada por la CNEA en ese momento?

-Hubo bastante buena voluntad desde la institución. Después de la crítica mediática recibí un llamado de apoyo. Pero también me tocó salir a buscar ese apoyo por mi lado, y lo mismo hicieron otras personas. Lo que esa críticas pusieron en juego no es un desempeño personal, sino el trabajo académico y científico que hay detrás, el aval de la institución. No fue un ataque personal. Fue un ataque a la credibilidad académica de la CNEA. Decir que no recibí apoyo sería injusto, aunque no lo recibí en el momento en que correspondía. Sí, en cambio, hubo una movida desde los gremios para defender el trabajo institucional.

-Ese tipo de críticas también buscan sembrar desconfianza sobre el trabajo científico…

-Por suerte, la institución en eso sí se ha puesto la camiseta, en el sentido de dejar en claro que un trabajo científico no puede estar influido por cuestiones personales. Cuando la crítica tiene que ver con tu ideología política quiere decir que las personas que la hacen creen que es posible alterar un resultado científico según la ideología, y eso no debería ser así.

 

Notas

[1] Cuando Argentina compró la Central Nuclear Embalse en 1973 a la empresa canadiense AECL, dueña de la tecnología CANDU, se presentó la necesidad de realizar el diseño de detalle y calificación de los elementos combustibles a partir del diseño y materiales dados por el diseñador del reactor (AECL), sin la posibilidad de interactuar con el fabricante del combustible Se decidió, en consecuencia, formular el proyecto “Suministro Combustible para Embalse” (SUCOEM).

[2] El proyecto Atucha III contempla la construcción de una central nuclear de tecnología china Hualong. Es un reactor de 1.200 MW que permitiría sostener la capacidad instalada de origen nuclear en la matriz energética y se ubicaría en el Complejo Nuclear Atucha. Tendría una vida útil de 60 años. Su diseño cumple con los requisitos del Organismo Internacional de Energía Atómica.

[3] El CAREM es el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido en la Argentina, perfilándose como uno de los líderes mundiales en el segmento de reactores modulares de baja y media potencia. Esta clase de reactores tienen una gran proyección para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o de polos fabriles e industriales con alto consumo de energía. El prototipo está siendo construido en Lima, provincia de Buenos Aires La obra civil comenzó en febrero de 2014. Esta primera versión será capaz de generar 32 megavatios eléctricos y se destaca por un riguroso estándar de seguridad. En paralelo al desarrollo del prototipo, la CNEA avanza en el diseño conceptual del que será el módulo comercial, el cual tendrá una potencia de entre 100 y 120 MWe y sería la base de una central multi-reactor que permitirá alcanzar costos muy competitivos para el mercado internacional.

[4] El Proyecto RA-10 se localiza en el Centro Atómico Ezeiza e incluye el diseño, construcción, montaje y operación de un reactor nuclear multipropósito, con un aporte de más del 80% de empresas e instituciones locales en tecnología y servicios asociados. La obra civil se inició en 2016. Asegurará el autoabastecimiento de radioisótopos de uso médico, contando con capacidad para atender buena parte de la demanda de América Latina, y consolidará las capacidades para desarrollos tecnológicos de punta en la industria nuclear y convencional. Es desarrollado por la CNEA e INVAP.

¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?

¨