El recuerdo de una trabajadora de la Educación de los 43 días de paro nacional docente de 1988 y su comparación con la situación y las luchas de los docentes de hoy.

Cuando desde el Frente de Unidad Docente de la Provincia de Buenos Aires empezó a circular la posibilidad de proponer un paro nacional el 23 de mayo, todos los recuerdos empezaron a colorearse, a tomar vida. Se cumplían 30 años de la gran marcha blanca. Comencé a recordar los 43 días de paro nacional docente, en 1988. Para ese 23 de mayo, en la mayoría de las escuelas públicas y privadas de todo el país aún no habían comenzado las clases. Yo era en ese entonces maestra especial y maestra recuperadora en un gabinete de primaria.

Un gobierno que se debilitaba (el de Raúl Alfonsín) y sindicatos que se reconstruían y fortalecían en plena democracia, luego de los duros años de la dictadura. Las asambleas eran permanentes, nada se resolvía sin consultarlo con las bases. La prolongación del paro por tiempo indeterminado en un día a día de encuentro con nuestros pares empezó lentamente a provocar una nueva identidad entre los docentes, la de ser considerados trabajadores, como cualquier asalariado.

¿Cuáles eran los reclamos? Salario único en todo el país: a igual trabajo, igual remuneración (nomenclador básico común); paritaria nacional docente: los docentes querían discutir salarios y condiciones de trabajo al igual que los demás trabajadores; Ley de Financiamiento Educativo y Ley Nacional de Educación.

Las escuelas no quedaron vacías, se hacían reuniones con familias, y de ellas se recibió una gran solidaridad. La sociedad toda comprendió que sin dignidad en las condiciones de trabajo y en los salarios docentes no puede haber una educación de calidad.

CTERA, en su página web, explica del siguiente modo el levantamiento de aquel paro histórico:

“Al día siguiente, en un Congreso de la CTERA, si bien no se habían conseguido todas las reivindicaciones y continuaba debatiéndose el espinoso tema de los descuentos realizados en algunas jurisdicciones, se decidió el levantamiento de la medida de fuerza. Los docentes habían conseguido la aprobación de un nomenclador básico común y la unificación salarial en 21 de las 25 jurisdicciones. También el Congreso Nacional había sancionado un paquete impositivo para proveer un mayor financiamiento a la educación y estaba presente la expectativa por lograr la sanción de una ley de Paritaria Docente, impulsada por el diputado Carlos Auyero, finalmente sancionada.”

Hoy, tres décadas después, recordamos la gesta en condiciones totalmente diferentes. La lucha es desigual en cada provincia, en cada jurisdicción. En primer lugar, el retiro por parte del Poder Ejecutivo de la ley de Paritarias Nacionales deja a la deriva cualquier negociación posible. Un ejemplo para considerar son los docentes de Neuquén, llevan 42 días de paro y la resolución está en manos de la justicia. Gran fortaleza y democracia en los compañeros docentes nucleados en ATEN (Asociación de trabajadores de la Educación de Neuquén). Es interesante dar una leída a los acuerdos alcanzados o no en cada provincia.

En Provincia de Buenos Aires, a la que pertenezco como habitante y trabajadora de la educación, la jurisdicción más grande en número de docentes, se encuentra con una negociación sin diálogo y como contracara un Frente de Unidad Docente Bonaerense que incluye gremios privados y estatales (AMET, FEB, SADOP, SUTEBA, UDA y UDOCBA) constituido a partir del avasallamiento de conquistas consolidadas y como una forma de recuperar la identidad de trabajadores de la educación.

En cuanto a SUTEBA en particular, las asambleas que nos unieron construyendo identidad individual y colectiva ya casi no existen, la participación hoy es con “encuestas”, por internet o por whatsapp, la conducción resuelve “con los resultados recogidos” y escudados en algunos eslóganes vacíos de contenido.

En la marcha del jueves había delegaciones de provincias cercanas como Entre Ríos y de otras tan lejanas como Jujuy. Poco canto, mucha consigna contra Macri, poco recuerdo y conciencia de la clase a la que pertenecemos.

Los sindicatos están pero no empujan. El rol de CTERA (el organismo nacional) está prácticamente ausente de las marchas y de la organización. Aun así, lo que se vio es una marcha muy antiguberamental, con ganas de pelearle al gobierno contra el ajuste, pero todavía muy lejos de aquella enorme gesta docente de 1988.